Hoy es Martes y de nuevo estamos ante un día precioso de necesidad o sea, precioso hasta la Médula o el Tuétano de los huesos. Y hoy y como no, vuelvo a estar de guardia de avión localizada o sea, estoy en mi casa esperando la llamada del horror, aunque a éstas alturas de la vida ya no hay horror posible, he visto todo lo que tenía que ver o casi y creo, que muy pocas cosas me pueden asustar en plan médico. Y escribo esto y estoy pensando en mi primera Guardia de médico y en lo cagado que estaba. Me acuerdo que rezaba entre comillas para que no entrara nadie en el Servicio de Urgencias y también me acuerdo de tener en el cuarto de al lado un libro de medicina abierto y así funcionaba...
- Perdone...tengo que ir al servicio y me metía todo loco en el cuarto de al lado.
Bueno eso y las chuletas o apuntes que llevaba por todos los bolsillos. Y la noche, la noche era un puto infierno y si escuchaba el motor de un coche ya estaba de pie pensando que ese coche me iba a traer clientes médicos y así, pasaba con cualquier ruido que oía y ¡joder! si no hay ruidos por las noches y en consecuencia, yo no pegaba ojo en toda la noche. Al día siguiente salía echo puré pero bastante satisfecho conmigo mismo, pues yo sabía (como todos sabemos) que a base de días y de guardias que iría aprendiendo.
Y así se forja un Médico y cuando tenga nietos les contaré éste cuento, pero mientras tanto, os lo cuento a vosotros y porque a alguien se lo tendré que contar. Pues, ¿qué son los cuentos si no se pueden contar?








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