¡SIN DOLOR!

 

Mi suerte
es haber caído de pie
y con los dos pies al mismo tiempo,
ni uno un poco antes
ni el otro un poco después,
los dos a la vez y como debe ser,
como tú y como yo
que debíamos caer juntos y a pies juntillas,
ni yo antes... ni tú después
o al revés,
pero en nuestro caso cambió el resultado...
uno cayó antes que el otro,
uno se partió una pierna o las dos,
mientras el otro, salió indemne e ileso,
ahora bien
¿quién ha sido el uno o el otro?
yo visto desde fuera
parece que me había partido no una,
sino que me había destrozado las dos piernas,
pero como se dice en el desierto,
amigo mío,
eso es un espejismo que tú has visto pero que no es,
parecía que hubiera fractura o fracturas
y lo que en realidad hubo
fue un simple esguince
que se curó por primera intención
y tengo de testigo mis radiografías
con fecha, nombre y apellidos
y entonces digo yo
¿qué serías tú?...¿qué serías tú?...
pero que va...
nosotros hemos sido la excepción a la regla,
seguro que ni tú ni yo nos hemos partido las piernas,
tus cicatrices fueron curadas al sol otoñal
y las mías con una plasta de hierbabuena con saliva de
murciélago,
y ahora
vivimos libres y sin cicatrices
o por lo menos,
así me gustaría que fuera,
libres, sin cicatrices
y por supuesto, ¡sin dolor!.





















HORDA DE MATONES

 Yo sé que manipulo y que manipulo un poco. En realidad todos manipulamos y porque deformamos la verdad y para llevarnos el gato al agua. Pero mientras se mantengas tu historia en el mismo hilo conductor que tus hechos reales, te puedes permitir esos dispendios. Está puesto en el contrato, tú puedes tener tu propia interpretación de los hechos y exagerarla un poco, pero tampoco, demasiado. Pero siempre aparece algún iluminado que se dedica a extrapolar hasta el máximo extremo esos mismos hechos y ahí es donde ya todo carece de sentido.

Lo malo del caso, es que a estos iluminados de turno le siguen cuatro ciegos más perdidos que ellos y que por desgracia a veces, son bastante más que cuatro y pueden ser miles o millones. Me refiero en este caso, a todos los que siguen la senda religiosa extrema y que por Dios o por Alá, se cargan a todo bicho viviente y tú que eres un simple mortal y que no te metes con nadie o no con mucha gente, te ves amenazado por no creer en los que ellos creen. Y aquí no es nada, no es nada comparado con África o Asia, donde la vida vale menos que un penique y donde proliferan como flores estos grupos de descerebrados.

La vida humana, debía ser sagrada y ese debía ser el único principio de nuestra existencia. Y no hay nada ni nadie que tenga el derecho de quitártela, en tal caso a si mismo y si opta por el suicidio, pues es una alternativa más entre muchas, pero la vida de los demás debería ser intocable. Pues no señor, estos señores son como pequeños dioses y por ese poder de decidir quién vive y quien muere y en su cerebro no caben más que una consigna, matar en nombre de su ídolo divino. Pero quién puede convencer a esa horda de matones, yo no y porque en cuanto abriera la boca ya tendría un tiro en la nuca.





DESAGRADECIDOS

 Ya estamos aquí de nuevo. Hoy es día 20 de Agosto y son las 9 de la mañana y podía decir que hoy es un día mágico, pero lo único mágico que hay aquí, es el decorado, los actores somos más bien tirando a mediocres y hacemos lo que podemos o mejor dicho lo que nos dejan hacer, que ya es bastante. El decorado sigue impoluto y brillante, ésta Isla perdida, es preciosa de cara y por el revés y yo tengo el placer de vivir en ella y ella, lo tiene conmigo, los dos somos pareja de hecho y de cohecho. Y os juro que no me pagan nada, lo digo, por tanto ejercicio  propangandístico que realizo sobre la belleza paisajística de ésta Isla.

A mí nadie me paga nada, en tal caso yo soy el que pago y pago mis impuestos y también mis multas. Las multas que se me acumulan desde hace dos años y menos mal, que se cerró el grifo y hace un año, que no tengo una sola multa. Parece que me he reformado y ya no lucho como un loco contra las normas establecidas, bueno, lucho pero de otra forma diferente y porque sino estaría arruinado, que lo estoy, pero por otros motivos. Ahora aparco el coche donde toca y para que después digan que a base de palos no aprende el hombre.

Pero aún así, me quedan tres multas pendientes, pero ¿que son tres multas al lado de tantos sentimientos sueltos?, pues nada de nada, son una minucia y son una mierda pinchada en un palo. Si yo fuera el alcalde de éste pueblo, le daría la amnistía al tal Bruno (que soy yo) que tanto nos enriquece con su presencia y es más, lo nombraría hijo adoptivo del pueblo. Pero el alcalde a mi no me escucha y todo porque le dije en una carta en el periódico local, que era un inútil y un trepa y que su círculo de amistades era infumable y por pijos redomados y por malas víboras. Y va el tío y se cabrea conmigo, si yo se lo dije para hacerle un favor, pues mi intención era quitarle la venda que lleva puesta sobre sus ojos de hiena. Pues nada, que el mundo está lleno de desagradecidos.






LOS ALQUILANTES (2.014)

Ésta es una foto de mi cabeza
 Y pasa la mañana y yo me pierdo con ella, pues tengo asuntos pendientes, pequeños asuntos, pero que por cojones los tengo que resolver hoy. Ultímo los detalles de mi casa, pues va a ser alquilada mañana. Y claro faltan el repaso de los detalles, los pequeños e imprescindibles detalles. Que si una puta cortina, que si la sábana de arriba o de abajo, que si a la nevera le falta un estante, que si que te den por el culo. Claro que el que paga quiere que todo esté como tiene que estar, que para eso paga. Y lo peor del asunto, es que no sabéis como me arrepiento en éste momento por tener que alquilar mi propia casa. Claro que intento compensarme y me digo, tío que después te queda la casa toda arreglada.

Pero ahora no soy capaz de ver tan lejos y sólo veo que yo tengo que estar fuera de mi casa y que sí, que los días pasan y que solo son 10 días de sufrimiento perpetuo. La verdad es que no sé como compensarme y quizá me tenga que hacer un auto regalo y has sido bueno y por eso, puedes mandar a los inquilinos a tomar por culo. Estoy obsesionado con el tema problema. Yo en éste momento pediría un kit kat y pararía al mundo y hasta que yo encontrará una solución de verdad o sea hasta que encontrara la fórmula para que no vinieran los alquilantes a mi casa.

Antes se decía, que hasta que llegara un telegrama de última hora y que por circunstancias personales, los alquilantes no pueden venir. Hoy en día se resolvería con un correo que pusiera lo mismo. Y yo entonces, encantado de la vida, mi casa arreglada a fondo y yo disfrutando de ella, mi casa sin gusanos desconocidos y mi casa libre de cuerpos extraños y sobre todo libre de almas raras y escalofriantes. Menos mal que mi alma es muy grande y yo no estaré presente pero mi alma sí y será la guardiana de la casa. La verdad es que esta reflexión aún me deja más deprimido, pues tengo la sensación de que alquilo mi alma y puede que sea cierto.




EJERCICIOS ESPIRITUALES

 Hay días en que es mejor callar que decir lo que piensas y yo poco a poco, me voy aplicando este cuento y porque sino dentro de poco estaré predicando yo solo en el desierto. No me estoy quedando sin audiencia, pero si me estoy quedando sin amigos o conocidos y tampoco es eso, tampoco es cuestión de caminar siempre solo y malherido. Tengo sensación de soledad buscada y trabajada y no hay disculpas de que no me dí cuenta, porque en todo momento fuí y soy consciente de ello.

Me he aislado y vivo como un ermitaño. En parte lo necesitaba, pues necesitaba verme hacia dentro, pero el hábito hace al monje y creo que ya ha pasado el tiempo de los ejercicios espirituales. Ejercicios espirituales, así le llamaban los curas cuando organizaban convivencias de niños y durante varios días. Allí, todo era para  comerte el coco en plan concentrado y supongo que los curitas pervertidos (que eran bastantes), se debían poner las botas con tanto culito de niño.

Yo, por suerte y por a o por b, siempre me libré de estas malas películas y porque mis padres eran católicos de esa manera, de para ir a misa y sin comulgar la hostia bendita o sea para hacer acto de presencia social y ¡menos mal!, porque sino ahora podía escribiros desde el mismo Vaticano, porque a los 10 años de mi existencia yo prometía para esas lides tan siniestras del querer ser un curita más en la Tierra y todo porque el curita de turno, me había comido el coco y además con la evidente amenaza de que sino no aprobaría sus asignaturas. Antes el chantaje era tan imprescindible como el comer y además si el fin era “bueno” no importaban los medios. Antes todo era más crudo, pero también era más claro.

Ahora no, ahora se hace más el chantaje subliminal. Yo no hago esto, pero simplemente te lo digo y además te lo advierto. Ahora te inundan de caricias y cuando ya estás blandito, te la insertan directamente por el culo y hasta que te salga por la boca. Antes no, antes te la metían directamente a pelo y si te rompían el culo, pues eran efectos colaterales o la culpa era tuya por tener un culo tan lindo y tan estrecho. Ahora la verdad, es que sobra demasiada vaselina y uno quiere ir al grano de las cosas, pero te dicen que antes hay que verlo todo y desde todos los ángulos y bla, bla, blá....

Quizá sea eso, que yo soy de la antigua escuela y sólo aplico lo aprendido. Pero yo prefiero las verdades como puños, que las verdades a medias, prefiero saber quién va a ser mi enemigo, que andar en eternas negociaciones. Bueno, también prefiero una caricia que un puñetazo y un beso a un desgarro o sea que prefiero la paz a la guerra y hacer el amor a todas horas (bueno, ahora ya no tanto y porque dada mi edad, prefiero no tener que currar tanto). Me gusta la sinceridad descarnada, la sinceridad que sangra y supura y casi me da igual que esta me haga daño o me haga cosquillas.

Hace poco me escribió una amiga y me dijo unas cuantas cosas muy duras y mi primera reacción fue instintiva y me defendí como un jabato desbocado, es más contraataqué con todas mis armas. Ahora ya no, ahora ha pasado todo y le estoy profundamente agradecido por esas verdades que ella consideraba que necesitaba decirme, lo único malo que ahora ya es tarde, porque en el fervor de esa batalla dialéctica nos dijimos algunas cosas que es mejor no reproducir y por tanto, esa amistad se fue al carajo. Y no porque lo que me dijo fuera una verdad universal, sino que se lo agradezco porque me hizo pensar las cosas dos o tres veces y entonces ahora, ya hago una pausa pertinente antes de decir las cosas.



MANÍAS

 Me estoy dando cuenta que voy cogiendo vicios inconscientemente y ahora tenía una botella de agua fría en la mano y le eché un trago, pero al dejarla sobre la mesa, la coloqué con sumo cuidado y en el mismo cerco donde la había dejado anteriormente y pensé, ya hago como el Nadal y sus rictus de paranoico (pero en su caso, son consentidos y en mi caso, necesitaría un tratamiento psiquiátrico e ahí la gran diferencia). Es verdad que juega al tenis que te cagas, pero tenerlo de amigo debe ser un verdadero coñazo y lo digo, porque debe de ser bastante cuadriculado y el gin tonic debe ponerse exactamente en el mismo sitio que antes y con dos cubitos de hielo que tienen que ser exactamente del mismo tamaño.

Él, es un gran o un buen maniático, pero en realidad somos muchos los que pensamos que no lo somos y si cada uno se repasa un poquito, seguro que encontrará hechos repetitivos y eso al fin y al cabo, son manías obsesivas. Mi principal manía son las gafas y que nadie me las toque y porque simplemente muerdo. No soporto esa broma pesada de ponerte un dedo sobre el cristal de las gafas, vamos que no lo soporto, por no decir que me desquicia y me comería su dedo y por supuesto, escupiría los huesos de sus falanges.

Todo tiene su buena explicación. Yo soy miope de toda la vida (miope empedernido) y sin las gafas yo no vivo o dicho de otro modo, no  veo un pijo y eso, me mata. Y eso me altera y me pone de los nervios y pienso que ya no puedo conducir, ni saborear los paisajes de mi alrededor. Yo a las gafas las cuido y las mimo, las limpio con cuidado y las paso por mi ITV particular, vamos que me preocupo por ellas y porque me prestan un buen y magnífico servicio.

Tampoco soporto que me toquen la barriga, sobre todo cuando estoy gordo seboso y que es precisamente cuando algún graciosillo de poca monta, se atreve a tocarla y para hacer un chiste fácil sobre la obesidad que tienes (ahora voy bajando de peso en ascensor). ¡Joder! que se toque sus putos huevos. Es como si a un tío le falta un ojo y vas y le metes el dedo en la cuenca vacía y menuda gracia más graciosa y te dirá y con razón, porque no te metes el dedo en el culo. Me acuerdo que a mi Padre lo que le desquiciaba era que le tocaran el poco pelo de la cabeza y sus razones tendría para que le cabreara de esa manera. Bueno son cerca de la 1 de la mañana y ya seguiremos otro día con el tema de las manías.





LA MUERTE Y SU GUADAÑA

 Si lo que yo digo, ahora en pleno verano los viejos caen y se mueren como las moscas cuando les  llega el otoño y se quedan tiesas. Hoy le tocó a Lauren Bacall (siempre inolvidable) y ayer, se despidió de nosotros Robin Williams (más inolvidable), bueno éste último con solo 63 años y se despidió de éste mundo con un suicidio. Que tiene todo su derecho, total para lo que hay en el mercado, a veces es mejor coger un atajo. Después y para que digan que las imágenes no engañan, representaba a un tío lleno de vida y hasta la médula o eso transmitía y por dentro era de cristal fino y delicado.

Aunque yo no sé el porqué, pero siempre me dio la impresión que debajo de su máscara mágica, la que lucía cara al público, había una tristeza o una amargura interior que al mismo le desbordaba. Ahora es fácil decir esto, pues está claro que el tío no estaba contento con su vida. Pero a lo que voy yo, cada suicidio debía ser un asunto reflexivo y para darnos cuenta de que la vida no es un salmo a la felicidad. La vida es muy puta y a veces te deja en el atolladero del sí o del no, de si o no merece la pena el seguir viviendo.

La muerte, la muerte es una de mis obsesiones, pero no porque la desee, sino por querer sentirme preparado cuando ella llegue. Supongo que vendrá con su traje negro y su guadaña y a mi me gustaría llegar a decirle: "Muerte ya estás aquí, pues yo ya estoy listo y dispuesto para éste viaje". Yo sobre todo, quiero una muerte digna, quiero dignidad humana en ese acto, quiero ver hacia atrás y sentirme satisfecho con lo hecho, quiero sentirme orgulloso de mi vida, quiero que los que me quieran se queden contentos y tranquilos y por supuesto, que mi existencia les haya servido de algo. Y no quiero besos y lloros de despedida, quiero flores, versos y que alguien me diga... ¡te quiero!. 



 


Frida Kahlo

 

"Madurar es aprender a querer bonito, extrañar en silencio, recordar sin rencores y olvidar despacito".

 





















Cees Nooteboom (Tumbas de poetas y pensadores). Blog "Glup 2.0"


  ¿Quién yace en la tumba de un poeta? El poeta, desde luego, no, eso es bien sabido. El poeta está muerto, de lo contrario no tendría una tumba. Pero el que está muerto ya no es nadie, por lo tanto tampoco está en su tumba. Las tumbas son ambiguas. Conservan algo y, sin embargo, no conservan nada. Naturalmente, esto se puede decir de todas las tumbas, pero cuando se trata de las tumbas de los poetas con eso no está todo dicho. En su caso hay algo diferente. La mayoría de los muertos callan. Ya no dicen nada. Literalmente, ya lo han dicho todo. Pero no sucede así con los poetas. Los poetas siguen hablando. A veces se repiten. Esto ocurre cada vez que alguien lee o recita un poema por segunda o centésima vez. Pero hablan también para quienes todavía no han nacido, para unas personas que aún no han vivido cuando ellos escriben lo que escriben. ¿Por qué visitamos la tumba de alguien a quien no hemos conocido en absoluto? Porque aún nos dice algo, algo que sigue resonando en nuestros oídos, que hemos retenido e incluso no hemos olvidado, que nos sabemos de memoria y de vez en cuando repetimos, en voz baja o en voz alta. Con alguien cuyas palabras siguen estando presentes para nosotros mantenemos una relación, del tipo que sea. Por esa razón, no es imprescindible visitar su tumba. Cuando se trata de tumbas, todo es irracional. Llevamos flores a nadie, arrancamos los hierbajos para nadie y aquel por quien vamos no sabe que estamos allí. Sin embargo, lo hacemos. En algún rincón secreto de nuestro corazón albergamos la idea de que esa persona nos ve y se da cuenta de que seguimos pensando en ella. Pues eso es lo que queremos; queremos que los muertos reparen en nosotros, queremos que sepan que seguimos leyéndoles, porque ellos siguen hablándonos. Cuando nos hallamos al lado de sus tumbas, sus palabras nos envuelven. La persona ya no existe, pero las palabras y los pensamientos permanecen. Podemos al menos rememorar. Cada visita a la tumba de un poeta es una conversación en la cual la respuesta ya está ahí mucho antes que todo lo que nosotros mismos pudiéramos decir. Es una paradoja. Algo se ha dicho ya, pero sin que se haya formulado una pregunta. Hemos venido a dar nuestra aquiescencia, a estar cerca de las palabras que ya se han dicho.





















 

ESE VIEJO DEL ESPEJO

 Claro que...
claro que cuando me miro en el espejo,
me siento un ser extraño,
y tengo que comprobarme de cuerpo entero,
que sí... que soy yo el que estoy mirando,
que sí...que soy yo y no soy el otro,
que sí... que soy yo,
solo que soy yo pero un poco más viejo.
Que soy el yo auténtico,
el yo genuíno,
ese pensador de ideas vanas,
ese escritor que apenas dice nada...
ese soy yo,
pero además de eso... soy...
el legendario cid campeador,
el beduíno sin dromedario,
el alquimista y altruísta que todo lo ensalza,
y ese yo que yo describo...
ese soy yo,
solo que soy yo pero un poco más viejo.
No me sienta mal del todo
ese look de vaquero fumador de malboro,
ese cigarro sempiterno siempre entre mis labios,
y esa boca llena de humo y con esa sonrisa de pícaro
y de como si nunca hubiera roto un plato.
No me sienta nada mal esa piel arrugada,
al revés,
parecen surcos de arados en un campo de trigo,
eso le da caché a mi cara
le da un aire a venerable sapiencia.
Si yo me miro de lado,
hasta me encuentro a gusto con mi cara,
es más, si veo de nuevo mi reflejo en el espejo,
y me fijo en que mis ojeras cuelgan como dos nidos de cigüeña
tengo que reconocer que ahí están y que las reivindico
y además juro...que les encuentro su encanto.
Ahora delante de mi espejo mágico,
veo rasgos vagamente reconocidos,
veo señales de guerras y de mil batallas,
veo mi piel reseca y arañada
y aún así... me veo,
me conozco y hasta me reconozco,
y por fin y con una sonrisa socarrona
y repito... y como si nunca hubiera roto un plato
me despido de ese viejo,
de ese viejo que vive...
que vive detrás de mi espejo.



Cuidado con los ojos - Antonio Muñoz Molina

 Hará falta aprender a no mirar directamente a los ojos de nadie, incluso a no mirar, o a fingir que no se está viendo, que no se hace caso o no importa lo que se ha visto. La mirada franca es un peligro, y también la expresión que aparece en la cara, el desagrado o la sorpresa, el entusiasmo, el deseo. A los niños sus padres les dicen que no miren fijamente a los desconocidos: en la infancia la prohibición de mirar es tan incomprensible como la de señalar con el dedo, y nos deja ya para siempre un instinto de cautela, una intuición de fronteras invisibles, que, no se pueden traspasar, sin castigo.A un hombre joven lo acaban de matar por el modo en que miraba, según han dicho con más desenvoltura que remordimiento sus asesinos. En uno de esos lugares nocturnos donde el fin de semana se resuelve en vértigo de alcohol alguien se quedó mirando a un grupo de cabezas rapadas y en su cara apareció tal vez una expresión de la que él mismo no era consciente, o que no significaba nada, y esos individuos lo rodearon y lo apuñalaron y lo dejaron muerto, en medio de la confusión, entre gente sudorosa que no miraba y no veía, entre coches que pasaban y no se detenían aunque el hermano del muerto hiciera señales desesperadas pidiendo ayuda. Uno va viviendo como puede su vida y mira a alguien y la expresión y el brillo de sus ojos son su delito y su condena instantánea, y un minuto después en lugar de bebiendo una copa o dejando que la noche se extinga en esa melancolía última de. extenuación y trivialidad con que las noches tan largas suelen acabarse, uno estará muerto o muriéndose, el vientre desgarrado a navajazos, los ojos viendo por última vez una confusión de piernas que se mueven, de algunos cuerpos ájenos, cada vez más verticales en la distancia de quien yace en el suelo.

"Y tú qué miras", dicen siempre retadoramente los niños más fuertes o más chulos a los más débiles. Hay una intolerancia de quien no admite ser mirado, y el roce inmaterial o la interrogación de unas pupilas son agravios que cientos canallas no dejan sin perdón. Para la culpabilidad, o la vergüenza oculta cualquier mirada es acusatoria. Mas personas más intimamente soberbias se las reconoce, porque nunca llegan a mirar a los ojos. Y hay también una cobardía y un acomodo pusilánime de la mirada, un hábito de apartar los ojos para no ver o para que no parezca que uno. ha visto. Hace poco, en un reportaje de la televisión, lo ex vecinos de María Dolores Cataraín Yoyes, aseguraban que no habían visto nada ni escuchado nada el día de su asesinato, en medio de la plaza de, un pueblo en el que todo el mundo se conoce. Nadie vio al pistolero, nadie escuchó un disparo, nadie vio a la mujer caída junto a la criatura que había sacado a pasear.

Cuidado con los ojos: no hará falta decir nada, ni mostrar nada, bastará el simple hecho de haber mirado. En algunos países anglosajones las astucias y los protocolos de la mirada son de las cosas más difíciles de aprender para un español, porque nosotros tendernos a mirar a los ojos a quienes se nos acercan ya sostener la mirada desde una cierta distancia, no por nada, sino por el puro imán de las pupilas, por ese encuentro que ocurre sin consecuencias entre dos mundos desconocidos.

Esa costumbre puede causar dificultades enojosas a los no iniciados: tanta atención, ¿no será maleducada, no mostrará un conato de acoso sexual? Las normas de comportamiento visual son sutiles: en un. pasillo universitario norteamericano por ejemplo hay que mirar a quien se nos acerca, porque si no se le mira cabe la posibilidad de que eso sea considerado una ofensa, pero hay que mirar justo, un solo instante y a una cierta distancia más bien preventiva, una sola mirada que se cruza con otra y que va acompaña da por una sonrisa igual de rápida.

No hay que mirar con mucha atención, no hay disculpa para la vehemencia de los ojos. Durante más de de 10 años una parte de nuestro adiestramiento en el cinismo público ha consistido en el aprendizaje de las cosas que era preferible no mirar, igual que cuando va uno por la calle y presencia una reyerta o el desmayo de alguien o los aspavientos de un perturbado y aparta enseguido los ojos, vuelve la cara y apresura el paso no vaya a verse atrapado, contaminado, comprometido. No mirar el cadáver cubierto por una manta y la sangre que salpica una acera, no enterarse de las andanzas siniestras de unos policías fuera de la ley, no advertir el modo en que cambiaron de comportamiento, de vestuario y de coche algunos conocidos que se dedicaban a la política, no ver la degradación lenta de las calles de una ciudad, no dejar que la. vista se detuviera más de un segundo en la figura de un mendigo, de un borracho, de un yonqui. Hubo un momento en la alucinada vida española de esta década tan larga en el que él acto de mirar con los ojos abiertos era una inconveniencia censurable.

"Ojos que no ven, corazón que no siente", les oíamos decir a nuestros mayores cuando nos enseñaban sus doctrinas enigmáticas sobre los peligros del mundo y nos reñían por señalar o por mirar abiertamente a los desconocidos. La imagen más cruel que yo he visto en el cine es la de la navaja de afeitar que corta un ojo abierto en Un perro andaluz mientras una nube muy rápida cruza sobre el globo blanco de la luna. A un hombre joven que no había hecho mal a nadie y que estaba empezando animosamente su vida lo han matado a navajazos por el simple delito de mirar: quién se atreverá a no apartar los ojos de esa clase diaria de horror, sabiendo que personas más sagaces y juiciosas pueden acusarlo de mirar lo que no deben, de fijarse demasiado, de señalar un peligro que ya está entre nosotros y del que por ahora preferimos apartar los ojos.




 

SÁBADO

Sábado, primer sábado después de mi cumpleaños que fue el día 5 de febrero y ese día el mundo tuvo la mala suerte de saber que en una esquin...