Me desvío hacia el lado contrario,
me inclino y te doy un beso,
me escapo sobre tús pasos,
y me escondo entre tús brazos.
Yo me entieno lo que digo,
me entiendo y me comprendo,
aunque los demás mortales,
quizá, no entendais nada.
No sé explicarme de otra manera,
pues me faltan las palabras
y el sonido de las letras,
me falta la inspiración, la musa,
la pluma y el papel blanco.
Me falta el vacío
y el espacio de mi mesa,
me falta el cantar de las teclas,
y la música de fondo,
me faltan dedos que toquen mi piano,
me faltan tantas cosas y todas tan sencillas,
que yo me siento perdido en medio de mi sala,
me siento sólo y disperso,
desatendido y abandonado,
desarrapado y desahuciado,
Así me siento yo,
perdido en medio de la selva,
entre voraces fieras,
y entre los rugidos de ésta jungla, mi jungla, la mía.
PUEDE
Puede que todo lo que tengo a mi alrededor,
me resulte banal y superfluo, puede.
pero en realidad no lo es,
pues todo lo que me rodea, está dentro de mí, dentro de mi conciencia..
Puede que yo tenga momentos,
momentos de dudas, de preguntas, de interrogantes,
y que me pierda entre mares extraños, puede,
pero ahora tengo la certeza dentro de mi cabeza,
la tengo clara, lúcida y transparente,
con esa claridad que hace daño,
con esa certeza del que se sabe ganador,
y con la seguridad que sólo dá, el sentirse seguro.
Puede que tenga días en que me encuentro raro, puede,
y que por tanto me cueste reconocerme,
y que mi vista,mi oído, mi tacto, mi voz, y mi olfato,
parezcan los de otra persona,
o ¿ es que acaso estoy poseído?, puede,
o puede que simplemente esté confuso y obcecado,
y que me sienta perdido y sin el calor de tús brazos,
y puede que te eche de menos y sólo sea eso,
o a lo mejor, es que necesito un abrazo,
o una caricia, o un beso o un te quiero, puede,
pero al final concluyo:
que todo lo que tengo a mi alrededor,
es mío y sólo mío, y lo tengo porque yo quiero. ¡Puede!.
me resulte banal y superfluo, puede.
pero en realidad no lo es,
pues todo lo que me rodea, está dentro de mí, dentro de mi conciencia..
Puede que yo tenga momentos,
momentos de dudas, de preguntas, de interrogantes,
y que me pierda entre mares extraños, puede,
pero ahora tengo la certeza dentro de mi cabeza,
la tengo clara, lúcida y transparente,
con esa claridad que hace daño,
con esa certeza del que se sabe ganador,
y con la seguridad que sólo dá, el sentirse seguro.
Puede que tenga días en que me encuentro raro, puede,
y que por tanto me cueste reconocerme,
y que mi vista,mi oído, mi tacto, mi voz, y mi olfato,
parezcan los de otra persona,
o ¿ es que acaso estoy poseído?, puede,
o puede que simplemente esté confuso y obcecado,
y que me sienta perdido y sin el calor de tús brazos,
y puede que te eche de menos y sólo sea eso,
o a lo mejor, es que necesito un abrazo,
o una caricia, o un beso o un te quiero, puede,
pero al final concluyo:
que todo lo que tengo a mi alrededor,
es mío y sólo mío, y lo tengo porque yo quiero. ¡Puede!.
LO QUE YO PERSIGO
¿Que persigo yo?.
Yo persigo ser feliz o infeliz,
o prefiero ser, el punto medio.
Acaso tengo necesidad de ello,
o es una necesidad impuesta,
lo que yo quiero y persigo es saber lo indescifrable,
y descubrir otro nuevio planeta,
puede ser, pero ahora me entero.
Persigo subirme a una estrella,
y cabalgar sobre ella,
persigo rasgar el cielo con mi mano,
y viajar hasta el otro lado.
persigo que el mundo de vueltas a mi alrededor,
y no sólo el mundo, también el universo entero,
persigo lo etéreo, lo que no se ve,
persigo el alma de las cosas, la esencia,
los sentimientos, los sentidos, las alegrías y penas.
Todo esto persigo yo,
eso y mucho más,
persigo un abrazo al borde del mar,
persigo una caricia de una sirena,
persigo algo que me dé sentido, una ilusión,
una quimera, un dragón de cien cabezas.
No sé hasta donde voy a llegar,
no sé cuando uno puede decir: ya no puedo más,
y rendirse a la evidencia,
no lo sé y creo que nadie lo sabe,
pero de momento no me doy por vencido.
Aquí estoy al pie del cañón
y con vientos favorables,
al fondo de mi espacio,
vislumbro mi objetivo,
y mi objetivo, es lo que yo persigo.
Yo persigo ser feliz o infeliz,
o prefiero ser, el punto medio.
Acaso tengo necesidad de ello,
o es una necesidad impuesta,
lo que yo quiero y persigo es saber lo indescifrable,
y descubrir otro nuevio planeta,
puede ser, pero ahora me entero.
Persigo subirme a una estrella,
y cabalgar sobre ella,
persigo rasgar el cielo con mi mano,
y viajar hasta el otro lado.
persigo que el mundo de vueltas a mi alrededor,
y no sólo el mundo, también el universo entero,
persigo lo etéreo, lo que no se ve,
persigo el alma de las cosas, la esencia,
los sentimientos, los sentidos, las alegrías y penas.
Todo esto persigo yo,
eso y mucho más,
persigo un abrazo al borde del mar,
persigo una caricia de una sirena,
persigo algo que me dé sentido, una ilusión,
una quimera, un dragón de cien cabezas.
No sé hasta donde voy a llegar,
no sé cuando uno puede decir: ya no puedo más,
y rendirse a la evidencia,
no lo sé y creo que nadie lo sabe,
pero de momento no me doy por vencido.
Aquí estoy al pie del cañón
y con vientos favorables,
al fondo de mi espacio,
vislumbro mi objetivo,
y mi objetivo, es lo que yo persigo.
LA SENSIBILIDAD
Hay alguna vara de medir la sensibilidad, hay alguna forma de
cuantificarla. Que nos lleva a decir que ésta u otra persona, es una
persona sensible o insensible. Donde está el quid de la cuestión. Yo, la
verdad no lo tengo muy claro, pues mi experiencia me lo demuestra. Me
ha pasado de todo en ésta vida, momentos en que lo último que me
preocupaba, era la sensibilidad y por razones casuísticas, por ejemplo,
encontrarte con una vieja amiga y por decir dos cosas sin mucho sentido,
va y te suelta que eres una persona muy sensible. Y también el caso
contrario, estar más bien sensiblero y a la persona que te acabas de
encontrar, le puedes resultar pesado y hasta patético o lo contrario, o
sea insensible y superficial, pues ya se sabe que si abusas de algo de
forma reiterada y con alevosía, justamente vas a provocar lo contrario
de lo que tú quieres.
Esto viene a cuento, de que desde que escribo me ha llegado algún comentario referente a mi sensibilidad y todos por el lado bueno o sea como persona sensible. Yo me quedo encantado con el halago, pero no me lo creo, pues pienso que sí, que digo cosas sensibles, es verdad, pero al mismo tiempo suelto las cosas con demasiada crudeza y éste segundo aspecto, es el que pienso que más domina. Por lo menos yo me veo así: duro, crudo y hasta cierto punto insensible. Y esto no lo hago por falta modestia, ni por necesidad de cariño, ni de persiguir apoyos, ni que nadie me diga que yo soy sensible, para consolarme. Nada de esto es lo que realmente hay, de momento no tengo esa necesidad. No insisto más, no persigo eso y ya está. Lo que me llama la atención, es que cuando uno se siente en el lado contrario,(en cierta manera), los demás de alrededor, lo perciben de manera totalmente distinta. Y eso, ¿como puede ser?, ¿es que se explica uno mal? y como es que se puede transmitir lo contrario de lo que tú quieres expresar. Supongo que uno a veces no percibe bien como realmente se encuentra y entonces intenta transmitir por ejemplo, como es mi caso, que quiero ser una persona cruda y dura, que quiero decir las cosas a la cara y que no me importan sus consecuencias o si me importan, pero no tanto. Y resulta que entre las crudezas se deben colar los sentimientos y más los sentimientos que desbordan sensibilidad, supongo.
Será una necesidad primaria, la de decir las cosas a la cara y me temo que al decirlas se cuelan los sentimientos y eso que yo no quiero eso, que se me cuelen los sentimientos. Por lo menos no lo quiero en éste momento, porque de momento necesito soltar toda mi mierda por puro instinto, por pura necesidad animal. Claro que a lo mejor sólo me quedo con eso y no entiendo o no quiero entender cuales son mis verdaderas necesidades sentimentales. Lo que también no deja de ser curioso, es el ejemplo contrario, cuando uno está más del lado sensiblero y la mayoría de las veces resulta que para los demás, representas a un ser empalagoso y un tanto espeso y de difícil digestión. Si retrocedemos a una situación parecida a la que describo, seguro que os vereis reflejados y no sólo lo digo desde el lado de la víctima (por llamarle de alguna manera), si no que también, desde el lado de tener que aguantar a una persona sensiblera. Es como si dijéramos, que demasiada sensibilidad es equivalente a demasiado merengue y el rechazo se hace presente y por tanto no soportas el chorreo melancólico. Es más, el que aguanta el chapàrrón que te suelta la persona sensiblera, tiene mérito y tanto que lo tiene, ahí al pie del cañón aguantando el tipo ante los ataques de jipidos y lloros y vuelta a sollozar y a sorberse los mocos,... Y tú no sabes donde meterte, ni encuentras palabras de consuelo y si las encuentras no vale de nada, pues la otra persona ya no escucha. Ella, la persona plañidera, sólo tiene la necesidad de soltar y por tanto prefiere no tener que escuchar nada. Si algo aprendimos en ésta puñetera vida es a preguntar a alguien sensiblero ¿Que tal? o ¿Como te va?, el chorreo que puede venir a continuación puede ser un verdadero tormento y como buenos conductistas, aprendimos a no meter los dedos en el enchufe y saludar con un simple hola y adiós.
Claro que a medida que escribo sobre éste tema, más necesidad tengo de hacerme la misma pregunta del principio: ¿Que es lo que nos mide la sensibilidad?. Y no vale la sensiblería, ni pasar al otro extremo, la cuestión es intentar saber cual es el punto medio. ¿Donde está el euqilibrio de la balanza?, ¿Como ponerse en el punto cero?. Yo no lo sé muy bien, más bien sé lo que no debe ser. Pues si cogemos a una persona dura y en apariencia impertérrita, que no se doblega y somos capaces de verle una fisura y dictaminamos, que en el fondo es una persona sensible. Y si no le encunetras una fisura, pues decimos exactamente lo contrario, que es insensible. O sea que debajo de una apariencia siempre hay otra persona distinta o no. Por tanto hablamos de máscaras sociales, máscaras que nos ponemos para defendernos. ¿Y de que tenemos que defendernos?, pues de demasiadas cosas, pues ésta sociedad transmite valores agresivos y menosprecia a los más débiles. Y en su enciclopedia viene como débil el ser sensible, aunque tú no lo creas, hay muchos, por desgracia, que si, que se lo creen. Entonces se consideran con el derecho, por ser débil, a hacerte daño y ya se sabe que si el cántaro va mucho a la fuente, pues que acaba rompiéndose. Y al final, a base de ataques reiterativos acaban haciéndote daño. Y si te revuleves ante los ataques y respondes enseñando los dientes (pues no le vas a dar un abrazo), el resultado para ellos, es que eres un ser agresivo. ¡Así de fácil!.
Entonces, yo que soy: soy sensible, soy agresivo, soy insensible o soy cariñoso. Yo creo que soy todo a la vez, según el momento en que me pille, pero esto me vale para todos los adjetivos, puedo ser cariñoso o arisco, puedo ser meloso o asqueroso, puedo ser simpático o un hijo de puta, puedo ser ocurrente o un mal pensado. Todo absolutamente todo se mezcla y el resultado en cada momento es un resultado distinto. También es verdad que a base de sumar resultados o sea los que son más repetitivos, son los que más te van a definir: o sea si en general eres simpático (la mayor parte del tiempo) el resultado será que eres un tío simpático y así con cada uno de los adjetivos. Porque es verdad que en general (cuantificando por tiempo), hay personas de todo tipo: las hay amargadas, las hay simpáticas, las hay tiernas y las hay sensibles y a la inversa, también.
Asi que cuidado al quitarse la máscara. Alrededor hay demasiado bicho y también con demasiado veneno y como te pille, vas aviado. Yo seguiré intentando ser un chico duro y fuerte, pues en éste momento es mi anhelo, pero al mismo tiempo dejaré abiertas mis costuras escondidas, por si acaso hay alguien que quiera entrar en mi zona de sensibilidad, para esas personas siempre dejaré una puerta abierta.
Esto viene a cuento, de que desde que escribo me ha llegado algún comentario referente a mi sensibilidad y todos por el lado bueno o sea como persona sensible. Yo me quedo encantado con el halago, pero no me lo creo, pues pienso que sí, que digo cosas sensibles, es verdad, pero al mismo tiempo suelto las cosas con demasiada crudeza y éste segundo aspecto, es el que pienso que más domina. Por lo menos yo me veo así: duro, crudo y hasta cierto punto insensible. Y esto no lo hago por falta modestia, ni por necesidad de cariño, ni de persiguir apoyos, ni que nadie me diga que yo soy sensible, para consolarme. Nada de esto es lo que realmente hay, de momento no tengo esa necesidad. No insisto más, no persigo eso y ya está. Lo que me llama la atención, es que cuando uno se siente en el lado contrario,(en cierta manera), los demás de alrededor, lo perciben de manera totalmente distinta. Y eso, ¿como puede ser?, ¿es que se explica uno mal? y como es que se puede transmitir lo contrario de lo que tú quieres expresar. Supongo que uno a veces no percibe bien como realmente se encuentra y entonces intenta transmitir por ejemplo, como es mi caso, que quiero ser una persona cruda y dura, que quiero decir las cosas a la cara y que no me importan sus consecuencias o si me importan, pero no tanto. Y resulta que entre las crudezas se deben colar los sentimientos y más los sentimientos que desbordan sensibilidad, supongo.
Será una necesidad primaria, la de decir las cosas a la cara y me temo que al decirlas se cuelan los sentimientos y eso que yo no quiero eso, que se me cuelen los sentimientos. Por lo menos no lo quiero en éste momento, porque de momento necesito soltar toda mi mierda por puro instinto, por pura necesidad animal. Claro que a lo mejor sólo me quedo con eso y no entiendo o no quiero entender cuales son mis verdaderas necesidades sentimentales. Lo que también no deja de ser curioso, es el ejemplo contrario, cuando uno está más del lado sensiblero y la mayoría de las veces resulta que para los demás, representas a un ser empalagoso y un tanto espeso y de difícil digestión. Si retrocedemos a una situación parecida a la que describo, seguro que os vereis reflejados y no sólo lo digo desde el lado de la víctima (por llamarle de alguna manera), si no que también, desde el lado de tener que aguantar a una persona sensiblera. Es como si dijéramos, que demasiada sensibilidad es equivalente a demasiado merengue y el rechazo se hace presente y por tanto no soportas el chorreo melancólico. Es más, el que aguanta el chapàrrón que te suelta la persona sensiblera, tiene mérito y tanto que lo tiene, ahí al pie del cañón aguantando el tipo ante los ataques de jipidos y lloros y vuelta a sollozar y a sorberse los mocos,... Y tú no sabes donde meterte, ni encuentras palabras de consuelo y si las encuentras no vale de nada, pues la otra persona ya no escucha. Ella, la persona plañidera, sólo tiene la necesidad de soltar y por tanto prefiere no tener que escuchar nada. Si algo aprendimos en ésta puñetera vida es a preguntar a alguien sensiblero ¿Que tal? o ¿Como te va?, el chorreo que puede venir a continuación puede ser un verdadero tormento y como buenos conductistas, aprendimos a no meter los dedos en el enchufe y saludar con un simple hola y adiós.
Claro que a medida que escribo sobre éste tema, más necesidad tengo de hacerme la misma pregunta del principio: ¿Que es lo que nos mide la sensibilidad?. Y no vale la sensiblería, ni pasar al otro extremo, la cuestión es intentar saber cual es el punto medio. ¿Donde está el euqilibrio de la balanza?, ¿Como ponerse en el punto cero?. Yo no lo sé muy bien, más bien sé lo que no debe ser. Pues si cogemos a una persona dura y en apariencia impertérrita, que no se doblega y somos capaces de verle una fisura y dictaminamos, que en el fondo es una persona sensible. Y si no le encunetras una fisura, pues decimos exactamente lo contrario, que es insensible. O sea que debajo de una apariencia siempre hay otra persona distinta o no. Por tanto hablamos de máscaras sociales, máscaras que nos ponemos para defendernos. ¿Y de que tenemos que defendernos?, pues de demasiadas cosas, pues ésta sociedad transmite valores agresivos y menosprecia a los más débiles. Y en su enciclopedia viene como débil el ser sensible, aunque tú no lo creas, hay muchos, por desgracia, que si, que se lo creen. Entonces se consideran con el derecho, por ser débil, a hacerte daño y ya se sabe que si el cántaro va mucho a la fuente, pues que acaba rompiéndose. Y al final, a base de ataques reiterativos acaban haciéndote daño. Y si te revuleves ante los ataques y respondes enseñando los dientes (pues no le vas a dar un abrazo), el resultado para ellos, es que eres un ser agresivo. ¡Así de fácil!.
Entonces, yo que soy: soy sensible, soy agresivo, soy insensible o soy cariñoso. Yo creo que soy todo a la vez, según el momento en que me pille, pero esto me vale para todos los adjetivos, puedo ser cariñoso o arisco, puedo ser meloso o asqueroso, puedo ser simpático o un hijo de puta, puedo ser ocurrente o un mal pensado. Todo absolutamente todo se mezcla y el resultado en cada momento es un resultado distinto. También es verdad que a base de sumar resultados o sea los que son más repetitivos, son los que más te van a definir: o sea si en general eres simpático (la mayor parte del tiempo) el resultado será que eres un tío simpático y así con cada uno de los adjetivos. Porque es verdad que en general (cuantificando por tiempo), hay personas de todo tipo: las hay amargadas, las hay simpáticas, las hay tiernas y las hay sensibles y a la inversa, también.
Asi que cuidado al quitarse la máscara. Alrededor hay demasiado bicho y también con demasiado veneno y como te pille, vas aviado. Yo seguiré intentando ser un chico duro y fuerte, pues en éste momento es mi anhelo, pero al mismo tiempo dejaré abiertas mis costuras escondidas, por si acaso hay alguien que quiera entrar en mi zona de sensibilidad, para esas personas siempre dejaré una puerta abierta.
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Yo, si viviera en otra tribu
Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...
