
Y no me valen las zarandajas que tengo 20 0 30 niños en clase, aunque yo no me puedo comparar, porque yo ahora ya no funciono por números, pues lo mío es cuestión cualitativa (soy así de chulo), es decir, que me puedo llevar 3 horas con un sólo paciente, porque a veces hay que recuperarlos del otro lado y eso lleva su tiempo y es que el demonio tira muy fuerte y después pasar la aduana, que no es nada fácil. Pero cuando pasaba consulta en otros tiempos ya lejanos, andaba alrededor de 80 personas en cada día, si es que eran personas, pues eran adultos tirando a niños. Ya sabéis como se transforma el personal cuando acude al médico. Y durante dos años, que ejercí de Pediatra, llegaba a tener 100 niños. De acuerdo que eso no es lo aconsejable, era un bestiada inhumana, pero tampoco me vale lo contrario, porque para que fuera una consulta verdadera y con todos sus puntos y complementos, a lo mejor lo que toca es media hora por paciente y entonces en una mañana tocarían 10 o 12 pacientes. A que no suena muy bien, ¿a que no? .

Y es que además, si el problema está en el número de niños, pues creo que eso no se soluciona teniendo tantas vacaciones, se solucionará enfrentándose a ese problema en concreto. Claro que si yo fuera profesor y un ¡carajo!, diría, y mira, mira tío..., ahora me voy un mes al Caribe y a la vuelta a descansar a Canarias, que los viajes cansan y a mi me agotan. Después vengo a hacer los exámenes de Septiembre y me tendré que ir a descansar 3 semanas a Buenos Aires, vamos para despejarme. Después vienen los puentes y los días impropios y el día de la patrona de los estudiantes y así de puente en puente y tiro porque me toca. Así me lo montaría yo si fuera profesor y entonces y ya concluyo, lo que tengo es puta envidia. Eso es, lo que tengo y de lo que padezco, es de puta envidia.