A lo largo de mi pequeña y a veces anodina historia, hay hechos que destacan sobre los demás y porque la vida me ha enseñado a ser cauto y precavido. Aunque eso lo digo ahora y justo en éste preciso momento y porque acabo de venir del gimnasio y entonces mi paz interior está domada y dopada. ¿Cauto y precavido?, yo creo que he sido de todo menos cauto y precavido. Para que nos vamos a engañar y hacerme dulce y meloso si he sido más de mar embravecido que de mar en calma. La guerra corre por mis venas y cada latido es un paso más hacia otra batalla. Reconozco que la vida me enseñó a luchar con viento en contra y lo adverso y agresivo cubrieron gran parte de mi aprendizaje. Y ahora no tengo nada que ver con lo que era y porque al final he aprendido a controlar mis instintos más básicos y elementales. Ahora a la agresividad la tengo contenida bajo un látigo imaginario. Antes pensaba que el mundo funcionaba bajo esa manera tan agresiva de concebir las cosas y que no había otra alternativa posible. Ante un mundo agresivo tenía que defenderme de él con más agresividad. La agresividad en mi casa, en mi barrio, en el cole, entre amigos... eran tan normales y cotidianas, que pensaba que lo de vivir en paz y armonía era un cuento mal contado. Y tardé años, muchos años, en darme cuenta que el cuento mal contado, era precisamente el otro, el agresivo. Haber entendámonos un poco más, tampoco es que ahora vaya de santurrón por la vida y poniendo la otra mejilla a cada capullo que se ponga agresivo conmigo. No señor, tengo una línea roja que salta cuando alguien la toca, pero la diferencia está en que antes saltaba a la mínima y ahora simplemente pasa que el dintel está más arriba que antes.
He aprendido a tener más paciencia, aparte que ahora el mundo no me resulta ser tan agresivo y eso que realmente lo es, pues hay más guerras, hay más hambrunas, hay más desigualdad social y económica...pero yo no me veo como un sujeto pasivo que se deja llevar por la corriente y puede ser que eso, que eso sea lo que me retenga en éste lado de la película. No rezumo paz y armonía, pero tampoco voy diciendo y pensando que amo la guerra. Mi vida es cosa mía y ahora me siento libre y capaz para escoger de que lado me coloco. Ahora bien, tampoco reniego de mi pasado, pues gracias a él ahora puedo decir que estoy aquí. Culpable se siente el que se queda atrapado en las redes de su pasado y no consiguió evolucionar en sus pensamientos y actos. Hay que evolucionar y no involucionar y no volver atrás y cubrirte con un caparazón que te aisla de cualquier posible avance. Uno debe tomar conciencia de lo que fue y porqué lo fue, pues había circunstancias a tu alrededor que te llevaban a tener que desenvolverte en medio hostil. Si por todos lados recibías ondas y actos de agresividad, fácil era creer que el mundo funcionaba de esa manera. Nadie nació aprendido. Y para llegar a donde estoy ahora, han tenido que pasar todo un montón de procesos negativos que poco a poco y con mucha paciencia han conseguido revertir en un proceso de aprendizaje.
Somos lo que comemos, pero también somos lo que queremos y soñamos. La vida es un sueño y yo formo parte de ello. De acuerdo y por el medio hubo y hay, un montón de pesadillas que a veces ni te dejaban dormir, pero si pese a ello domina el mundo de tus mejores sueños, pues adelante y sigue siendo, persistiendo e insistiendo en tu empeño por ser mejor persona.