A mi durante un tiempo me llamaron mierda de tío. Y todo porque en aquella época de mi niñez insana y apasionada, algunos pensaron y dictaminaron que era un puto chivato de alcantarilla. En realidad no conocían mi épica de héroe de cartón y piedra, pues de lo que acusaban no era verdad, pero tampoco sabían que los defendí por no llevar más ostias. Yo hablo de la cobardía del valiente cobarde que se caga de miedo y da el pego para algunos, de ser un puto héroe de película y para otros, de ser un cagado miedica medio marica. Un héroe un poco feo pero héroe al fin y al cabo. De todas formas para quitarme el sello de chivato, tuve que darme de ostias hasta con el Capitán Trueno y toda su pandi de frikis y esa lucha diaria y ensangrentada, moldeó mi carácter y mi forma de ser.
Desde aquellos siniestros y dolorosos días aprendí a no fiarme de nadie y comprendí que en cualquier esquina podía estar el enemigo. También entendí que en esa guerra había que ir a degüello y eran tus huevos o eran los de ellos o por lo menos, los de algunos de ellos ( en realidad, se hacía lo que se podía). Guerra abierta en los descampados de mi ciudad de Vigo. Y ellos eran cinco y por el culo te la hinco y Yo era Yo y mis miserias y mi puto orgullo de niño.
Pero me forjé como niño de la calle y de barrio inmundo. Me esperaban... pero Yo sabía que me esperaban y con el primero y segundo de la tribu más o menos podía, pero el tercero se encargaba de ablandar mis carnes y de resquebrajar mis delicados Huesos de niño y el cuarto y el quinto, se ponían ciegos a base de ostias y patadas. Pero aún así sobreviví y años más tarde y cuando todos nosotros teníamos pelos en los huevos, me miraron con respecto. Bueno, pues como se ve forjé mi leyenda de héroe urbano y de puto barrio. Claro que no os había contado que al llegar a a casa, como siempre me recibía mi Madre y al verme todo ensangrentado me decía, tú niño, no sabes defenderte y como guinda del pastel, me daba otra tanda de ostias y por no ser valiente y no saber defenderme como un Tigre con las uñas afiladas, tu niño tienes que luchar, me decía... y mientras iban volando las ostias...y mis ganas de quererte, Madre.