TODO LO QUE APRENDÍ (Iker Biguri)


Todo lo que he aprendido es farragoso
y me da miedo
todo lo que desconozco también
lo que sé y lo que ignoro
me obliga a permanecer en guardia
sólo puedo flotar inmóvil
feliz como si fuera nuevo
en los escasos segundos que transcurren
entre la intuición y el desastre


















SON PLÁTICAS DE FAMILIA (Jaime Gil de Biedma)




¿Qué me agradeces, padre, acompañándome
con esta confianza
que entre los dos ha creado tu muerte?
No puedes darme nada. No puedo darte nada,
y por eso me entiendes.


















HAY ALGO QUE SE TAMBALEA (Kutxi Romero)


Hay algo que se tambalea
en las mentes de los
GENIOS
ONANISTAS
LITERARIOS
cuando afirman que su escritura
se debe
al reclamo de que vuelvan los Dioses.
Hijos de perra.
Yo escribo para que mueran
definitivamente.

























INUTILIDAD DE LA POESÍA (María García Zambrano)


Es inútil creerse
un ser imprescindible,
una elegida,
tocada por la musa,
la escriba de algún dios.
No es asunto la lírica
que nos dé beneficios:
cerrar alguna herida,
saber de dónde vienes,
reconocer alguna luz...
Y poco más.



















A VECES ME BESA (Paula Ensenyat)


En el pecho se agitan
vendavales de agosto,
murmura el mar
y en lo profundo,
sorprendida,
sonríe la tristeza.
A veces,
la soledad
me besa
y yo
sonrío.

















NO RECUERDO EN QUE MOMENTO


No recuerdo en que momento, lugar y sitio...
fue donde coño me perdí
donde definitivamente me quedé aturdido,
y cual fue su causa y su razón de ser.
Siempre se acude a la lógica aplastante,
para intentar explicar lo ilógico
cuando lo lógico es que de vez en cuando uno se pierda
y lo ilógico es que uno se pierda definitivamente y no sepa como volver
y entre una cosa y la otra, hay todo un abismo
al que llamamos, vida
que ahora mismo tampoco soy capaz de entender.



















MADRE (Paula Ensenyat)


La imagino
desperezándose
entre sus sábanas
de vainilla;
la miel se vuelve amarga,
y mi cama
aún más fría.























BIOGRAFÍA DE UN HOMBRE CON MIEDO (Piedad Bonnet)


Mi padre tuvo pronto miedo de haber nacido.
Pero pronto también
le recordaron los deberes de un hombre
y le enseñaron
a rezar, a ahorrar, a trabajar.
Así que pronto fue mi padre un hombre bueno.
(“Un hombre de verdad”, diría mi abuelo).
No obstante,
—como el perro que gime, embozalado
y amarrado a su estaca— el miedo persistía
en el lugar más hondo de mi padre.
De mi padre,
que de niño tuvo los ojos tristes y de viejo
unas manos tan graves y tan limpias
como el silencio de las madrugadas.
Y siempre, siempre, un aire de hombre solo.
De tal modo que cuando yo nací me dio mi padre
todo lo que su corazón desorientado
sabía dar. Y entre ello se contaba
el regalo amoroso de su miedo.
Como un hombre de bien mi padre trabajó cada mañana,
sorteó cada noche y cuando pudo
se compró a cuotas la pequeña muerte
que siempre deseó.
La fue pagando rigurosamente,
sin sobresalto alguno, año tras año,
como un hombre de bien, el bueno de mi padre.



























Manuel Machado


 

"Para mi pobre cuerpo dolorido,

para mi triste alma lacerada,

para mi yerto corazón herido,

para mi amarga vida fatigada...

¡el mar amado, el mar apetecido,

el mar, el mar, y no pensar nada!"

JULIO CORTÁZAR