A veces todo me sabe a hierba
y estoy arriba y estoy abajo,
y da igual,
la hierba está a la altura de mi boca
y a través de ella
se cuela un brillante resplandor
y un olor a hierba recién cortada.
Mientras yo pienso
¿qué tiene que ver la hierba
con esa vaga idea que tengo de tí?.
Me suena tu nombre
me suena tu rostro
pero si ahora te veo,
no te reconozco.
Quizá algún día
y cuando el día se haga de noche
esté tumbado sobre la hierba
contando estrellas fugaces
y cuando haya saciado mi hambre de estrellas
puede que me acuerde de cual era tu nombre.

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