¿qué os puedo contar yo que vosotros no sepáis?.


Un miécoles del mes de agosto, un miércoles cualquiera, un miércoles más de los que seguramente  pasarán desapercibidos. De hecho, no sé si soy yo el que pasa desapercibido o es el miércoles en si mismo. Debo ser yo y porque me levanté con una tostada de mil pares de cojones y entonces aún no sé si el día será grande o será una mierda o será aséptico y neutro, pero de momento tengo todos los boletos para declararme como neutral o como neutralizado. Día de sol pero sin pasarse de la raya, un poco de brisa corre y en fin, está un día muy agradable aquí en la isla. Yo tengo mi mesa de trabajo al lado de una ventana que ahora mismo la tengo abierta y al otro lado de la casa tengo una puerta que da a la terraza y que la abro para que corra el aire y ventile la casa y se lleve consigo todos mis malos y peores pensamientos, pero esto último es una misión imposible. De todas formas hoy es de esos días en que noto la brisa como corre de un lado al otro de mi casa. Agradable es poco. Disfrutando de un agradecido día de verano. Escribo y al mismo tiempo siento como el aire acarica mi espalda, pero el gran problema real sigue existiendo, estoy empanado. Y no me voy hacer un juicio a mí mismo y para condenarme por seguir empanado, porque de ésta manera me siento bien, disfruto del día, escribo porque me apetece hacerlo y la caricia de la brisa me pone la piel de gallina.

No siempre hay que estar acertado y correcto y a veces hay que ser incorrecto, desobediente y meter la pata hasta el fondo. Para sentirte libre primero has tenido que escuchar el sonido de tus cadenas. Nadie nace aprendido, ni nadie sabe que va a ser de su vida. A veces la vida se disloca o se fractura y cambia de ritmo y cambia de historia y tú te ves abocado a estar totalmente lo contrario de lo que antes decías. Lo que pasa con nosotros, es que no nos gusta reconocer nuestros fracasos y así los transformamos en pequeños tropiezos que carecieron de importancia. Pues no señor, hay fracasos que resultaron ser estrepitosos y no por ello uno se tendría que hacer el harakiri, pero sí que tendría que decir, he fracasado estrepitosamente y ante ellos he reaccionado y por eso ha cambiado tanto mi historia.

Mis fracasos y más o tarde o más temprano, se convertirán en victorias. Bueno, eso pasa si no te acabas enredando dentro de la maraña de tus fracasos y entonces te verás abocado a mascar la hiel amarga del fracaso y ¿quién sabe si saldrás de ella?. Acción y reacción. Intuición y adelantarse a los acontecimientos y más si estos son malos de ser digeridos. Valentía y destreza. Todos pendemos de un fino y ligero hilo que nos mantiene en pie y como no cuidemos dicho hilo ¿qué os puedo contar yo que vosotros no sepáis?.















No hay comentarios:

Publicar un comentario

Fernando Pessoa. "Yo plural"

  «Si, después de que muera, se quisiera escribir mi biografía. Nada más sencillo. Solo tienen dos fechas: la de mi nacimiento y la de mi mu...