Ese gusanillo que me hace como tener cosquillas por dentro y que si no escribo, me carcome y tal como hacen con la madera las polillas. Pero ya véis, no estoy seco y aún tengo la sabia por dentro. Vamos que no soy un tallo verde y no lo soy por cuestiones de la edad, pero por producción, lo soy y de sobra. Y es que esa es la palabra mágica, el que voy de sobrado y por mí y ahora, escribiría mis putas memorias en 20 volúmenes de mil páginas cada uno. Pero la vida es mucho más que el acto de escribir en sí mismo, hay sensaciones y hay pensamientos y a esos hay que cuidarlos y con mucho mimo y cariño.
Yo en realidad no sé lo que pretendo, pero si sé lo que no quiero. No quiero pudrirme en vida dentro de cuatro paredes, no quiero formar parte del hongo de las humedades del sótano, no quiero ser traidor a mi causa y no quiero bajar de la parra en la que ahora estoy instalado. Quiero seguir en lo más alto del mundo y desde allí contemplar las fortalezas y debilidades humanas y por supuesto, también quiero ver las mías y para eso tengo una ventaja sobre los demás y es que me desdoblo en dos personas a la vez. Una se queda en la cima del mundo y la otra, se mezcla con el resto de los humanos y otra muy pequeña, forma parte de las cloacas y todo esto forma una simbiosis cuasi perfecta.

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