Me aburro por aquí, me aburro por allá, haciendo esto o lo otro me aburro igualmente. O sea me aburro por los cuatro costados y me siento como una barco varado sobre una lengua de arena. Me aburro y sobre todo me aburro porque no me gusta nada de nada lo que ahora estoy haciendo, que es ni más ni menos que qreglar mi vieja casa de arriba a abajo, cosiendo sus desconchados, pintando sus viejas paredes de piedra de marés (que es la piedra de aquí) , tiranado las cosas y objetos que ahora pienso que me sobran y tirándolos a una gran cuba que se presntará mañana en la puerta de mi casa. Por cierto, la puerta habrá que pintarla y arreglar algunos desavíos que pruduce el paso del tiempo. Y en esta nierda en que estoy metido ¿a quién coño le va a gustar?. Aparte del dolor que me produce despedirme en vida de mi querida casa. Dejará de ser mía y pasará a otras manos que ni siquiera conozco y ni sé de que van y que a lo mejor lo único que quieren y desean es maltratar a una casa tan preciosa. Mi casa está vieja pero no llega a un estado de decadencia y cuando creo que se acerca ese momento me siento en la obligación de hacer algo para cambiar dicha tendencia. Mi casa tiene más 130 años. Y con más de 130 años de existencia necesita manos que la cuiden y mimen.
Claro que yo para el próximo mes cumplo 69 años y claro una casa vieja y a la vez, entrañablemente desgastada, pero desgastada al fin y al cabo, un viejo de 69 años como va a poder con ella. Tiene sótano, planta baja, planta media y planta alta y todo son escaleras que uno ya no está en edad de no poder subir. Yo veo a mi hijo mayor subir escaleras y parece que lleva pegado un cohete en el culo. Yo en esto dimito y me rindo a la evidencia sin poner condiciones. Y me sobra casa pero no me falta vida, pero alego que de cada vez irá peor la cosa. Yo alego y después me diréis que no os he dicho nada. Pues nada que aquí queda escrito y que en pleno uso de mis facultades mentales (ya un poco mermadas) y físicas (bastante más tocadas), yo os puedo jurar y eso hago, que a pesar de tener que vender mi casa, yo no me rindo ante nada. Ahora el sofocón lo llevo puesto y el mal rollo también. Yo si tuviera pasta gansa en abundancia, le metería a la casa un puto ascensor y una reforma íntegra de arriba a abajo. Empezando por el sótano, el lugar más maltratado de ésta santa casa e instalaría una preciosa piscina de agua caliente y fría ya veríamos como iría el asunto.
Arriba de éste pequeño palacete, la última planta es muy alta, demasiado alta para mi gusto y haría un altillo para ganar espacio y reducir esa altura tan desfasada y así darle más calidez a la casa. No tengo planos físicos de nada, pero los tengo grabados dentro de mi cabeza. Mi cabeza dura y que gracias a la cual, yo sigo agradeciendo cada día en el que vivo. Ahora bien, aclaro que vender mi casa es como vender un trozo de mi alma.