Dicen la música amansa a la fieras y a que a los tontos les pones un pito o silbato en la boca y se creen árbitros de la Champions. Y eso me pasó el otro día en un Partido de fútbol. Me pasó que me encontré con un tonto con un pito en su boca (un árbitro de fútbol). Resulta que mi hijo pequeño pertenece a un equipo de fútbol, pero lógicamente y debido a ser Síndrome de Down, su desarrollo físico y cognitivo lleva otro ritmo, es más lento o mejor dicho, es distinto y por eso mismo le toca entrenarse con niños más pequeños que él, y el poder jugar oficialmente tampoco está contemplado en el reglamento oficial. Ya sabéis son normas y las normas sólo ven lo que ellas quieren ver y eso significa que sólo ven la normalidad y punto y pelota. Lo diferente es otra cosa muy distinta. Pero no era esa la cuestión en éste preciso momento, la cuestión era que el chaval tiene sus papeles en trámite y como utillero (pues como jugador va a ser que no y por motivos de edad y sobre todo, por motivos de diferencia, que por supuesto el reglamento no contempla) y el fútbol y su equipo es su mayor ilusión y el sólo quería sentarse en el banquillo para animar y estar con su equipo.
Pues nada que llegó el señor de las normas con su pito (árbitro) y tal cual manual dijo: si éste niño no tiene papeles para poder sentarse en banquillo, se tendrá que ir y punto. Al acabar el partido hablamos con él y nada, era como hablar con un muro, era como hablar con una piedra, era como si habláramos con un nazi levantando el brazo y saludando a Hitler. Y sin más, ahí se quedó la cosa. Pero en realidad ahí no se quedó, pues al tío le dio por publicar su opinión en sus REDES SOCIALES y que claro, sus comentarios llegaron a mis oídos. Y cito textualmente una frase que se puede quedar para los anales de la estupidez humana: El niño tiene Síndrome de Down, yo no soy culpable de esa situación, mal favor le hace su madre UTILIZANDO ÉSTA DESGRACIA COMO UNA ESCUSA (SÍ, ya sé, que se le olvidó la X, pero se le olvidó por analfabeto).
Pues, ¿qué puedo decir?. Qué primero, que mi hijo pequeño no es ninguna desgracia y tengo que añadir, que la verdadera desgracia es usted, usted es una desgracia social, es un imbécil que debía andar a cuatro patas, un descerebrado lleno de normas y reglamentos. Dicen que una de las mejores cualidades humanas, es ser flexible en la vida y como en todo, también en la vida hay excepciones. Y utilizar ¿qué?, que un niño disfruta estando en el banquillo, que se emociona, que se cabrea y que se entusiasma junto a sus compañeros de equipo. Pues perdone señor árbitro de pacotilla, usted es culpable de esa situación y es culpable porque carece de humanidad. Ha cumplido con las rígidas normas y ahora ¿qué?: ¿está contento?, ¿se siente satisfecho?, ¿es motivo de orgullo?, pues creo que no, estoy seguro que algo le revuelve por dentro dado que le da por escribir en las redes, semejante comentario de mierda. Señor árbitro, por mí siga pitando y siga cumpliendo a rajatabla los reglamentos, pero que no nos tropecemos, que no nos encontremos, porque me estoy pensando lo de hacer un favor al mundo y ya sabe, en ese mundo sólo entramos usted o yo, pero nunca los dos. DESGRACIA, usted dice, desgracia y yo no puedo estar más orgulloso de mi hijo. Señor árbitro, usted es un mierda y punto y pelota.