Prefiero


 Prefiero ser como uno debe tomarse la vida,

valiente hoy 

y mañana...posiblemente cobarde,

y pasado... ¿quién sabe?,

sí, porque mi futuro es inmediato

y hoy es mañana 

y pasado mañana será un enigma

y lo único que sé... 

es que mi destino final es la muerte,

pero mientras no palpe sus frías venas de hielo,

y mientras no me quiten del medio como un objeto caduco

seré un brote verde siempre en crecimiento

y un tío que sea como sea, se buscará la vida.






















 

LA CERCANÍA DE LA NADA

 Y como decía Fayad Jamis: "Ahora sé que mi único destino es la certidumbre de la vejez, la cercanía de la nada y su belleza aterradora". Y es que es bella la cercanía de la nada y porque indica que estás llegando a ese final en el que a su vez, has nacido dentro de él. De alguna manera todos sabemos que al nacer ya nos estamos muriendo y además, para eso hemos nacido, para morir algún día y para que la vida continue con otros ciclos y es que ninguno de nosotros somos imprescindibles para la vida y porque en realidad, somos objetos de usar y tirar. ¿Y qué pasa cuando está más cerca ese momento?, ¿que pasa por la cabeza?, ¿y qué pasa con los sentimientos?. Pues pasa poco y mucho y pasa poco porque somos poco cosa y pasa mucho, porque sientes que el tiempo se te escurre como arena entre los dedos..

Pero pase poco o pase mucho, da igual, pues el final es el mismo, vendrá igualmente la muerte. Y a la muerte hay que verla de cara y directamente a los ojos y no hay ningún tipo de pregunta trascendente y porque la muerte no te va a contestar nada, pues ella solo abarca el vacío de la noche y el vacío, es la nada. Y es que si realmente pasamos a otra vida, no podemos ir con los pensamientos actuales de esta vida y pedirle a la muerte que nos explique el porqué de nuestros razonamientos  y preguntas y por una simple y llana razón, una vez que estamos muertos, ese viaje que hay al otro lado, no tiene nada que ver con el actual o así debía ser, que no tuviese nada que ver.

Quién sabe si en el otro lado seremos caracoles o babosas u osos bipolares o delfines o marmotas o más idiotas y no me toques las pelotas, pero lo que está más que claro, es que no seremos los mismos que ahora somos y es que para eso está la muerte, para empezar de nuevo bajo otra forma de vida y señores, ¡qué venga la muerte!, que venga y me entretenga y que me de su mano fría, pues yo ya estoy en su onda premonitoria, yo ya sé lo que viene y ese viene puede ser cuestión de días, de meses o de años y entonces puedo asegurar, que la muerte nunca me pillará desprevenido. Yo apoyo una muerte inexplicable e instantánea o una muerte súbita y lo que no puedo soportar es el pensamiento de una muerte lenta y dolorosa, pues esa tortura no tiene nada que ver con lo humano.


 


FEDERICO GARCÍA LORCA

"Las cosas que se van no vuelven nunca,
todo el mundo lo sabe,
y entre el claro gentío de los vientos
es inútil quejarse.
¿Verdad, chopo, maestro de la brisa?
¡Es inútil quejarse!"



El faro se llama La Jument

 El faro se llama La Jument y es una de las linternas de mar más espectaculares de la costa francesa. Está a dos kilómetros aguas adentro de la isla de Ouessant y fue construido entre 1904 y 1911 para señalizar unos peligrosísimos bajos en los que se habían producido multitud de naufragios.

La historia de la foto tiene lugar el 21 de diciembre de 1989. El fotógrafo francés especializado en imágenes de faros Jean Guichard sobrevolaba en helicóptero La Jument un día de fuerte tormenta buscando la foto perfecta de esas gigantescas olas del Atlántico golpeando contra la estructura del faro. Dentro, el farero Theophile Malgorn, que por aquel entonces rondaba la treintena de años, escuchó las repetidas pasadas del helicóptero y pensó que algo raro podía ocurrir; quizá el piloto estaba tratando de ponerse en contacto con él por un naufragio o por algún accidente. Y en una maniobra a todas luces descabellada abrió la puerta para ver qué pasaba.

La acción completa duró apenas unos segundos. Guichard vio a aquel hombre en la puerta y su instinto de fotógrafo le dijo que allí había una composición perfecta: el hombre y la fuerza de la naturaleza. Empezó a disparar en modo ráfaga su cámara casi a la vez que una nueva ola gigante empezaba a abrazar con toneladas de agua embravecida la estructura del faro. En ese mismo instante, el farero Malgorn –asomado al quicio de la puerta- escuchó un trueno seco, como una estampida brutal (el impacto de la ola contra el frente del faro) y supo que había cometido un tremendo error. Tan rápido como abrió volvió a cerrar la puerta, justo una milésima de segundo antes de que la ola lo arrasara todo. Estaba vivo de milagro. En el carrete de Guichard quedaron impresas 9 imágenes –las que al motor de la cámara le dio tiempo a disparar - que le harían famoso de por vida y con las que en 1990 obtendría el segundo premio en el World Press Photo (el primero fue para la célebre foto de un manifestante chino parando él solo una columna de carros de combate en Tianammen).




TÓPICOS

 

Ya se empiezan a sentir los ecos de la fiesta de Ciutadella. Los primeros ecos, después serán gritos y aullidos y por último, todo se cubrirá de fotos de gente colocada, borracha y asquerosamente sudada y por el asfixiante calor y por el exceso de alcohol. No hay un concepto de fiesta sin alcohol y esto viene de lejos y ahora acabo de ver una película de vikingos y de aquellas, ya le daban al trinqui que te cagas. Es difícil ver una peli de vikingos sin que corran toneladas de alcohol y ríos de sangre y como si ellos fueran más sanguinarios y borrachos que el resto. Y sabéis que os digo, que este tema ya huele demasiado mal y resultan ser muy aburridas este tipo de películas donde su principal atracción es ser más animales que nadie y déspotas, ateos y tíos embrutecidos en su grado máximo. En realidad ponen sellos determinados, que ellos piensan (los productores y directores) que van a vender más y mejor y a un vikingo hay que ponerle una iinmensa jarra de cerveza en una mano y en la otra se les coloca una espada que debe pesar dos toneladas...pero son vikingos y mientras están bebiendo también están matando. Y toda la película transcurre así, sangre, cerveza y ruído de espadas y hachas.

Bueno, son los tópicos que si venden se exageran o se repiten hasta la saciedad o hasta que dejen de dar pasta. Vikingo= sanguinario y bestia sin principios. Y habría que ver a las huestes de la Cruzadas todas católicas, segando cuellos de sarracenos  e invadiendo medio oriente. O al revés y Atila y su inmenso ejército arrasando con todo ser vivo. En fin, las guerras, las putas guerras asesinas, que desde que las inventaron no hemos dejado de tenerlas y de padecerlas. Otro tópico, indio americano arrancando cabelleras y como si el vaquero de turno fuera repartiendo besos en la boca. Por muy poco no se cargaron a todos los indios de américa. Y muchos se hicieron por intereses económicos, pero no nos olvidemos que otros muchos asesinatos se hicieron en nombre de dios. La iglesia está salpicada de sangre inocente. Pero insisto en el tema y los sanguinarios son los vikingos.

Ahora en estos días esta pequeña isla se va a inclinar hacia un lado, pues esa fiesta atrae como moscas a miles de forasteros que vendrán en aviones y en mil barcos y como una flota invasora (que lo son) y el pueblo de Ciutadella está en uno de sus extremos y cuando sea el momento más álgido de su fiesta, puede que todo ese peso acumulado en un extremo (en la proa), levante al resto de la isla (la popa) y ahí, nos quedemos encallados.















NACÍ ENTRE DOS AGUAS

 Yo no nací en un suburbio de Londres o de California, yo nací en un suburbio de Vigo, mi ciudad natal y porque no me quedó otro remedio que nacer allí. Bueno... suburbio, suburbio tampoco era, era un punto intermedio y a mi izquierda y como no podía ser de otra manera, mi casa lindaba con los suburbios verdaderos y por el lado derecho, estaban las clases pudientes, con sus chalets todos puestos y colocados. O sea que nací entre dos aguas, entre la mierda que circulaba por la calle (no había alcantarillas)  y entre coches con chófer y gorra y por supuesto, con alcantarillas de alto postín donde la mierda era como un dulce pastel de crema. Las dos caras las ví pronto, era sencillo, era ver para un lado y para otro y ya sabías de que iba a ir la vida.

Mis amigos al principio, sólo eran de la clase pobre o empobrecida, eran unos don nadie, como yo pero aún menos, solo que yo y tal como decía mi madre, tenía que ser un don nadie con pretensiones. Mi misión era trepar por los escalafones sociales y así llegar a ser alguien (alguien bajo el punto de vista de mi madre). Los niños de la clase pudiente, andaban aparte, estaban muy ocupados con ir al Aero Club y a jugar al tenis o a andar en caballo en su club hípico pegado a la playa, no perdían su precioso tiempo andando con niños desarrapados que se dedicaban a dar pedradas a los gatos, ellos solo andaban con los niños de su clase social y además para eso estaba el chófer, para llevarlos a los sitios más selectos y exclusivos.

Y entonces pronto comprendí que la vida era muy sucia y que nunca iba a cumplir el objetivo que me había impuesto mi madre. Vamos, que nunca llegaría a ninguna cima de nada, que nunca dejaría de ser un don nadie con o sin pretensiones. Y aquí estoy, cumpliendo a rajatabla mi papel de don nadie pero sin pretensiones. Bueno, por el camino me hice Médico y creo que ese fue mi mejor logro social y en consecuencia, algunos ahora me llaman doctor (cuando en realidad soy médico y no doctor). Y yo a algunos les dejo que me llamen lo que quieran, porque pasa que a veces abres tus puertas de par en par y se instalan tranquilamente en tu casa y para esos algunos, prefiero mantener una distancia cuando menos que prudencial.

Que me llamen doctor o monseñor, que me llamen lo que quieran con tal de mantener las prudentes distancias lejos de ellos. A otros no, a otros les digo que me llamen Bruno o Javier y según sea el caso y según sople el viento. Yo doy facilidades al que me venga de cara, pero el que me venga con el gesto retorcido y huraño, pongo kilómetros por el medio. Así que me conozco a ambas clases sociales, a los ricos de verlos salir con sus bugas todos relucientes y a los pobres que estuvimos juntos u haciendo piña en la misma guerrilla. Claro que yo tenía que llegar a casa, impoluto, sin una gota de mierda y sin una mota de polvo, tenía que llegar como un puto dandi de poca monta con pretensiones y por eso así nunca llegaba a casa, pues ya sabía lo que me tocaba, una buena somanta de hostias y además, me quedaba sin cenar y castigado  el fin de semana.

Con el paso del tiempo he aprendido a no ser ni lo uno ni lo otro, pero tampoco me he instalado en el medio y porque soy y he sido un poco de todo. Hay días en que me levanto pobre y a dos velas. Otros días, me siento el más rico del pueblo pero eso sí, sin dinero. Y hay algunos otros, donde empiezo el día bien y con pasta y a media mañana, ya estoy pobre y el discurrir del resto del día, será el poner cara de haba y que aquí no ha pasado nada.

 



Yo no nací en un suburbio de Londres o de California, yo nací en un suburbio de Vigo, mi ciudad natal y porque no me quedó otro remedio que nacer allí. Bueno... suburbio, suburbio tampoco era, era un punto intermedio y a mi izquierda y como no podía ser de otra manera, mi casa lindaba con los suburbios verdaderos y por el lado derecho, estaban las clases pudientes, con sus chalets todos puestos y colocados. O sea que nací entre dos aguas, entre la mierda que circulaba por la calle (no había alcantarillas)  y entre coches con chófer y gorra y por supuesto, con alcantarillas de alto postín donde la mierda era como un dulce pastel de crema. Las dos caras las ví pronto, era sencillo, era ver para un lado y para otro y ya sabías de que iba a ir la vida.

Mis amigos al principio, sólo eran de la clase pobre o empobrecida, eran unos don nadie, como yo pero aún menos, solo que yo y tal como decía mi madre, tenía que ser un don nadie con pretensiones. Mi misión era trepar por los escalafones sociales y así llegar a ser alguien (alguien bajo el punto de vista de mi madre). Los niños de la clase pudiente, andaban aparte, estaban muy ocupados con ir al Aero Club y a jugar al tenis o a andar en caballo en su club hípico pegado a la playa, no perdían su precioso tiempo andando con niños desarrapados que se dedicaban a dar pedradas a los gatos, ellos solo andaban con los niños de su clase social y además para eso estaba el chófer, para llevarlos a los sitios más selectos y exclusivos.

Y entonces pronto comprendí que la vida era muy sucia y que nunca iba a cumplir el objetivo que me había impuesto mi madre. Vamos, que nunca llegaría a ninguna cima de nada, que nunca dejaría de ser un don nadie con o sin pretensiones. Y aquí estoy, cumpliendo a rajatabla mi papel de don nadie pero sin pretensiones. Bueno, por el camino me hice Médico y creo que ese fue mi mejor logro social y en consecuencia, algunos ahora me llaman doctor (cuando en realidad soy médico y no doctor). Y yo a algunos les dejo que me llamen lo que quieran, porque pasa que a veces abres tus puertas de par en par y se instalan tranquilamente en tu casa y para esos algunos, prefiero mantener una distancia cuando menos que prudencial.

Que me llamen Doctor o Monseñor, que me llamen lo que quieran con tal de mantener las prudentes distancias lejos de ellos. A otros no, a otros les digo que me llamen Bruno o Javier y según sea el caso y según sople el viento. Yo doy facilidades al que me venga de cara, pero el que me venga con el gesto retorcido y huraño, pongo kilómetros por el medio. Así que me conozco a ambas clases sociales, a los ricos de verlos salir con sus bugas todos relucientes y a los pobres que estuvimos juntos u haciendo piña en la misma guerrilla. Claro que yo tenía que llegar a casa, impoluto, sin una gota de mierda y sin una mota de polvo, tenía que llegar como un puto dandi de poca monta con pretensiones y por eso así nunca llegaba a casa, pues ya sabía lo que me tocaba, una buena somanta de hostias y además, me quedaba sin cenar y castigado  el fin de semana.

Con el paso del tiempo he aprendido a no ser ni lo uno ni lo otro, pero tampoco me he instalado en el medio y porque soy y he sido un poco de todo. Hay días en que me levanto pobre y a dos velas. Otros días, me siento el más rico del pueblo pero eso sí, sin dinero. Y hay algunos otros, donde empiezo el día bien y con pasta y a media mañana, ya estoy pobre y el discurrir del resto del día, será el poner cara de haba y que aquí no ha pasado nada.

Yo, no y ¿tú?

 

Supongamos que sí,

que todo es bello,

que el verano es maravilloso,

que la arena mojada es el espejo del alma

que tú eres divina y yo un pobre desgraciado,

supongamos por un momento

que existen los milagros

que dios es bueno

que el hombre es un ser humano

que el vecino de al lado es parte del decorado,

que al pasar dejamos estela

y alguien y no sé donde

se acordará de tus palabras,

bellas o no,

eso no importa,

porque puestos a suponer

¿quién puede decidir la belleza de las cosas?

yo, no y ¿tú?.






















Alice Oswald. Blog "Glup 2.0"

 

Cuerpo

Esto es lo que sucedió
los muertos se instalaban bajo sus tejados de barro
y algo se arrastraba sobre ellos

era un tejón escurriéndose por el hueco de la madera

los muertos, perplejos,
atravesaban sus días y sus noches en la misma oscuridad
bajando sus pies con cuidado y suspendidos en el aire
mientras ese tejón

aun necesitando alzar la simple y pesada caja de su propio cuerpo
se arrastraba lleno de vida

trabajando duramente
con la pala viviente que era su cuerpo
se precipitó desde las alturas sobre la calle
sin mirar arriba siquiera un instante

se perdió así la imagen de su propio cadáver cayendo hacia él como una maleta
con la sonrisa abierta como una cremallera
(como yo misma comprobé esta mañana)

y salió corriendo con su vocación de enredadera
salió corriendo sobre el seto y de nuevo hacia la tierra
temblando
como si en una jarra rota, girando el tiempo hacia atrás
el agua pudiese conservar su forma






























Yo no me dedico a esperar


 Yo no me dedico a esperar,

o a dejar que pase el tiempo sin más,

ni me obsesiono ni me dejo llevar

yo me acojo a a novena enmienda

y grito a los cuatro vientos,

tiempo no esperes por mí

pero espera si puedes, por mi esqueleto

de cada vez está más necesitado, el pobre...

pero nada de lástima

y si quieres pasar por encima de mí

y destrozar mis huesos y músculos,

hazlo y sin remisión.

Al final

siempre es el alma la que nos salva

porque donde hay alma

poco importa el cuerpo.

















Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...