NO VEO EL MOMENTO (Poema)

No veo el momento,
el momento de dar un salto,
un salto hacia el vacío,
un salto hacia delante,
o un salto, por dar un salto,
pues yo sólo busco el saltar,
saltar para alcanzar las nubes,
y que ellas sean mi colchón,
y me sirvan de almohada,
y que la luna sea mi lámpara de noche,
y el sol sea mi estufa de leña,
quiero eso,
quiero viajar hacia el cielo,
y huir de éste mundo mezquino,
y olvidarme de que existo,
y de que vivo en un mundo perdido,
yo quiero presentar batalla,
y luchar a tumba abierta,
y romper la rutina del día a día,
y que el día se transforme en noche,
quiero eso,
quiero que la luna sea mi amiga,
y juntos y solos,
hacer órbitas fuera del sistema,
antisistema, diría yo,
antisistema y antitodoloquenosrodea.

MATICES

          Ahora me debato entre lo que debo y no debo hacer, entre lo que quiero y lo que debo, vamos como siempre me pasa. Si tengo que hacer esto y debo hacerlo, si debo decir lo otro y debo esperar un poco, y siempre, siempre matizando. Ahora soy el rey del matiz, hace poco era una bestia parda, todo a la cara y sin pamplinas. Como el resultado de ser tan directo no fue nada bueno, pues fui causando muchas bajas entre mis amistades, pues nada he tenido que dar marcha atrás.

         He cambiado mi filosofía pues estoy convencido que ese pronto de sinceridad que tenía, era producto de mi propia necesidad y para nada contemplaba las necesidades personales de la otra persona, eso por decirlo de alguna manera, me resbalaba. Y sigo con la misma necesidad , la de ser sincero, sólo que ahora intento contraponer mis necesidades con las necesidades de la persona a la cual me dirijo. Acabo de escribir un correo a una persona muy cercana y creo que ella me había faltado al respecto, no por sus palabras, sino por su tono y en primera instancia le contesté con una bomba atómica y de esto hace dos días.

       Pues la diferencia con antes, que cuando la escribí, la archivé y con la intención de repasarla después. Y eso acabo de hacer ahora y maticé y quité frases enteras y porque en el fondo esa persona me importa y si llego a mandar lo que contesté en primera instancia, hoy en día ya seríamos enemigos. Así que metí estopa pero con cuidado, es como dar por el culo a lo bravo o usando vaselina, creo que de ésta última forma duele menos y quién sabe, a lo mejor nos acaba gustando.

¡HAY TANTO QUE CONTAR!

                  Hoy es sábado sabadete y ya se sabe camisa nueva y un polvete. Pero me ha tocado chingar de otra manera, currar y sin camisa nueva y menos hablar de un polvete. Ahora son tiempos que de chingar currando nada de nada, vamos ni chingar, ni privar, ni pasarte un sólo pelo y ¡a menos mal!. Hace ya muchos años, cuando uno estaba de guardia, dejaba un cartel a la entrada del servicio de urgencias y diciendo: estoy en éste bar comiendo o cenando y con el teléfono escrito en un papel y ya te olvidabas de todo, te ibas a comer y a jugar al futbolín o al billar, o a lo que te diera la gana.

                 Si el bareto o antro al que ibas, tenía teléfono te llamaban allí, pero sino te iban a buscar y todo el mundo tan contento. De aquellas había el beneplácito de que beber no estaba tan mal visto y entraba dentro de una lógica un tanto surrealista, en la que se incluía que pudieras privar sin tener ningún problema. Era como fumar en la consulta y en lo que también se hacía la vista gorda. Yo creo que el límite estaba en que no fueras dando tumbos o que ya no pudieras ni hablar de la papa que llevabas, pero hasta ese límite, todo y absolutamente todo, repito, estaba permitido.

                                    Eran bestialidades de otros tiempos y en el que influían dos factores importantes: uno, que eras joven y el cuerpo te aguantaba la marcha y otro, era que los  servicios de urgencias de aquellos tiempos, tenían un número muy limitado de asistencias, por ejemplo, había muchas muertes por infarto y la norma era que no se avisaba al médico, morían tiesos en su casa. Por ese número reducido de avisos y por ser joven, era lo que nos permitía juntar todas las guardias. Yo me acuerdo de hacer 6 o 7 días seguidos de guardia de 24 horas y después librabas el resto del mes. Una animalada, pero tú cuerpo aguantaba y teniendo en cuenta que más o menos podías dormir algo, pues te metías entre rejas toda una semana y después a disfrutar el resto o sea 3 semanas.

                    Las cosas fueron evolucionando y tú con ellas, ¡qué remedio! y poco a poco fueron  aumentando el número de asistencias, al mismo tiempo que los años pasaban inexorablemente y el resultado fue que de currar una semana seguida, nada de nada y como mucho hacías 3 días seguidos. Después más adelante, ya ni siquiera aguantabas 2 días seguidos, las noches se fueron endureciendo conforme aumentaba la demanda y era vital el descanso postguardia.

                   Recuerdo de aquellos tiempos lejanos, que te tomabas unas birras o unos cubatas y no pasaba nada, era como si la gente pensase más vale un médico medio colocado, que no tener ninguno. Más tarde lógicamente se endureció el control alcoholémico y se cambió de tomarlas en los bares a tomarlas en el servicio. Y así, hasta que al final ni aquí ni allí, ni en ningún sitio. Yo sólo vi un problema en éste aspecto y fue a un compañero y amigo que era alcohólico y claro, empezaba con una copa y al final eran 50, hasta que un día ya no pudo caminar hasta el Servicio de Urgencias y le cayó un paquete que no veas.

                            También me acuerdo de mi primera guardia de urgencias, cagado hasta las trancas y con el vademecum y un libro de medicina abierto en la cama de mi habitación. Y era tal la inseguridad, que a  cada cosa y aunque fuera la tontería más grande, tenía que ir a la habitación a consultarla,  me era imposible decidir por mi mismo. Pero eso sí, ibas comparando tú primer diagnóstico con lo que decía el libro y esa era la manera de aprender, se aprendía, como se dice, a base de llevar palos. En la habitación había un ventanuco abierto que cada vez que entraba en la habitación lo miraba y sólo pensaba en escaparme por él y ni servicio de urgencias ni mierdas benditas. 

                           Aquello no eran 24 horas de guardia eran 24 meses, sino años y de dormir ni un pijo, la noche era criminal, tumbado y levantado, levantado y tumbado y un paseo por dentro y después por fuera y ahora estudio un poco y ahora intento dormir un rato y al primer ruido que escuchaba, ya pensaba en el marrón que se me venía encima. Y si viene esto, ¿que hago? y si viene lo otro, pues más de lo mismo. Era la noche eterna, la noche en vela, la noche llena de interrogantes y de dudas, ¿y yo para que estudié esto?, ¿y porqué no hice otra carrera? y ¿qué me importan a mi los enfermos? y yo ¿quién soy para intentar curarlos?, y te tenías que convencer a cada momento, de que tú eras el médico y no eras el cura de la parroquia y por tanto a ti te tocaba decidir sobre lo que tenían y su tratamiento y así toda la puta noche. 

                          Menudo stress y sobre todo de noche, pues eras el único médico localizable en toda una amplia comarca. Por el día había otros médicos pasando consulta y eso quieras que no, te aliviaba. Por eso, en esos principios en el que estaba permitido beber y fumar, yo siempre me apuntaba a la mínima ocasión, pero eso sí, con las orejas levantadas, siempre en tensión y con una buena dosis de miedo escénico y así casi nunca me emborrachaba, por no decir, que nunca, claro y también moderándote en lo que bebías, todo hay que decirlo. Ahora ya han pasado muchos años en que no bebo nada, res de res o sea nada y por el medio han quedado muchas anécdotas, que ya iré contando. ¡Hay tanto que contar!.





DOMINGO DE COMPENSACIONES

Supongo que es ley de vida esto que me está pasando, que la realidad va superando mi mundo mágico y poco a poco lo va rompiendo. Porque son muchas cosas que uno va teniendo en contra, algunas por su propio peso específico y otras quieras o no, porque las vas aplazando. Tiene sus costes el dedicarle tanto tiempo al escribir y tiene sus consecuencias. Pero bueno, la vida es así y yo tampoco me voy a rendir fácilmente, seguiré luchando, que es lo único que sé hacer bien.

Después de ésta reflexión dominical, tengo que decir que hoy es día 15 de Diciembre y hace un día precioso, lo único malo es que estoy saliente de guardia y por tanto escarallado. Es una pena estar así, pues hoy había quedado a ir a por setas y tenía tantas ganas, pero al mismo tiempo tengo tanto sueño, que no sé que hacer. Supongo que al final me quedaré sobando un par de horas, haré la comida para mí y los niños y después tarde de Domingo o sea en casa con la estufa de leña y medio tirado.

Sobre los domingos tengo mi aquél, por una lado debilidad mañanera, pues las mañanas domingueras son maravillosas y más acompañadas de un día espléndido como es éste. Y las tardes ya son otra cosa y sobre todo a éstas alturas del invierno, pues si normalmente los domingos por la tarde la gente se refugia en sus casas, pues para que contaros cuando se hace de noche a las 5 de la tarde.

A veces me sorprendo a mi mismo con mis pensamientos y como tengo que quedarme éstas navidades aquí en la Isla, pues me estaba compensando a mi mismo y pensando lo que sería vivir en una Isla más pequeña y en concreto pensaba en Formentera, donde te tiras un pedo y toda la Isla lo oye y hasta lo huele. Es curioso como el cerebro se compensa sólo y ya que no puedes estar en la Península y el tío o cerebro se queda jodido, pues busca en el otro lado, es decir en una Isla mucho más pequeña que ésta y ya está, ya está todo compensado.

Siempre dije que el equilibrio más perfecto se consigue a base de compensarte y a veces, como hoy, ya no tienes que buscarlo, el cerebro lo hace sólo por ti, quizá en el fondo ya lo tengo bien enseñado y amaestrado. ¡Y yo sin saberlo!. No dejo de pensar en mis setas y en el paseo entre pinares y me entran ganas no sé si de llorar pero casi, a saber cuando tendré otra oportunidad de poder ir con un día tan espléndido.

Y al final no pude aguantarme y acabo de regresar de mi aventura o fracaso con las setas, 6 mierdas pequeñitas y que no dan ni para un diente, pero bueno y de nuevo compenso, el paseo por bosques de pinos y con éste solete otoñal, ya sólo por eso mereció la pena. Ahora si que puedo decir al cien por cien, que no puedo más con mi cuerpo serrano y para compensarlo tendré que echarme una siesta.

.

Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...