Se me escapa el tiempo,
se me escapa entre los dedos,
los segundos, de mi reloj, desaparecieron,
los minutos cabalgan desbocados,
y las horas hace tiempo que no las veo.
Se me escapa el tiempo,
y con él se fueron mis pensamientos,
así sin más, sin dar un aviso previo,
sin decirme nada, ni siquiera un :
te voy a echar de menos,
o perdona y lo siento,
pero me tengo que ir, porqué ...
Quizá fuera mejor el silencio,
y yo quedarme sólo y mudo,
rodeado de resentimiento,
y con ganas de retorcerle el cuello al tiempo.
El tiempo me ha dejado,
y ahora que va a ser de mí, sin el tiempo,
no voy a llorar ni a suplicar,
me quedaré sentado aquí,
sentado a esperar a que pase el tiempo,
y si lo espero con anhelo,
a lo mejor el tiempo se enternece.
No sé, pero el caso es que el tiempo se me escapa,
y se me escapa como el roce de tús labios,
o como la caricia de tús dedos,
o como el beso de despedida,
y el tiempo se me escapa,
y no sólo el tiempo se me escapa,
tambien se van los sentimientos,
y los recuerdos de aquel día.
todo se junta en la nebulosa,
en la nebulosa del tiempo perdido.
LA NOCHE
Ahora resulta que el día se oscurece,
y se tiñe de lutuoso luto,
y cierra las compuertas de su presa.
El día claro y lúcido,
se transformó en día de tinieblas,
la lluvia y el viento, acuden al entierro,
le siguen la luna apagada
y las nubes cargadas.
ahora el día es noche,
y la noche dicta las leyes:
el viento debe seguir azotando,
la lluvia debe desbordar los cauces,
y los embalses deben rebosar, hasta estallar.
El viento no habla, da rugidos de león,
la lluvia no llueve, y cae en forma de telón,
el mar se encabrita y se enfurece,
y la noche se convierte, en un dulce y tenebroso agujero negro.
Hoy estoy aquí, en medio de la tempestad,
la oigo gritar con desespero,
escucho sus aullidos de fiera enjaulada,
la noto llegar con sus brazos poderosos,
y como hace batir las puertas y ventanas del miedo.
La noche llegó,
y con ella, la oscuridad de las tinieblas,
la noche, oh!! la noche hoy nos trae algo,
nos invita al baile, con luces de relámpagos,
y al sonido de truenos y timbales.
Cantan los ángeles música celestial,
dios marca el paso y preside la comitiva,
le siguen los doce apóstoles,
y algún pecador despistado,
en el medio van las almas penitentes,
y al final, cerrando la marcha,
va el deminio tocando el tambor,
y riéndose a pleno pulmón, sin cortarse ni un pelo.
La noche nos hace alucinar,
y nos ayuda a viajar a través de las estrellas,
la noche funde al tiempo en un sólo momento,
un instante donde confluye todo:
el pasado, el presente y el futuro,
todos en el mismo tiempo,
en ese mismo instante,
donde se perfora la bóveda del cielo,
y nosotros, en ese mismo instante,
desapareceremos arrastrados por el viento.
COMPETITIVO
Es curioso observar el comportamiento que se tiene cuando se piensan
dos cosas a la vez. Las dos luchan por coger un sitio privilegiado y
!como luchan!. Cuando ya estás convencido de que te tienes que centrar
en una de ellas, va la otra idea y se cuela por el medio. Y de nuevo
empieza la rueda y da vueltas y vueltas, hasta que tú te plantas y pones
orden o sea orden por decreto ley. Voy a priorizar por encima de todo
ésta idea y la otra la aplazo por éstas cuestiones y aún así, la idea
desplazada intenta sacar de nuevo su cabeza. En el fondo es la
competitividad entre dos ideas, es la lucha por la supervivencia. Yo no
hace mucho pensaba que sólo era competitivo en el deporte, sobre todo en
los deportes de jugar con raqueta (tenis, padel, ping-pong), pues me
encantan y además me muevo en ellos, como pez en el agua. En los demás
terrenos de mi vida, pensaba que no era competitivo y esto me traía
muchas contradiciones, contradiciones que partiendo de un mal
planteamiento inicial, no podían ser resueltas. Con esto, quiero decir
que si yo no aceptaba que fuera competitivo en los demás aspectos de mi
vida, dificilmernte podía resolver mis contradiciones.
Ahora, despues de darle la vuelta a mi pellejo y sacudirlo y lavarlo un montón de veces, me doy cuenta que si no era competitivo, era simplemente porque tenía miedo. Con esto no quiero decir que apruebe o me guste ser competitivo sin escrúpulos, no, me gusta o quiero ser competitivo precisamente con escrúpulos, que es muy diferente. Reconocer que uno es competitivo, es el primer paso y por primer paso, es el más difícil de todos. Es donde tienes que romper tú propia virginidad y eso duele y como duele. En los deportes de raqueta yo me dejaba la piel jugando, a veces me pasaba de revoluciones y debido a mi edad y a que me dejaba el alma, yo me rompía por dentro, pero que satisfación sentía dejando el alma sobre la pista. Despues una vez que me enfriaba, la cosa adquiría tonos lastimosos y dolorosos, me dolía desde el epicóndilo hasta la epitróclea pasando por la rabadilla del culo. El dolor te hace comprender muchas cosas: te hace ver que ya estás viejo para darte esos trotes, que lo que cuesta y se gana a pulso y con el sudor de tú frente, despues produce dolor placentero, que si te vacías a tope el mundo que te rodea se relaja y tranquiliza. que tienes una parte de masoquista y otros descubrimientos de menos importancia.
Yo creo que lo de competitivo no conseguí asumirlo, en principio, por rechazo visceral. Me acuerdo que cuando era un capullo pequeño, mi madre me daba unos preciosos consejos y uno versaba sobre éste tema: me decía que en ésta vida yo no sería nada, pero nada de nada, si yo no tenía ambición y para ello tenía que ser egoista, más egoista que ninguna persona. Yo en esos momentos me autoaplicaba el cilicio en mi pabellón auricular y empezaba a sufrir como un cerdo. Que miedo me daba viéndome sobre los cadáveres de otros congéneres que se atrevieron a desafiarme a competir conmigo. Yo saludando triunfal sobre el montón de esqueletos y vanagloriándome de ello, esto me producía pavor y creo que de aquí cogí alergia a la palabras ambición y egoista. O sea que me pasé al otro lado y empecé a odiar todo lo que sonara a competitivo.
Despues, más adelante, cuando estaba estudiando en la Universidad, hubo unos años, que por circunstancias personales que ahora no voy a tocar, que perdí el hilo de mis estudios o sea que estuve más perdido que un ocho, es decir que poco a poco me fuí quedando atrás y viendo como se alejaba el tren. Despues lo que me tocó, fué una lucha de titanes, esfuerzos improbos para intentar cogerlo y al no poder, a continuación vino el gran batacazo. Me acuerdo de esa sensación, la sensación de ir siempre por detrás y que cada vez que hacía el intento de adelantarme, era tanto lo que tenía acumulado, que a pesar de ese esfuerzo sobrehumano, nunca llegaba a coger el tren a tiempo. A veces me parece complicado de explicar todo esto, aunque creo que se entiende. Cuando uno va por detrás de los acontecimientos, se acumulan los temas pendientes y presentes, e intentar al mismo tiempo, resolver los de tú futuro, y sencillamente ya no tienes tiempo para pensar en tú futuro. El pasado y el presente se mezclan sin piedad y acaban haciéndose un ovillo, y entonces no sabes cual debes priorizar, la confusión se hace palpable y cada día, a falta de tener las cosas claras, amaneces con un nudo en la garganta. Y el futuro, el futuro es negro y muy negro, pues mientras estés en medio del nudo de tú pasado y presente, no puedes ver con claridad y por tanto careces de perspectivas.
Entonces ¿que pasó en todo éste proceso?. Pues que adapté mi repulsa inicial a ser competitivo, a mi relativo fracaso universitario y en consecuencia me inundé de sentiomientos negativos y positivicé los aspectos más negros, o sea que como ya odiaba el tema de la competitividad y de repente me encontré con argumentos, aunque no reconocidos, que apoyaban más la tesis de que la competitividad era un fenómeno negativo y por tanto dejé de ser competitivo. Me propues por lo bajines, acabar la carrera, pero sin grandes estridencias o sea a base de simples aprobados y después, más adelante, ya vería que hacía con mi cuerpo serrano.
Claro que esto de estudiar a trancas y barrancas tiene sus malos resultados, los cuales se concretan que estudias a golpes sin poder hilar las cosas. Es curioso, que yo me entererá de que iba la Medicina despues de acabar la carrera, cuando tuve que incar los codos para intentar sacar las oposiciones. Y la razón de esto, fué que por primera vez en mi vida estudié dándole un sentido a lo que estudiaba, es decir, que fuí estudiando medicina de forma conectada. Esta asignatura tiene relación con ésta otra y esto quiere decir esto y no lo otro, es decir que estudié dándole un sentido a todo. Eso sí, seguí pensando que el ser competitivo era mierda inventada por el sistema y por tanto ya le podían dar por culo.
Pasaron los años y al final mi epopeya de oposiciones acabó en fracaso estrepitoso y menos mal que por lo menos que acabó, pues trabajo me costó reconocer que yo no servía para ello o por lo menos que no servía mientras me lo planteara de esa manera. Al mismo tiempo entró el pragmatismo y hubo que ponerse a currar, porque simplemente había que papear y para papear haca falta la pasta. En el curre yo mantuve el mismo planteamiento: todos podemos ser amigos y dejar de ser competitivos. Pero mientras yo me mantenía en mi globo, los demás se iban dando hostias para aprobar las oposiciones y yo seguía en mi globo y el cual cada vez estaba más lejano, y así,...y así,... casi hasta ahora, hasta hace escasos pocos años, no creo que pase de dos y fué cuando por fin caí del burro y gracias, a haber aprobado por fin las oposiciones. Entonces comprendí que las había aprobado, siendo un poco más competitivo y que los demás, como siempre, fueron a lo suyo y menos mal que las aprobé y que por fin me di cuenta. Menuda hostia llevaría si no las hubiera aprobado.
Así que ahora, ¿como me defino?, soy competitivo o no lo soy o soy solamente un poco. Yo ahora me defino como un ser competitivo y muy competitivo, pero con principios o dicho de otra manera, con escrúpulos. Es como una partida de padel, donde juegan 4 tios o tias, dos contra dos, tú juegas a ganar, claro y vas buscando las cosquillas de los de enfrente, obesrvas si uno falla más que el otro, pues a ese si te ves apurado, le van a ir casi todas las pelotas, logicamente, y cual de los dos falla más del revés y vas a hacer más de lo mismo, todas al revés del débil, y así buscando, buscando, hasta que los remates. Eso sí, sin tirarle la raqueta a la cara, sin dispararle al cuerpo salvo que te lo pidan, sin tirarle piedras, etc, etc,...o sea competir sin asesinar, lo demás es todo válido, le puedes quitar un ojo, le puedes arrancar la lengua o comerle el brazo a mordiscos, pero nunca, nunca, matar al enemigo. Aunque dejarlo lisiado y tetrapléjico, si entra dentro de mis principios.
Ahora, despues de darle la vuelta a mi pellejo y sacudirlo y lavarlo un montón de veces, me doy cuenta que si no era competitivo, era simplemente porque tenía miedo. Con esto no quiero decir que apruebe o me guste ser competitivo sin escrúpulos, no, me gusta o quiero ser competitivo precisamente con escrúpulos, que es muy diferente. Reconocer que uno es competitivo, es el primer paso y por primer paso, es el más difícil de todos. Es donde tienes que romper tú propia virginidad y eso duele y como duele. En los deportes de raqueta yo me dejaba la piel jugando, a veces me pasaba de revoluciones y debido a mi edad y a que me dejaba el alma, yo me rompía por dentro, pero que satisfación sentía dejando el alma sobre la pista. Despues una vez que me enfriaba, la cosa adquiría tonos lastimosos y dolorosos, me dolía desde el epicóndilo hasta la epitróclea pasando por la rabadilla del culo. El dolor te hace comprender muchas cosas: te hace ver que ya estás viejo para darte esos trotes, que lo que cuesta y se gana a pulso y con el sudor de tú frente, despues produce dolor placentero, que si te vacías a tope el mundo que te rodea se relaja y tranquiliza. que tienes una parte de masoquista y otros descubrimientos de menos importancia.
Yo creo que lo de competitivo no conseguí asumirlo, en principio, por rechazo visceral. Me acuerdo que cuando era un capullo pequeño, mi madre me daba unos preciosos consejos y uno versaba sobre éste tema: me decía que en ésta vida yo no sería nada, pero nada de nada, si yo no tenía ambición y para ello tenía que ser egoista, más egoista que ninguna persona. Yo en esos momentos me autoaplicaba el cilicio en mi pabellón auricular y empezaba a sufrir como un cerdo. Que miedo me daba viéndome sobre los cadáveres de otros congéneres que se atrevieron a desafiarme a competir conmigo. Yo saludando triunfal sobre el montón de esqueletos y vanagloriándome de ello, esto me producía pavor y creo que de aquí cogí alergia a la palabras ambición y egoista. O sea que me pasé al otro lado y empecé a odiar todo lo que sonara a competitivo.
Despues, más adelante, cuando estaba estudiando en la Universidad, hubo unos años, que por circunstancias personales que ahora no voy a tocar, que perdí el hilo de mis estudios o sea que estuve más perdido que un ocho, es decir que poco a poco me fuí quedando atrás y viendo como se alejaba el tren. Despues lo que me tocó, fué una lucha de titanes, esfuerzos improbos para intentar cogerlo y al no poder, a continuación vino el gran batacazo. Me acuerdo de esa sensación, la sensación de ir siempre por detrás y que cada vez que hacía el intento de adelantarme, era tanto lo que tenía acumulado, que a pesar de ese esfuerzo sobrehumano, nunca llegaba a coger el tren a tiempo. A veces me parece complicado de explicar todo esto, aunque creo que se entiende. Cuando uno va por detrás de los acontecimientos, se acumulan los temas pendientes y presentes, e intentar al mismo tiempo, resolver los de tú futuro, y sencillamente ya no tienes tiempo para pensar en tú futuro. El pasado y el presente se mezclan sin piedad y acaban haciéndose un ovillo, y entonces no sabes cual debes priorizar, la confusión se hace palpable y cada día, a falta de tener las cosas claras, amaneces con un nudo en la garganta. Y el futuro, el futuro es negro y muy negro, pues mientras estés en medio del nudo de tú pasado y presente, no puedes ver con claridad y por tanto careces de perspectivas.
Entonces ¿que pasó en todo éste proceso?. Pues que adapté mi repulsa inicial a ser competitivo, a mi relativo fracaso universitario y en consecuencia me inundé de sentiomientos negativos y positivicé los aspectos más negros, o sea que como ya odiaba el tema de la competitividad y de repente me encontré con argumentos, aunque no reconocidos, que apoyaban más la tesis de que la competitividad era un fenómeno negativo y por tanto dejé de ser competitivo. Me propues por lo bajines, acabar la carrera, pero sin grandes estridencias o sea a base de simples aprobados y después, más adelante, ya vería que hacía con mi cuerpo serrano.
Claro que esto de estudiar a trancas y barrancas tiene sus malos resultados, los cuales se concretan que estudias a golpes sin poder hilar las cosas. Es curioso, que yo me entererá de que iba la Medicina despues de acabar la carrera, cuando tuve que incar los codos para intentar sacar las oposiciones. Y la razón de esto, fué que por primera vez en mi vida estudié dándole un sentido a lo que estudiaba, es decir, que fuí estudiando medicina de forma conectada. Esta asignatura tiene relación con ésta otra y esto quiere decir esto y no lo otro, es decir que estudié dándole un sentido a todo. Eso sí, seguí pensando que el ser competitivo era mierda inventada por el sistema y por tanto ya le podían dar por culo.
Pasaron los años y al final mi epopeya de oposiciones acabó en fracaso estrepitoso y menos mal que por lo menos que acabó, pues trabajo me costó reconocer que yo no servía para ello o por lo menos que no servía mientras me lo planteara de esa manera. Al mismo tiempo entró el pragmatismo y hubo que ponerse a currar, porque simplemente había que papear y para papear haca falta la pasta. En el curre yo mantuve el mismo planteamiento: todos podemos ser amigos y dejar de ser competitivos. Pero mientras yo me mantenía en mi globo, los demás se iban dando hostias para aprobar las oposiciones y yo seguía en mi globo y el cual cada vez estaba más lejano, y así,...y así,... casi hasta ahora, hasta hace escasos pocos años, no creo que pase de dos y fué cuando por fin caí del burro y gracias, a haber aprobado por fin las oposiciones. Entonces comprendí que las había aprobado, siendo un poco más competitivo y que los demás, como siempre, fueron a lo suyo y menos mal que las aprobé y que por fin me di cuenta. Menuda hostia llevaría si no las hubiera aprobado.
Así que ahora, ¿como me defino?, soy competitivo o no lo soy o soy solamente un poco. Yo ahora me defino como un ser competitivo y muy competitivo, pero con principios o dicho de otra manera, con escrúpulos. Es como una partida de padel, donde juegan 4 tios o tias, dos contra dos, tú juegas a ganar, claro y vas buscando las cosquillas de los de enfrente, obesrvas si uno falla más que el otro, pues a ese si te ves apurado, le van a ir casi todas las pelotas, logicamente, y cual de los dos falla más del revés y vas a hacer más de lo mismo, todas al revés del débil, y así buscando, buscando, hasta que los remates. Eso sí, sin tirarle la raqueta a la cara, sin dispararle al cuerpo salvo que te lo pidan, sin tirarle piedras, etc, etc,...o sea competir sin asesinar, lo demás es todo válido, le puedes quitar un ojo, le puedes arrancar la lengua o comerle el brazo a mordiscos, pero nunca, nunca, matar al enemigo. Aunque dejarlo lisiado y tetrapléjico, si entra dentro de mis principios.
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