EL MAR (Poema)

Es curioso observar el mar en calma,
y lo es, por esa quietad de charca,
y por no ser su estado natural,
es como si al mar,
lo forzaran a tener calma.

Puede ser que esté acostumbrado,
al mar cabreado,
al mar escupiendo espuma,
al mar enfurecido rompiendo contra las rocas.

 O puede que a mi me gusten más,
los temporales o tempestades,
y ver como el mar se revuelve sobre sus olas.

Tengo sensación de mal augurio,
o de que el mar me esconde algo,
y que después de esa calma,
vendrá una desgracia.

Reconozco que son presagios raros y extraños,
que son puras intuiciones,
y que además no tienen base científica,
pero a mi el mar en calma excesiva, en calma chicha,
me suena a boa durmiendo, después de una ingesta.

El mar en ese estado letárgico,
me parece un mudo inexpresivo,
no habla, ni se mueve,
no expresa, ni siente, ni padece,
y se convierte en un ser amorfo y anodino.

A mi me gusta el carácter del mar,
me encanta cuando  se cabrea,
cuando da un puñetazo sobre la mesa,
cuando se muestra amenazante,
cuando arrasa con todo,
cuando rompe aceras y destroza barcos,
y cuando vomita sus restos sobre la arena.

Me seduce el mar, me seduce,
me gusta su cuerpo de ola,
me atrae el enigma que esconde,
me fascina ver como se levanta,
en realidad, me gusta todo del mar.

ENTRE DOS AGUAS (Relato)

  Entre dos aguas, entre dos aguas ando yo, es más naci entre ellas, crecí y maduré entre esas dos corrientes. Y perdón por lo de madurar, es mucho decir. Como expliqué en un escrito, yo nací en Vigo y vivía en una zona fronteriza, Entre una zona vip y otra zona pobre y mi casa debía ser la aduana, una puerta daba a un lado y la otra para el otro. Saliendo de mi casa, a la izquierda quedaba el lado más pobre, era una zona de casas pequeñas, algunas con sus huertas y destacaba sobre lo demás unos preciosos pisos baratos, o sea esa zona rezumaba sudor proletario por todos sus poros y se llamaba barrio de Riobóo, que sonaba que te cagabas. Y la zona que quedaba a la derecha de mi casa, era la zona vip, la zona que daba a la Gran Vía. Ya de pequeño yo me desenvolvía entre los dos fuegos y pronto aprendí a utilizarlos. Si me interesaba dejar constancia de mi origen humilde, acudía ráudo a decir que vivía en el barrio de Riobóo y si me interesaba lo contrario, pues vivía en Mantelas, así se llamaba mi calle, que quedaba al lado de la Gran Vía y lo de la Gran Vía, había que decirlo casi deletreando, para que quedara constancia. Y si me interesaba recalcar aún más el lado pijo, soltaba de algún modo que veraneaba en la playa de Samil, también zona vip. Pero muchas veces no llegaba con semejantes credenciales y tenía que acudir a nombrar a algunos amigos pijos o sea con apellido con pedigrí.

   Desde el otro lado, el lado proletario, era visto como clase media tirando a alta, pero nunca me veían logicamente como uno más del gremio de los pobres y esto era por varias razones, a saber: primero porque vivía en un chalet en Vigo, aunque ese chalet estuviera en la franja de Gaza. Segundo porque veraneaba en la playa de Samil y esto quitaba muchos puntos. Tercero, porque siempre tuve la misma cara que ahora y ésta cara no colaba como proletaria y menos por cara de pobre y tampoco coló posteriormente para dar el pego en barrios obreros y en zonas relacionadas con la venta de drogas, que suelen coincidir, Pues aquí era frecuente que me calificarán como pasma o como tío raro o como tío que simplemente no correspondía a su clase social. En conclusión, en los basrrios bajos, siempre me consideraron que tenía cara de pijo y es más, decían que mi hablar  era muy fino y eso les mosqueaba aún más. por tanto tuve la suerte o la desgracia, de librarme de tener que ir a controlar droga para toda la vasca, pues no me la vendían porque consideraban que era pasma o me daban gato por liebre al darse cuenta que no era de su gremio, además de pensar que mi cara era cara de tener pasta. Si me vieran ahora, los que lo decían. Y esto que digo, también me pasó posteriormente hiendo a determinados bares. Pues a mi siempre me gustaron los bares cutres y sucios, los bares con moscas, los bares con uno varios borrachos durmiendo la mona, los bares con el camarero con el palillo de dientes en la boca, los bares con olor fuerte a meado, las bares con partidas de naipes, los bares con mucha barra y en la que se te pegara el brazo al apoyarlo, en fin los bares cutres. Y aquí en éstos lugares inmundos, también me pasaba la misma historia, todos me veían con desconfianza, pues que pintaba un pijo como yo en aquel tugurio, aquello no les cuadraba. Pòr eso y menos mal, nunca pude integrarme del todo con el ambiente, pero mejor para mi, porque los bares cutres siempre me gustaron por el ambiente que tenían y porque nadie preguntaba nada.


   Hoy voy escribiendo a trozoses lo que tiene el estar haciendo mil cosas a la vez, pero por lo menos las hagoA lo que iba, estaba hablando del tema de los bares y es verdad que los bares jugaron un papel fundamentakl en mi vida. De pequeño, mi padre tenía una bodega en casa y me encantaba el ambiente de la bodega, los barriles, las moscas, la humedad ambiental y sobre todo, sus olores a vinoÉsta bodega la teníamos en la casa de la playa y por tanto se disfrutaba de ella a lo largo del verano. El resto del año vivíamos en la casa de Vigo y al no tener bodega en casase buscaba una bodega de fuera, por eso mi padre un día a la semana, le gustaba ir a un bodegón dela zona. Menudo cutrerío el de los bodegones, parecido si no igual al de los bares cutres. Además los bodegones tuvieron una época y en ella  estaban llenos, pero una vez pasada la moda, los bodegones eran almas en pena. Y no sé, pero desconfio y mucho, que mi afición por los bares cutres no lo cogiera de esa época bodeguil. En la playa a mi padre también le gustaba ir los domingos después de misa aun bodegón cutre que había en el pueblo, era ruinoso, pero el vino según decían los entendidos, era más que bueno.

   En esos veranos de playa, yo era uno más en la pandilla de amigos, era como los demás sólo que un poco diferente. Pues como decía, había que ejercer de pijo y yo tuve la suerte de tener una pandilla que de ese pie no cojeaba demasiado. Pero fuera de mi círculo más cercano, yo notaba en la mirada de alguna gente que no era bien recibido. Me faltaba pedigrí y abolengo.     Además la casa de la playa, por suerte no era un chalet, era más bien una casa de pueblo y con una finca grandísima o eso me parecía. En la finca había plantaciones de huerta de todo tipo, árboles frutales y una parra kilométrica, que rodeaba todo el contorno de la finca, un pajar, un gran maizal y los avíos y herramientas del campo. Entonces, a lo que voy, la casa no era un chalet como tenían los demás, era una casa rural y me encantaba, pero algunos pijos al verla les parecía  como demasiado vulgar, de clase inferior, digamos. Así que de nuevo, hasta en el veraneo me tuve que mover entre dos aguas, entre mis amigos medio-pijos, que para mí eran más amigos que pijos y los pijos redomados, los pijos con pedigrí. Y seguí usando la misma táctica que usaba en Vigo, dependiendo de quien me lo preguntara, yo veraneaba en la playa de Samil o en la casa del pueblo, San Pelayo de Navia, se llama el pueblo .

   Más adelante, cuando ya rondaba los 15 o 16 años, ya pasé de los pijos redomados. Pues de aquellas ya estaba embarcado en revoluciones y en sus consecuencias. Posteriormente, cuando ya estudiaba en Santiago de Compostela, tampoco tuve esa necesidad, vivía tranquilamente en ese aspecto, nadie te tocaba los cojones con las altas pretensiones. Recuerdo a mi madre, que la pobre luchó toda su vida con perseverancia, por salir de la clase media. Nunca estaba conforme, siempre tenía un desasosiego y una congoja con éste tema. No aguantaba que yo tirara hacia la parte pobre, siempre se empeñó en que me relacionara con la parte pudiente. Lo que más le preocupaba en ésta vida, era el que dirán y el que pudimos tenerlo todo, todo me refiero a la pasta o a propiedades. No le llegaba con tener dos casas. Me acuerdo de una anédota sobre una pequeña isla que hay en la ría de Vigo, al lado de la playa de Samil. Resulta que mi padre era apoderado de banco, que suena muy bien, pero aún hoy en día no sé que es un apoderado, Bueno pues en uno de sus trapicheos bancarios, tuvo una opción de poder comprasr la dichosa Isla a precio de saldo o eso decía mi madre y él por lo que fuera, decidió no comprarla, o no pudo o no quiso, que se yo y no veas la vara que nos dió a partir de ahí mi madre: mira que esa Isla pudo ser nuestra, que porque a tú padre la faltó ambición (palabra favorita de mi madre) en ésta vida, porque si no esa Isla ya sería nuestra. Y ésta letanía nos tocaba cada día que bajábamos a la playa, pues desde la playa, para nuestra desgracia, se podía contemplar la dichosa Isla. Unos años más tarde la compró un especulador y le puso un turullo en forma de edificio, un turullo de nosecuantas plantas y siempre pensé, que ese cagarro con pisos, ese mamotreto, al estar construído en lado de la Isla, un día la Isla se iba a hundir por ese lado. Y se llamaba y llama la Isla de Toralla, no me salía enl nombre y eso que me he cagado en su nombre desde bien pequeñito.

BRILLANTE (Poema)

Es brillante todo lo que tengo a mi alrededor,
es brillante y luminoso.
yo tengo en una  mano, un diamante en bruto,
y en la otra tengo su figura, su sombra,
su torso desnudo,
y si acoplo las dos manos,
todo se llena de vivos reflejos.

Yo tengo conmigo la brillantez,
y  la luminosidad de la luciérnaga,
y tengo conmigo la chispa que forma una idea,
la chispa, la cuna, y hasta la cadena productiva,
en resumen, tengo el poder de parir ideas.

Ahora, es demasiado tarde para volver atrás,
lo andado me ha cargado la dinamo,
yo me siento pletórico de energía,
y tanto lleno estoy, que hasta me cae por los costados.

No quiero volver atrás,
ni quiero volver a sufrir lo que ya he sufrido,
ni siquiera revivir los momentos dulces,
pues lo único que de verdad echo de menos,
es el jardín en el que dí,
mis primeros y tambaleantes pasos.

Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...