Pues nada, un tío forrado de pasta y hasta las cejas, va y le da el arrebato de orgullo pueril e infantil de que yo soy mejor que el otro, que por cierto es fácil reivindicarse cuando el oponente ya está fiambre y es más abono que otra cosa. Pero bueno, cada uno tiene su punto de locura y si a éste guapo que fue y ya no es, pues ahora es una estalactita con peluca de fregona, le da por querer ser el dios del rock y del universo entero y aunque sea a base de cargarse a su anterior compañero. Y si el lo siente y lo siente así y lo pide y lo dice y lo reclama, ¿quién soy yo para llevarle la contraria?.
Que siga produciendo, componiendo y cantando, y que siga en la línea de sus canciones matracas dulzonas y meloneras ( o melódicas azucareras), que así en cambio de reivindicarse, todo dios se acabará dando cuenta, de que se le ve el plumero o sea que todo lo que hace, lo hace por puta envidia. Me pregunto si puede ser tan fuerte su soberbia de pavo real. Y si puede serlo para que un tío millonario y supereconocido (hasta tiene el título de Sir), necesite semejante dosis de autoestima construída sobre la envidia y los celos, pues ¿qué os puedo decir?, que al parecer si la necesita y eso yo no lo entiendo. Pero ¿quién soy yo para decir nada?, yo soy un pobre paria que no sabe de nada.
Y mira que lo intento, pero creo que nunca lo entenderé, pues yo nací en Vigo y no toqué nunca la guitarra, ni siquiera toqué la bandurria y menos fuí una estrella divina venida a menos, simplemente porque siempre fuí una mierda y una mierda no es una estrella o eso creo. Y eso es lo que pasa, que si no soy una estrella ¿como voy a entender el comportamiento de un divino, pero un divino de los verdaderamente auténticos?.
P.D.: Yo en concreto y en homenaje a él, llevo en mi yate transoceánico el careto de Sir Paul y lo llevo de mascarón de proa y todo porque sé, que su careto dura tanto como él y que no se arruga ni con temporales ni tempestades ni con el espectro de Elton Jonh que puede aparecer escondido entre la bruma, otro personajillo de la corte celestial, pero hay que reconocer que éste si tenía su punto y su pequeña historia. Y por supuesto otro día hablaré de él.
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