Quisiera morir de pie
y con los ojos abiertos como centellas
y con la columna recta y entera
y señalando la luna.
Quisiera morir sin desgastes
y sin penas añadidas,
con las justas
y porque me pertenecen
y porque siempre han sido mías.
Es que desde mis pestañas
hasta la punta de mis pies,
tiemblo en mis peores días
y hasta mis huesos se quejan de semejante estruendo
y no sé como decirlo
yo...tenía un amigo...
que nunca te decía lo que pensaba y lo que sentía,
pero por dentro se lo pensaba y se lo callaba,
en fin, que un día me quedé sin amigo
y sin su aliento
que era generoso y humano
y era aliento de ser buena persona por encima de todo,
y ahora tengo la rabia de haberlo perdido
y ¡mea culpa!...
me digo en mis peores días.