Bueno, podía ser peor, siempre puede ser peor, pero casi nunca, mejor y porque, podía ser peor, es un consuelo y podía ser mejor, es un deseo y los deseos, hoy en día, están muy caros y los consuelos son el pan de cada día. Es mucho más fácil consolar a alguien, que compartir un deseo y además el consuelo, tiene su propio lenguaje, tiene esa frases hechas que no ayudan en nada, pero que hay que decir. Y venga anímate y no llores más que seguro que todo pasa y de nuevo otra andanada, y levanta ese ánimo y no te dejes vencer y porque hay que seguir viviendo. Y de verdad vosotros pensáis que todo esa retahila de frases hechas, ¿sirven para algo?. A veces y muchas veces pienso, que el silencio es el mejor acompañante que hay, pues ese silencio es solidario, es estar a su lado pero con todo tu respecto, es darle una mano y salir juntos a pasear por la tristeza del momento.
Y es que hay gente que ante una situación que de alguna manera le sobrepasa, no para de hablar y de decir una tontería tras otra y no entienden que hay otra gente que no, que no le van las frases hechas, que no le van las palabras vacías y que no le va el consuelo de los tontos. Yo me adhiero al silencio y al silencio del crepúsculo y sólo roto por el lejano canto de un gallo. Y saber callar es un don, es un don de unos pocos, pero a la persona que lo tiene, se lo agradecerás el resto de tu vida. A veces una simple mano hace más que mil palabras vacías o una simple mirada o un beso tierno y sincero.
Y en cambio y volviendo al principio, compartir un deseo no tiene nada preestablecido y no hay frases hechas, ni palabras de aire. Hay la inspiración del momento que se puede concretar en palabras, en abrazos, en besos, en miradas cómplices y en querer más deseos, pues como todo, los deseos te llevan a más deseos y de ahí, te llevan al infinito.