Hoy es jueves día 4 de enero. Y podía ser un jueves cualquiera del calendario, pero resulta que ha sido un jueves convaleciente y porque ayer estuve mal y jodido y me pasé la noche sudando a chorro. Después de dormir y sudar (por la fiebre) durante 15 horas, por fin me desperté todo somnoliento y pegajoso. Pero me sentía mejor que ayer, claro que yo sabía que eso iba a durar unas cuantas horas y efectivamente así pasó. Pude hacer la comida, me fuí de compras para reyes y hasta ahí justo aguanté. Me había despertado a las 12 y media y empezaba de nuevo a caer mi estado de ánimo sobre las 6 y media. Ahora, son las 8 y media de la tarde y me mantengo en un punto intermedio, ni muy mal ni muy bien. Espero estar mañana a tope. Bueno, uno siempre espera estar al día siguiente mejor que nunca y porque en realidad a muchos, nos invade la esperanza. Que no sé muy bien lo que es, pero que en sí y de por sí, me da fuerzas para seguir tirando. Hay algo indefinido que nos inunda de ánimos y la cosa debe ser porque nacemos con la esperanza en nuestra espalda.
Yo no me siento optimista ni pesimista y prefiero sentirme con ánimos. El ánimo de la mañana, el ánimo de la tarde, el de la noche, me dan esas fuerzas hasta ahora, desconocidas. Yo, ayer me encontraba con el ánimo por los suelos y porque físcamente me sentía una puta mierda. Pero claro, tampoco le dí más importancia al tema, pues uno cuando está jodido físicamente hablando, acaba por desmoronarse psíquicamente y la bajada del ánimo, es su primer síntoma. Y además sabes perfectamente, que si mejoras físicamente, el ánimo subirá como la espuma. En éste caso, el ánimo duró unas cuantas horas y después, se fue desinflando como una pelota pinchada.
Bravo, sigo. Sigo bravo y no digo que encabronado, pero me acerco demasiado a ese punto. Dicen que en éste fin de semana viene un frío polar y ya quisiera yo verlo o sentirlo. Al frío de verdad, lo echo de menos. Tener que abrigarse, poner la estufa de leña a tope, no querer salir de la cama por el frío del medio ambiente y ya sé es que es mucho pedir, pero me encantaría que nevara. Pero es muy difícil que nieve en medio de una diminuta isla perdida en el mar mediterráneo. Pero como nada es imposible, yo insisto en el tema. Si hasta ha nevado en medio del desierto... ¿porqué no va a nevar en mi querida isla?. Ojalá mi deseo se cumpliera y éste fin de semana podamos jugar a tirarnos bolas de nieve. Ya os contaré como fue la cosa.
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