De nada


De nada

me digo a veces.

A veces me pasa

si me hago un favor,

si me concedo un pensamiento brillante,

si pago una deuda pendiente

si me desenredo de un pensamiento obsceno

si hago de tripas corazón

si me trago mi bilis

y entonces

siento que algo caliente recorre mis venas

será sangre, serán fluídos,

será plasma blanco como la leche

o serán mis hilos que condensan todas mis emociones.

De nada, me repito,

palpito y me conmociono,

siento y me emociono,

quiero y no sé que decirte...

no sé, 

siento que a veces, toco el cielo.























 De nada

me digo a veces.

A veces me pasa

si me hago un favor,

si me concedo un pensamiento brillante,

si pago una deuda pendiente

si me desenredo de un pensamiento obsceno

si hago de tripas corazón

si me trago mi bilis

y entonces

siento que algo caliente recorre mis venas

será sangre, serán fluídos,

será plasma blanco como la leche

o serán mis hilos que condensan todas mis emociones.

De nada, me repito,

palpito y me conmociono,

siento y me emociono,

quiero y no sé que decirte...

no sé, 

siento y a veces, toco el cielo.

AHORA MISMO


Yo me acuerdo y mucho de mis desfases y malos rollos. Tanto y tantas veces me acuerdo, que aún sigo sintiendo el frío acero de su puñalada. Yo, no soy de reconcomerme como una serpiente y flagelarme con cuatro látigos. Pero a veces pasa, que un mal recuerdo se cuela por una fisura que hasta ese momento  no sabías de su existencia. No quiero, vivir de rodillas castigado por algunos aspectos de mi pasado. He tenido mucho y quizá demasiado tiempo para reflexionar sobre todo mi pasado y me he fustigado pero también ha sacado pecho y me he reconocido como una persona valiente, honesta (menos cuando jugaba con las drogas), honrada, solidaria y puede y por ahondar en algún aspecto negativo (que claro, que los tengo), demasiado orgulloso, demasiado terco y cabezón y porque no decirlo, demasiado vicioso con todo lo que alterara mi estado sensorial normal. Me gusta, sentirme distinto y diferente y aunque hay veces en que pienso en que no lo soy tanto. En fin, me gusta sentirme diferente, distinto y raro, pero que realmente lo consiga, es otra cosa diferente.

Yo no alardeo, solo vuelo y para eso, aleteo. Intento ser mejor persona y tanto lo intento, que mira por donde a mis casi 68 años sigo intentando ser un tío íntegro. Lo bueno de ahora, es que ya no me fustigo por querer hacer cosas distintas, ni por tener pensamientos que a veces, rompen los moldes de la normalidad. En lo entrañable, me siento antiguo y echo mucho de menos el romanticismo, pero en muchos otras aspectos, me considero un tío de vanguardia. He sido de todo y he trabajado de todo en plan médico y en los que hubo momentos donde no me sentí esclavo pero casi.  Pero por encima de todo, he sido persona y el cariño ha estado por encima de los prejuicios y el amor ha sido el motor de mi vida.

Ahora mismo, prefiero estar solo. He estado tantas veces acompañado, que durante un tiempo llegué a pensar que no sabía estar solo (y de aquellas, era verdad). Repito, ahora prefiero y quiero estar solo, pues disfruto del día a día, amo la tarde y la noche y no me queda tiempo, para apolillar mi cerebro. No vivo del pasado, tampoco vivo del presente, pero entre los dos consigo vivir mejor y diferente. Del futuro, no me como mucho el coco y porque voy día a día y mañana ya veremos. A la muerte, la tengo siempre presente, sé que está ahí, acechando a la vuelta de la esquina y un día de estos me reventará por dentro, pero espero que me coja durmiendo o que sea tan de repente y como si un rayo me fulminara. Y en el más allá, no creo mucho. Yo creo en mundos paralelos, en las meigas o brujas o en el mago de la tribu. Me encanta lo mágico, lo etéreo, la niebla de la mañana y las noches de luna llena. Y con esos principios me valgo y me sobro.

















EMILIO LEIVA

En esta vida hemos venido a perder. Puedes llegar a perderlo todo. Pierdes a tus padres. A tus hijos cuando vuelan. Un amor equivocado. Y el de tu vida. La sonrisa cuando te la roban. El norte. No encuentras el sur. Una partida de ajedrez. Pierdes por no hacer nada. O por darlo todo. Un amigo que no era. Un tren al que llegaste tarde. Pierdes las llaves de casa. El tiempo. Un billete de autobús a un lugar inesperado. Las horas en recordar a quien no debes. Perderte tú en el rincón de siempre. La memoria que escurre lo que hace daño. El miedo a la derrota. Pierdes, porque venimos al mundo a perderlo todo. Pero jamás está permitido perder... las ganas de vivir.
Todas las reaccione

LUIS EDUARDO AUTE


 

No me queda nada de tí

 

No me queda nada de tí

salvo la arena pegada en la miel de tus labios

salvo aquella roca al borde del precipicio

salvo el viento que con dulzura moldeaba tu pelo

y salvo la espuma que salía por una esquina de tu boca

y moría en la mía.

La verdad es que ahora te vivo en silencio,

en el recuerdo queda un espacio vacío de aire y viento

y una oquedad donde solo cabe mi cuerpo.

Ahora

somos sal y cuerpo

y antes fuímos

un sentimiento

o un fluído incandescente

que traspasó nuestros cuerpos.

Es bueno saberlo...

el aire y el viento

son sensaciones que a veces se tienen

y otras veces,

son sensaciones en las que se pudieron vivir

y yo me he instalado

en el mismo vértice donde el viento y el sol me dan de cara.

La noche

no me preocupa

la noche es mi aliada

y solo espero que su fuerza abra mis alas.

A veces y en alguna tarde

yo te espero...

se empieza a esconder el sol

oigo el latido de mi chimenea

y agudizo mi oído

esperando que tus nudillos golpeen la puerta.


























Y PUNTO

 

No me gusta decir adiós. Odio decir adiós o hasta nunca o hasta que la muerte nos separe. Prefiero el hasta luego o nos veremos mañana o pasado o el año que viene, o cuando la música se calle o hasta que no nos aguantemos más y entonces y en conclusión, a partir de ese momento quizá y digo quizá, porque no creo en el absolutismo, quizá no nos volvamos a ver. Pero quién sabe y puede pasar y pasa, que han pasado 20 o 15 años y vas tan contento por una acera de tu pueblo y de repente se te cruza una mirada de otra persona que te resulta familiar y conocida y en fin, y lo es y porque es aquella vieja amiga que lo fue en aquellos lejanos tiempos y con la cual conviviste varios años. Pero claro y por gajes del destino vino a posar sus pies en tu pueblo. ¿Y que fue de tu vida? y ¿y qué tal estás?, ¿te has casado?, ¿has tenido hijos?. Y no da tiempo a contestar a tanta pregunta, además dichas preguntas son mutuas. Bueno, después de un breve psinosis de la vida de cada uno (demasiada superficial), pero tampoco le podemos pedir peras al olmo y después de 20 años, como uno puede tener el poder de sintetizar semejante período de tiempo en 5 minutos.

Además, esos 5 minutos es todo lo que hay. Es decir, después de esos 5 minutos no hay mucho más que nos podamos decir. Porque la fibra que nos unía hace más de 20 años está rota y podrida. Y entonces, es cuando se produce un intenso vacío de silencio. Y ahora que le cuento, ¿mis intimidades, mis profundos problemas personales o mis momentos de mayor felicidad y en donde ella ya no está incluída? o simplemente, me la quedo mirando y con una sonrisa tibia le digo: me alegro de volverte a ver, espero que te vaya bien y seguro que por casualidad, nos veremos otro día y a saber donde. Uno siempre deja una puerta abierta y porque volvemos a mi argumento del principio, es muy feo decirle a alguien a la que has querido, que nunca más la volverás a ver. 

Claro que también puede pasar que la otra persona te pregunte con toda su retranca: ¿Te has casado?, ¿has tenido hijos?...y porque creo recordar que de aquellas decías que nunca te ibas a casar, que no querías tener hijos. Entonces, te has casado, has tenido hijos y que más cosas que me juraste que nunca jamás harías, no has cumplido. Tu cara es un poema, no sabes donde meterte ni como poder explicarle que en la vida se juran muchas cosas y que posteriormente y porque el mundo y la vida se cambian y se transforman y tú a veces, lo haces con ellas. Y la guinda del pastel, es cuando te dice que ella no se ha casado, no ha tenido hijos y como si ella fuera un compendio de la consecuencia y tú un falso que entre otras cosas le jodiste una parte de su vida. Te mira con cara de venganza y porque simplemente se está cagando en todos tus principios. Bueno sí, le dices...pero la vida y las circunstancias, ya sabes la vida cambia y van pasando cosas. Mientras ya estás dando un paso para acercarte a su cara y para largarle un par de besos y en tono un poco cortante le dices un hasta luego. Y porque ¿qué coño le vas a explicar de tu puta vida?. ¿Acaso te va a entender en algo o acaso tú le vas a entender en algo?. Está claro que no. Si a uno ya le resulta sumamente difícil explicarse a si mismo su propia vida, no digamos intentar explicárselo a alguien que supura desconfianza hacia tu persona. Un hasta luego y ya nos veremos en el infierno. Y punto.














JULIO CORTÁZAR