Que nada

 

Que nada. Que estamos de fiestas en el pueblo y solo por eso debo estar contento. Como si a mí me importaran las putas fiestas de los cojones. Como diría mi madre:¡que arisco eres, hijo!. Y debo serlo y no lo niego. Pero es que para mí las fiestas son una verdadera tortura que año tras año me toca sufrir. Hoy fuí al super para surtir mi despensa y nevera, de víveres y así no tener que salir y para nada, de mi santa casa. Como diría el otro, me he amurallado tras los grandes muros de mi casa, que como es vieja (tiene más de 120 años) sus muros son inmensos y fuertes y poderosos y yo, ¿qué os podía decir?...que me siento protegido y a salvo de tanto estúpido borracho que campa a sus anchas. Vamos a ver, la verdadera fiesta es la que lleva uno dentro y esa se celebra en cada día que pasa y en cada mañana y en cada noche cuando nos acostamos. Pero los humanos somos así, necesitamos de fechas para celebrar algo, y de santos, de iglesia, de vino y de rosas y de colocón estratosférico en un día muy caluroso del mes de julio.

Ya sabéis de que va el tema y el tema va de que hasta te saludan los que nunca te saludaron y con los que te cruzaste casi todos los días, pero hoy ese tío todo colocado y puesto hasta las cejas, te saluda todo baboso y como si se le fuera la vida en ello. La efusión desmedida del alcohol y del sol que le está pegando en pleno cráneo y eso calienta demasiado la sesera y entonces se eleva la temperatura en el área del cerebro que controla lo efusivo y de ahí, viene ese intento de abrazo sudoroso y asqueroso y que no pueden controlar. Yo diría que efusivo era mi primo, aparte de que era o es, un gilipollas de mucho cuidado. En realidad mi primo era moderadamente efusivo, era contenido, calculador, estúpido, clasista, racista y me supongo que ejercería a la perfección como machito del gallinero. Tenía todas las cartas en su mano y todas versaban sobre lo mismo, lo gilipollas que era.

Hace más de 50 años que no sé nada de él y tampoco ahora quiero saber nada. Pero me lo supongo todo gallito y presumiendo de la pasta que tiene y del coche de alta gama y de su yate de 30 metros de eslora y todo esto pasándoselo por las narices a alguien que le quiera oír y escuchar. A mí no, porque hace más de 50 años dejó de existir y además, si se pusiera a presumir de su coche y yate delante de mí, yo juro que se los quemo delante de sus putas narices. No soporto al ostentoso que solo te quiere pisar y para ser él más que tú.




















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JULIO CORTÁZAR