EN UN CRUCE DE CAMINOS


Atrapado estoy entre recuerdos,

desdoblado en dos o en dieciséis

y busco y no sé porqué...

 donde antes no había nada.

Así ando yo por la vida,

soy un caminante en un eterno vía crucis,

tiran de mi y yo tiro de otros sin saber quienes son,

pero de esa manera tan absurda que nadie entiende,

(ni yo mismo la entiendo)

 vivo dentro de un sueño

y ese sueño me está diciendo

que yo estoy instalado en un cruce de caminos

por donde muy pocos caminan.

"LA VALENTÍA SE LUCHA DÍA A DÍA"

 


Claro que...

 si me preguntas...

 ¿qué tal? o ¿como te va?

yo te diré... bien

no me ves respirando

y esperando a que llegue mi momento.

 Ten por seguro... que llegará

pero a día de hoy sigo vivo

y manteniendo mis constantes vitales en modo vida,

mira mis venas

ves como saltan como ranas enfurecidas

mira mis ojos

ves como se dilatan mis pupilas hasta convertirse en luna llena,

mira mis atardeceres rojos

se ven más rojos que nunca,

observa el poder de mis sueños,

ves como nada de aquello se ha realizado

que los sueños sueños son

y que la magia la hace el que mueve los hilos en otra dimensión...

pero yo... que he nacido terco e insistente,

me he comprometido conmigo mismo

siempre adelante, estoy

frente en alto,

mirada fija y desafiante,

paso seguro,

rostro huraño e impenetrable,

aire y actitud de mando,

gesto enfurecido por tanto desatino

y una sola idea en mi cabeza,

ser yo mismo y por encima de todo...

y en el guión venía escrito

"la valentía se lucha día a día".

TE BUSCO...



En todas las calles te encuentro

en todas las calles te pierdo,

y en todas las caras te veo.

Te busco en cada rincón de mi vida,

 en cada verso y soneto en que me pierdo,

en cada suspiro de desespero,

en la arena mojada de nuestra querida playa,

en la orilla de mi red de araña,

en mi pecho descubierto y a cielo abierto,

en la hoguera de mi penas y vanidades,

y hasta en mis libros de magia...

Y yo te busco

y al final... no te encuentro

no sé, si seguir mi búsqueda

o rendirme ante la evidencia de los hechos.

De momento

me voy a tomar un café

y a la vuelta os diré

si sigo

o me rindo.
.


LA CARA MÁS OCULTA DE LA LUNA

 


Hay instantes que se transforman en momentos.

Hay momentos que nunca podrán ser escritos 

por nada ni por nadie,

hay días, como el de hoy,

donde amanece bajo el velo de la lluvia

pero no hay que fiarse de las lluvias de mayo,

detrás de la lluvia de mayo se esconde el sol del ardiente

 verano,

como detrás de ti se ocultaba 

la cara más oculta de la luna.

HAY DÍAS...

 


Hay días que empiezan como la lluvia fina,

que no te moja pero al final empapa tu pelo

y hoy me he despertado con los párpados cerrados y a cal y canto,

no quería abrirlos

tenía miedo que la mañana me decepcionara...

pero cuando abrí la ventana

entro una inmensa bocanada de aire fresco en forma de viento frío y seco,

y me hizo abrir los ojos hasta la nuca.

No quería abrir mis ojos

y al final,

los abrí tanto que casi me convierto en nervio óptico..


Hay días que nacen amorfos y anodinos,

que son insulsos,

que son amorfos y de poca monta,

que no saben ni huelen a nada,

pero pasa una mosca

y de repente ese día se transforma

en un inmenso día de gloria.



Hay días prudentes y soporíferos,

no arriesgas nada,

 apuestas, menos

no te la juegas por nadie,

simplemente esperas a que el día pase,

te sientas y te duermes entre algodones...

hasta que lees algo que te eleva hasta el espacio,

y entonces te pones de pie y del revés,

entonces piensas 

que no hay que dejar pasar el tiempo,

que tú eres el primer ser activo que has conocido

que puedes cambiar el rumbo de las cosas,

que te pones a escribir 

y te pones a pensar...que quizá con un poema 

podría cambiar el destino de alguien o de uno o de otro...

yo que sé...

yo cuando escribo lo hago para mí

no tengo calculado los efectos colaterales de mi escritura,

pero si lo que escribo tiene alguna utilidad para alguien,

pues bienvenido sea,

al fin y al cabo, somos peña

y hacemos piña

pero eso sí

en los tiempos que corren

debemos mantener la distancia reglamentaria

(¡qué ganas tengo de que la pandemia se acabe!)

y cuando todo esto se acabe, diré...

¡que pena de aquellos tiempos de pandemia!.

Somos el espíritu de la contradicción más descarnada,

nos gusta una cosa y la queremos,

y cuando la tenemos y no sé el porqué ni el como

pero ya nos estamos pensando en la siguiente.

EL OLOR DE LA GASOLINA (J.J. Millás)


De pequeño había oído hablar muchas veces de la Sierra de Madrid. Algunos de mis compañeros la conocían, y la gente con dinero presumía de tener una casa en Cercedilla. Yo guardaba frente a estos comentarios la perplejidad muda de los niños cuando no entienden una cosa. Una sierra era una herramienta de trabajo. En casa había dos, una para la madera y otra para el hierro. Aprendí a serrar pronto, pues en aquella época hacíamos mucho bricolaje, aunque entonces no se llamaba así. No se llamaba de ningún modo. Si había que arreglar una puerta, cogías la sierra, cortabas por lo sano y punto. Un día mi padre se compró una Vespa. Yo no tardé en descubrirle el tapón del depósito de la gasolina, que se encontraba debajo del asiento. Se parecía a los tapones de las botellas de gaseosa, sólo que al abrirlo salía un olor que a mí me volvía loco. Entonces no sabía que tenía propiedades estupefacientes. Todavía no estoy seguro. En cualquier caso, conmigo operaba de ese modo.
En el verano, después de comer, cuando mis padres se echaban la siesta, yo iba al parking donde estaba aparcada la Vespa y asomaba las narices al depósito. Podía estar horas absorbiendo aquellos efluvios que ponían mi imaginación a cien. No era raro que bajo sus efectos imaginara que teníamos una casa en la Sierra en lugar de dos sierras en casa.
Por alguna razón que ahora no recuerdo, un día nos quedamos solos mi padre y yo. Debía de ser julio o agosto. Yo acababa de darme una dosis de gasolina y estaba en el sofá, con los ojos cerrados, presa de una ensoñación. Entonces vino mi padre y dijo:
-Nos vamos a la Sierra.
-¿Qué?
-Que nos vamos a la sierra tú y yo ahora mismo, a pasar la tarde.
Dicho y hecho. Nos montamos en la moto y después de una hora o así el paisaje dio un brusco cambio y se convirtió en un decorado. Mi padre me paseó por aquel escenario gigantesco, donde había una roca terrible y lejana, llamada La mujer muerta, y me invitó a una Coca-Cola, que en España acababa de ser comercializada. Luego, cuando empezó a atardecer, iniciamos el regreso. En esto, mi padre detuvo la moto en la cuneta y me pidió que me fijara en la luz.
-Fíjate en esta luz. Ahora mismo no es de día ni de noche. Éste es el momento de mayor incertidumbre del día. Puede pasar cualquier cosa.
Nos quedamos quietos, en silencio, conteniendo la respiración, pero no ocurrió nada. El sol cayó unos metros más y el atardecer se convirtió en noche pura y dura.
-Ya ha pasado el peligro -dijo mi padre-. Vamos.
Dio una patada al pedal de arranque, rugió el motor de la Vespa y cuando ya estábamos a punto de montarnos añadió:
-Dentro de muchos años, cuando tú seas una persona mayor y yo ya no esté entre vosotros, tendrás tu propio coche y pasarás por este paisaje más de una vez. Es posible que en alguna ocasión pases a esta misma hora y recuerdes este día en el que tú y yo vinimos juntos a la Sierra. Si es así, detén el automóvil un instante y permanece atento a lo que sucede en el aire: si ves pasar un pájaro negro, ese pájaro negro seré yo.
Me quedé impresionado con el suceso, que en mi memoria quedó asociado a las fantasías provocadas por el olor de la gasolina. Mi padre había dicho: 'Este es el momento de mayor incertidumbre del día'. No sé si fue la primera vez que oí esta palabra, incertidumbre, pero fue la primera vez que me estremeció. Su sabor es idéntico al de esa hora en la que la tarde no es carne ni pescado y puede sucederte cualquier cosa. Su compañera, certidumbre, no es mucho más tranquilizadora.
Olvidé la historia. Pero hace poco regresaba del norte de España en coche y pasé por la Sierra justo en el momento en el que la tarde parecía dudar entre resistir o entregarse a las fuerzas de la noche. Podía, en efecto, suceder cualquier cosa. Detuve el automóvil en el arcén y salí a la carretera con los pelos de punta. Había un silencio que debía de ser el silencio que precedió a los segundos anteriores a la Creación. Entonces, algo se movió a mi izquierda y de repente un pájaro negro atravesó la carretera y se perdió en la oscuridad, que parecía avanzar desde el horizonte. Entré en el coche y lloré como no había llorado cuando murió mi padre. Esta historia es falsa del principio al fin, pero habría sido hermoso que sucediera. 

EL PERRO FANTASMA (J.J. Millás)

 


Paso todos los días con mi perro por delante de una casa con jardín donde en tiempos vivió otro perro que nos ladraba. Al mío se le erizaban los pelos unos metros antes de llegar a la verja tras cuyos barrotes aparecía el rostro oscuro de su adversario. Una vez cara a cara, se enseñaban los dientes y hacían grandes manifestaciones de odio mientras yo sujetaba al mío de la correa. Se trataba de un rito más o menos inocente al que todos estábamos acostumbrados. Un día el perro enemigo no apareció tras la verja. Casualmente, esa misma tarde me encontré en el mercado con su dueño, que me dijo que había muerto. Le di el pésame y pedí tres cuartos de kilo de chuletas de cordero.

De eso hace ya un año, más o menos. Sin embargo, cada vez que pasamos por delante de la casa del perro muerto, el mío se eriza como la primera vez y lanza hacia el interior del jardín tres o cuatro ladridos de advertencia. A mí me hace gracia, pues ya le he dicho varias veces y en distintos idiomas (menos en el suyo, evidentemente) que su enemigo está muerto, y que por lo tanto hace un gasto inútil de agresividad y adrenalina. El otro día, sin embargo, se me ocurrió de súbito la posibilidad de que mi perro ladrara al fantasma del animal fallecido. Es obvio que él no está, pero cómo asegurar que no se ha quedado su fantasma. Se lo comenté aun amigo aficionado a asuntos esotéricos y no le pareció descabellado. El mundo, dijo, está lleno de espíritus que los seres humanos no percibimos porque hemos perdido esa capacidad, si algún día la tuvimos. Mi gato, añadió, juega todos los días en el jardín con el fantasma de otro animal cuya naturaleza no he logrado averiguar.

Fantasmas. Estuve dándole vueltas al asunto y pensé que yo mismo me pongo muchas veces en guardia para defenderme de situaciones irreales. Basta que algo evoque un asunto doloroso de la infancia o de la juventud para que reaccione como si la situación aquella volviera a repetirse. A veces soy yo, sin darme cuenta, quien provoca su repetición, para justificar mi agresividad sin duda. El mundo está, en efecto, lleno de fantasmas. La pregunta es si se encuentran dentro o fuera de nuestra cabeza.


PARA EMPEZAR

 




Para empezar y para que quede muy claro,

yo no soy escritor,


(ni trabajo ni como de ello)

simplemente escribo


y lo hago lo mejor que puedo,

tiempo le dedico,

constancia a toneladas,

ganas abismales,

entusiasmo siempre desbordante

y todo esto lo hago por mí,

porque me divierte,

porque me enternece,

porque por un momento

me hace sentirme el ombligo del mundo,

un todopoderoso terrenal

que vive en una isla perdida del mar mediterráneo.

SI POR MI FUERA

 


Si por mi fuera

no estaría buscándome entre la maleza de tiempos pasados.

Estaría más bien...

dejando pasar la vida

y jugaría a tachar días del calendario,

sería tachar un día dentro del caos generalizado,

y sería perder un minuto dentro de tardes y horas muertas,

sería un apéndice más dentro mis intestinos,

o sería un esqueleto buscando su equilibrio,

o sería aquél hermoso ser que quiso ser

y que un día se encontró

que así no fue...

pero que persistió en el intento

y que hoy en día,

sigue siendo ese ser

que corre tras sus sueños.

F.G. LORCA



El sueño va sobre el tiempo
flotando como un velero. 

Nadie puede abrir semillas
en el corazón del sueño.




UNA TRAGICOMEDIA


Hay una gran tragicomedia dentro de mi.

Mi parte trágica me dice

que debo andar con cuidado,

que ya me pasó una vez,

que llegué a mi casa después de currar

(a las 8 a.m.)

y me encontré a un tío todo borracho

en el salón de mi casa 

sentado en el sofá y durmiendo la mona

yo me quedé tan alucinado...que apenas hice nada,

me lo quedé mirando con cara de mala leche

mientras el tío balbuceaba:

perdón...me confundí de casa...yo no he robado nada.

Pues claro que te has confundido de casa 

¡payaso!

y el tío repetía...lo siento y usted perdone

 tengo una amiga que vive por aquí

y se fue tan borracho como me supongo que entró...

Y tengo mi otra parte de cómica

que a su vez me dice:

sigue así...

así viviendo de puertas abiertas,

que las llaves son para los que tienen miedo

y sinceramente, yo a veces lo tengo,

pero en mi puede más el aspecto filosófico de puertas abiertas.

quiero vivir sin llaves y sin cadenas

y si me dejaran

hasta sin normas.

Pero en el fondo yo sé

que un día entrará un ladrón en mi casa

y como decía aquél chiste...

y me preguntará donde tengo el dinero

y entonces los dos juntos nos pondremos a buscarlo.

Montada a la Tierra (OFELIA ZEPEDA)



Volví a sentir cómo se movía la Tierra, dijo.
Nunca supe si quiso decir que sintió un temblor
o si percibió la rotación de la Tierra.
Me gusta pensar que lo que sintió fue la rotación,
porque cualquiera siente un temblor.
Cuando ella sintió ese movimiento
pudo verse a sí misma
de pie sobre la superficie de la Tierra.
Sus pies grandes, anchos, sólidamente plantados;
sus dedos enclavados al suelo.
Es tan fuerte la visión
que casi siente cómo su cuerpo se arquea
debido a la fuerza centrífuga de rotación.
Observa su abundante pelo flotar,
flotar sobre la atmósfera y las estrellas.
Ella monta al planeta como si fuese un juguete.
Un niño al que le gusta tomar el sol la acompaña
y un hombre desde la luna le sonríe cuando pasa.
A la memoria de Barbara Lannan

EXTIENDE TU AMOR

 






Extiende tu amor como se extiende una gota de aceite en el agua,

a círculos, a esferas, a golpes, 

a saltos, a espasmos y a pequeños ratos,

como tú y como yo,

que a veces, fuimos valientes y audaces,

y que en otras, nos faltaron agallas para salir por piernas.

Eso fuimos... valientes y cobardes

y en honor a nuestra valentía... me quitaría el sombrero

y en homenaje a nuestra cobardía...me quitaría la piel a tiras

pero soy cobarde y no puedo

prefiero seguir sufriendo

y seguir pensando que tú y yo, fuimos grandes.


OTRO VERANO DE LOBO SOLITARIO


Dulcemente te susurraría...

hoy es lunes.

Te contaría

que del lunes poco espero,

que hay días mejores,

que me gustan más los viernes y sábados,

que los domingos me los fumo,

que los miércoles me son indiferentes,

que los martes y 13 me encantan,

y que los jueves dependen de la suerte.

Pero hoy es lunes

y día 25 de mayo,

 liquidamos otro mes,

y caminamos con paso firme y seguro

hacia otro puto verano

por mi parte estoy seguro 

que será otro verano de lobo solitario.

NO ME FIGURABA QUE...(Hace 2 años)

 


No me figuraba que a mis 64 años,

estuviera donde ahora estoy,

que no es en la puta cumbre

pero tampoco estoy el reino de las cloacas.

Es una dicotomía parabólica

que no tiene pinta de tener solución...

Me moriré recomiéndome en mis propias contradicciones

y eso que algunos dicen

que con la edad se tiene más claridad,

creo que lo voy a contestar de una manera suave,

es una burda falacia...

Lo único que se adquiere con la edad es más experiencia,

pero la experiencia puede servirte para elevarte hasta el infinito

o para hundirte en la puta miseria,

depende...

todo depende del cristal con que lo mires,

la experiencia es un punto y seguido

el problema es saber hacia donde sigue ese punto...

Pero hoy voy a rasgar mis vestiduras

y me voy a poner más sincero y más melodramático...

no me figuraba que a mis 64 años

podía mirar a la vida de cara,

yo me figuraba más encogido anímicamente,

más derruido, más alicaído,

más dependiente de todo y de todos,

desde luego hace 30 o 20 años

no hubiera apostado por mi,

me veía más como mi padre

a los 60 años

casi desaparecido del mapa, 

se prejubiló,

se encerró en su casa,

se hizo trasto viejo siempre cabreado

y a los 60 años ya se estaba preparando

para picar billete.

Uno de mis miedos más tenebrosos

 era cuando pensaba que esto se podía heredar,

y de momento, no,

pero no debo descuidarme,

el miedo se cuela por cualquier agujero y fisura.

MOSAICOS 13 (Poesía visual)

 




































































Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...