Dia 17 de absoluto confinamiento,
desde mi ventana abierta al viento atravesado
escucho algunas voces humanas
y a un taladro dando por culo.
No hay coches a simple vista,
hay algunos gorriones que pían sin cesar
y se oye el molesto sonido de una moto toda loca,
de esas que llevan el tubo de escape para hacer ruido
y no sé el porqué no se han realizado sesudos estudios
sobre los señores que conducen esas motos,
seguramente si les realizáramos un TAC, veríamos:
Cerebro de mosquito
sobre el fondo oscuro de un cráneo abigarrado de verrugas,
junto a un conglomerado de neuronas convertidas en papilla blanquecina,
carente de línea media cerebral
porque su cerebro cabe en esa fina línea media.
Yo en mis tiempos más locos, pensaba
o mejor dicho
disfrutaba pensando
en tener una escopeta de balines (no de balas)
y cada vez que pasara un descerebrado de éstos,
venga una perdigonada,
pero al mismo tiempo me volvía pragmático
y volvía a pensar...
alguien le tendrá quitar los perdigones del cuerpo,
y claro, volvía a pensar en mi (soy médico)
y eso me cabreaba un huevo,
porque sacarle perdigones
a un tío que se merecía un bombardeo con bombas de todos los colores...
me sacaba y me saca de quicio
y al final, me inundaba de mares de impotencia de hollín ennegrecido,
pero bueno, hay que pensar
que estamos en el día 17 de confinamiento absoluto
y 'coño! parece que seguimos vivos.
Y sólo por esa noticia deberíamos
alegrarnos.
alegrarnos.



