EL CEREBRO...

 





GLORIA FUERTES


 "La gente corre tanto

porque no sabe dónde va.

El que sabe dónde va,

va despacio,

para paladear

el ir llegando".


YO DEL HAMBRE, SÉ MUY POCO



En realidad...

yo del hambre, sé muy poco,

mi hambre ha sido puntual,

sin apenas importancia,

hambre de dos o tres días,

hambre de estudiante,

de fin de semana, de fin de mes,

de como mucho de una o dos semanas malnutridas

y sin llevarme algo sabroso a la boca,

pero sabiendo que al final de mi hambre

tendría un premio

y comería como un lobo hambriento.

Pero de ahí no he pasado,

ni ganas tengo...

lo que quiero decir,

es que hambre de hambre han pasado mis padres

y mis abuelos y mis tías y tíos

y todos mis antepasados viejos,

pero yo tuve la gran suerte

de ver pasar el hambre

y sí, rozarme de vez en cuando,

pero no dramaticemos,

yo siempre supe que nunca me iba a morir de hambre.

 Y así fue y como veis sigo vivo

y confirmo que no me he muerto de hambre...

pero en éste mismo momento

¡estoy muerto de hambre!.

A ALGUNOS LES GUSTA LA POESÍA (Wislawa Szymborska)


A algunos,
es decir, no a todos.
Ni siquiera a los más, sino a los menos.
Sin contar las escuelas, donde es obligatoria,
y a los mismo poetas,
serán dos de cada mil personas.

Les gusta,
como también les gusta la sopa de fideos,
como les gustan los cumplidos y el color azul,
como les gusta la vieja bufanda,
como les gusta salirse con la suya,
como les gusta acariciar al perro.

La poesía,
pero qué es la poesía.
Más de una insegura respuesta
se ha dado a esta pregunta.
Y yo no sé, y sigo sin saber, y a esto me aferro
como a un oportuno pasamanos.

EL CICLISTA MALDITO (Ota Pavel)


Al final lo traicionó el don que le había sido concedido: sus poderosas piernas y sus pulmones de siete litros.
En las piernas aparecieron las primeras varices y en los pulmones –justo antes de partir para correr la Vuelta a Egipto– una gran mancha marrón.
Y después todo fue más para llorar que para reír. Le pusieron inyecciones, le dieron mil pastillas, pero no fueron capaces de determinar de qué enfermedad se trataba. Al principio pensaron que tuberculosis, después que hongos, después no sé qué otra cosa. Iban transcurriendo los años y él se pasaba en la cama veinte horas al día. Seguían sin saber qué era y aún hoy anda por ahí con esa mancha dentro de su enorme pecho. Seguramente será un pequeño balón de fútbol marrón que se cayó allí cuando en la mili lo obligaban a jugar a ese deporte. No pudieron saber qué era porque era un ciclista maldito.

MI CASA (Estela Puyuelo) . Blog de Emma Gunst


Levanté mi casa con el esfuerzo de un insecto que intuye el invierno.
Amueblé las habitaciones de experiencias.
Las pinté de cordura.
Monté armarios en el salón para almacenar los sueños
y guardé la locura en el canapé del dormitorio.
Llené la despensa de sopas de letras
y el baño de nostalgias marinas de una caracola ambulante
y de jabones de tomillo y albahaca.
Planté flores en el jardín de la lluvia
para no olvidarme de regarlas.
Y arranqué las puertas para conocer el viento.
Si alguien sopla no derribará mi casa.



CARTA AL DESASTRE


Mi querido desastre

siempre te he tenido presente

sé que estás ahí, 

que estás escondido en la memoria,

como sé que desapareciste durante un tiempo,

pero yo te conozco mi querido desastre,

siempre vuelves a mí

y a veces lo haces por la puerta grande

y lo que empezaba a ser un desorden medio controlado

se convierte en el puto caos.

Mi querido desastre

a veces hueles a naftalina,

te escondes en los viejos cajones de mi casa,

allí entre sábanas añejas y olvidadas 

metido en aquél cajón que casi nunca se abrió

y porque se quedó en el desván del olvido.

O mismo, mi querido desastre

 apareces un día por sorpresa

en cualquier esquina de mi mesilla de noche

o metido en cualquier pesadilla donde reina el caos...


CIUDAD CERO (Ángel González)

 

Una revolución.
Luego una guerra.
En aquellos dos años que eran
la quinta parte de toda mi vida,
ya había experimentado sensaciones distintas.
Imaginé más tarde
lo que es la lucha en calidad de hombre.
Pero como tal niño,
la guerra, para mí, era tan sólo:
suspensión de las clases escolares,
Isabelita en bragas en el sótano,
cementerios de coches, pisos
abandonados, hambre indefinible,
sangre descubierta
en la tierra o las losas de la calle,
un terror que duraba
lo que el frágil rumor de los cristales
después de la explosión,
y el casi incomprensible
dolor de los adultos,
sus lágrimas, su miedo,
su ira sofocada,
que, por algún resquicio,
entraban en mi alma
para desvanecerse luego, pronto,
ante uno de los muchos
prodigios cotidianos: el hallazgo
de una bala aún caliente,
el incendio
de un edificio próximo,
los restos de un saqueo
papeles y retratos
en medio de la calle…
Todo pasó,
todo es borroso ahora, todo
menos eso que apenas percibía
en aquel tiempo
y que, años más tarde,
resurgió en mi interior, ya para siempre:
este miedo difuso,
esta ira repentina,
estas imprevisibles
y verdaderas ganas de llorar.

 

 




QUIZÁS SÍ O QUIZÁS NO


Quizás sí o quizás no,
la eterna duda entre tú y yo,
quizás más adelante,
quizás el año que viene,
quizás en la otra vida,
quizás justo antes... de morir
o antes de volver a vivir,
porque ¿quién sabe?
a lo mejor nos reencarnamos en otro ser,
o nos quedamos con parte de nuestras partes
y le añadimos un algo de otro cuerpo,
y así juntamos ambas partes,
quizás si o quizás no,
quizás algún día nos veamos vestidos de nada,
desnudos de cuerpo y vacíos de alma y mente,
quizás nos estemos olvidando de que nos habíamos olvidado,
de que aquello fue en otros tiempos,
de que aquellas tardes no eran de Marte,
de que aquella Luna no era tan clara ni tan iluminada,
de que el color de tus ojos ya no se distingue en el cielo gris de mi memoria,
que quizás mis manos se equivocaron de cuerpo,
que buscaban y buscaron tus zonas más sensibles,
pero vuelvo a insistir,
quizás sí o quizás no,
o quizás te encuentre en donde te perdí,
en el mismo lugar y sitio,
quizá siga aquél mismo Faro,
quizás siga aquél paisaje tan lunático,
quizá vuelva a mirar el mar con aquellos ojos,
quizá pueda que algún día
en otra dimensión y bajo una intensa lluvia,
quizá podamos cruzarnos una última sonrisa.

CARMEN LAFORET


 

ME ABURRO POR AQUÍ, ME ABURRO POR ALLÁ...

  Me aburro por aquí, me aburro por allá, haciendo esto o lo otro me aburro igualmente. O sea me aburro por los cuatro costados y me siento ...