DÍA 17 DE ABSOLUTO CONFINAMIENTO (Hace más o menos 1 año, en pleno comienzo de la pandemia)

 


Dia 17 de absoluto confinamiento,
desde mi ventana abierta al viento atravesado
escucho algunas voces humanas
y a un taladro dando por culo.
No hay coches a simple vista,
hay algunos gorriones que pían sin cesar
y se oye el molesto sonido de una moto toda loca,
de esas que llevan el tubo de escape para hacer ruido
y no sé el porqué no se han realizado sesudos estudios
sobre los señores que conducen esas motos,
seguramente si les realizáramos un TAC, veríamos:
Cerebro de mosquito
sobre el fondo oscuro de un cráneo abigarrado de verrugas,
junto a un conglomerado de neuronas convertidas en papilla blanquecina,
carente de línea media cerebral
porque su cerebro cabe en esa fina línea media.
Yo en mis tiempos más locos, pensaba
o mejor dicho
disfrutaba pensando
en tener una escopeta de balines (no de balas)
y cada vez que pasara un descerebrado de éstos,
venga una perdigonada,
pero al mismo tiempo me volvía pragmático
y volvía a pensar...
alguien le tendrá quitar los perdigones del cuerpo,
y claro, volvía a pensar en mi (soy médico)
y eso me cabreaba un huevo,
porque sacarle perdigones
a un tío que se merecía un bombardeo con bombas de todos los colores...
me sacaba y me saca de quicio
y al final, me inundaba de mares de impotencia de hollín ennegrecido,
pero bueno, hay que pensar
que estamos en el día 17 de confinamiento absoluto
y 'coño! parece que seguimos vivos.

Y sólo por esa noticia deberíamos
alegrarnos.

DESAMOR (Rosario Castellanos)


Me vio como se mira a través de un cristal
o del aire
o de nada.
Y entonces supe: yo no estaba allí
ni en ninguna otra parte
ni había estado nunca ni estaría.
Y fui como el que muere en la epidemia,
sin identificar, y es arrojado
a la fosa común.

A LOS 64 (Esto decía hace 1 año)

 


A los 64
uno se desnuda
y nunca ante un espejo
la arruga es bella
salvo para los viejos.

ALMA NEGRA

 


Tengo un trocito de alma negra,
y no sé si es producto de mi imaginación portentosa,
o es debido a tanto humo de cigarrillo que me he fumado,
o que ya era negra desde mi nacimiento,
 o es que en mi infancia me gustaba ser el malo,
 el indio, el chorizo o el ladrón de todo lo ajeno,
 y en realidad, 
no se cual de ellos prefiero.

Creo que el trocito de alma negra,
a veces me engaña y me domina,
y lo que es sencillo se complica,
y lo que es fácil se hace difícil,
y lo que es claro se vuelve oscuro,
 entonces ese trocito de nube negra,
 invade el resto de mi alma y mi cerebro,
y todo lo que pienso bajo su influjo,
se hace más negro a medida que pasan los años.

Tengo un trocito de alma negra,
un trocito muy pequeño,
aunque a veces me domina,
y entonces se destapa con inusitada fuerza,
sale la maldad infinita,
la maldad más profunda y más oscura,
y brotan como manantiales mis peores pensamientos,
y crecen mis miedos y mis paranoias más retorcidas,
y se multiplican mis temores y mis pérdidas nunca encontradas,
eso hace que me retuerza como un muñeco de trapo,
que diga lo que no quiero decir.
(Es como el rayo y el trueno,
yo soy el trueno y la maldad el rayo).
Al llegar la noche,
los arrepentimientos me abrazan y me atraviesan,
y duermo con ellos y con mis peores sueños y pesadillas.

Al final, 
siempre me despierto entre fríos sudores,
envuelto en una lúgubre noche de tormenta,
yo soy el trueno
y los arrepentimientos son los rayos
mientras mi trocito de alma negra
se ha convertido en una ciclogénesis casi perfecta.

JULIO CORTÁZAR