Llamarme a mí y yo os diré que una cosa es que me llaméis y una muy distinta, es que os escuche. En ésta vida me he cansado de escuchar. Hace ya tiempo, mucho tiempo yo ejercí el oficio de escuchador y escuchaba a todo hijo de vecino, al compañero de batalla que estaba deprimido, al medio amigo que se consolaba conmigo, al conocido que acababa de conocer, al pobre afligido que necesitaba unas palabras de consuelo, al que pasaba por allí y se sumaba a la llorada, al que le había dejado su novia o novio, al que todos pasaban de él, menos yo claro, al que se quejaba por todo y disfrutaba con ello y hasta el payaso del circo que lo habían echado de su trabajo y porque no hacía gracia a nadie. Yo si contara las horas y horas en que estuve escuchando y consolando y prestando apoyo y dando ánimos y palmaditas en la espalda y dando algún que otro consejo y opinando sobre su posible solución, os juro que esas mismas horas se convertirían en años. Años y años dando consuelo y yo opinando sin saber lo que haría yo y lo digo, porque si ahora me estoy aproximando un poco a mi propio autoconocimiento, que os podría contar si de aquellas estaba en el prólogo de mi evolución como ser humano.
Hay clichés y hay historias que siempre se dicen: tendrás que levantar cabeza, no puedes hundirte en tu pozo, tienes que salir adelante, tú puedes y si el otro o la otra pudieron tú también lo podrás hacer. No te preocupes más y aquí siempre tendrás mi apoyo. Hundiéndote no consigues nada. Mantén tu cabeza ocupada y no le des vueltas a lo mismo. No estás sólo en éste mundo. No te muestres tan débil, pues hay demasiadas aves rapaces que irán a por tí. Si necesitas ayuda aquí te dejo mi teléfono y llámame a cualquier hora. Y tonto de mí, tendría que haber dicho yo, pues hubo algunas que personas que fueron verdaderas y dieron las gracias y me mostraron su aprecio, pero hubo otras muchas que me soltaron una verdadera llorada y al día siguiente, si te he visto no me acuerdo de tí.
Tampoco es que ahora no quiera escuchar a nadie, pero lo que ahora reclamo es ser mucho más selectivo con ese tipo de personas y apoyar a quién se lo merece. Además, ha cambiado mi forma de dar apoyos, pues ahora casi no doy consejos y porque antes de darlos me planteo lo que haría yo ante esa determinada situación y entonces entro en una contradicción terrible entre lo que debería hacer y no hago y claro no es mi intención el meter a la otra persona en mi propio problema. Yo ahora me conozco lo suficiente como para saber que puedo vivir tranquilamente dentro del terreno de mis propias contradiciones y no me va a pasar nada por ello y si me pasa, tampoco me importa demasiado. Vamos, que yo no soy nadie para ir dando consejos de como se deben hacer las cosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario