OCTAVIO PAZ


Todo respira, vive, fluye:
la luz en su temblor,
el ojo en el espacio,
el corazón en su latido,
la noche en su infinito.

GAZA


 

DESDE ABAJO (Gonzalo Rojas)


Entonces nos colgaron de los pies, nos sacaron
la sangre por los ojos,
con un cuchillo
nos fueron marcando en el lomo, yo soy el número
25.033,
nos pidieron
dulcemente,
casi al oído,
que gritáramos
viva no sé quién.
Lo demás
son estas piedras que nos tapan, el viento.

LAS AFUERAS (Luis Felipe Comendador)


Las afueras,
ese cáncer brutal de las ciudades
donde el bullicio olvida a los sin nombre
más allá del olvido.
“Tienes que ir”
–me dijo con los ojos
asomados tan adentro de mí–.
“Tienes que ir a darles esperanza,
aunque sea mentira”.
Fui como un niño atento,
con la boca asombrada,
con las manos temblando,
con un miedo caucásico
de no estar a la altura
de todo aquel desastre.
Trepaba el taxi viejo por los cerros,
patinaba en las curvas inconcretas,
derrapaba en la arena
y salvaba los ranchitos de milagro.
Yo no era de aquel sitio
ni de aquella miseria,
yo no era de sus rasgos
ni de su hablar pausado,
yo no era de esa mugre de chinches
y zancudos y agua sucia.
Se sucedían las casas de plásticos y adobe,
los niños sin zapatos mirando con asombro,
algún hombre sentado con la mirada huraña,
cerro tras cerro, arena.
El taxi dijo basta.
Trepar era ya el único artilugio
con el que abrirse paso por los cerros.
Arriba, justo en la línea gris del horizonte,
puntitos de colores
rodaban por la cuesta hasta nosotros.
Eran niños hermosos
empañados de arena, sin zapatos,
con sonrisas de ángeles sin alas…
¡Esa suciedad limpia de los pobres!
Sin mediar los prejuicios de occidente,
me abrazaron fortísimo,
me llenaron de besos y miradas de asombro,
hicieron piña en mí, como si fuera alguien,
y ya no fue posible dar el paso siguiente.
¡Éramos uno juntos!
Sin más, me dieron todo,
todo lo que tenían:
su sonrisa y sus brazos.
Yo les prometí un mundo occidental
y un futuro.
Les mentí y lo sabía.
Les mentí y lo sabían.

 

17 AÑOS (Pedro M. Martínez).

Todos los días salgo a caminar, rápido, entre 8 a 10 kilómetros. Bilbao se me queda pequeño. La semana pasada subí a Artxanda y bajé hacía Asúa por un camino que no conocía.
El caso es que me despisté. Llevaba un tiempo carretera adelante, el cielo amenazaba lluvia y no veía a nadie por ningún lado.
Al de un rato, a lo lejos, un chaval venía por el arcén, le esperé.
–Me he perdido –le dije.
–Depende de dónde quiera ir, esta carretera se junta a unos doscientos metros con la que sube hasta Artxanda –respondió.
Y empezamos un diálogo curioso sobre esto y aquello. Me dijo que tenía 17 años y que iba a trabajar a una fábrica que estaba cerca, que aunque no quería estudiar sus padres no tenían derecho a ponerle a trabajar tan joven, que estaba aburrido del taller.
–¿Llevas mucho tiempo? – pregunté.
–Sí, desde el lunes –respondió.
Eso pasó un miércoles.
Pobre chaval, no le queda nada.

CASA AZUL


 Yo viviría en la casa azul. Casas blancas hay demasiadas...Pero no es por esa razón tan estúpida y es porque simplemente me encanta el azul y en todas sus variantes y tonos. Y con casa pegada al mar y con la barca a los pies de la puerta a la que le tienen que rechinar los goznes y como corresponde a una puerta pegada al mar.

Soñar no cuesta nada y volar cuesta menos. Casa azul pegada al mar azul marino y al fondo se intuye el azul cielo, que ahí en la foto, está medio grisáceo....pero pasa que el gris también forma parte de mis debilidades. Y con todo esto puedo demostrar que no voy a tener peleas conmigo mismo. Me adapto al medio como un camaleón que se tiene que buscar la vida en cualquier agujero que de al mar.

NO ES EL MÍO ESTE TIEMPO (Karmelo C. Iribarren)


Estas calles que recorro cada día
hace tiempo
que ya no son mis calles:
cruzo los puentes, entro en las librerías,
me siento en los bancos de las plazas,
miro la lluvia hipnotizado desde los bares,
hago, en fin, lo que he hecho siempre,
pero no son mis calles.
Hace tiempo que decidí quedarme al margen
de un tráfago de gentes y de ideas
que no me dicen nada,
en las que no me reconozco.

Con esa compañía, mejor solo.

THOMAS BERNHARD

 

"EN LO QUE ME CONCIERNE, NO SOY UN

ESCRITOR, SOY ALGUIEN QUE ESCRIBE…"


VIVO EN LA UÑA (Lola Andrés)


Vivo en la uña
de la voracidad
enferma
en la costra
de la abyecta
mirada
de la deflagración
y las matanzas.
Amo
me alimento
hago sexo
en el hangar del aire
cada vez más dentro
del aire
más adentro
de la vagina apátrida
dentro
de la pupila jugosa
del pezón.
Mi huerto
sabe a hierba
digerida despacio
mansamente
sin palabra.
Cada vez
más adentro
del poro de la lluvia
de las ingles
fecundas
de la tierra.

ME ABURRO POR AQUÍ, ME ABURRO POR ALLÁ...

  Me aburro por aquí, me aburro por allá, haciendo esto o lo otro me aburro igualmente. O sea me aburro por los cuatro costados y me siento ...