Mi proceso es un proceso muy complejo,
es complicado y extrordinario,
es un parto difícil a la vez que muy intenso,
es largo y duradero,
y esto yo lo digo, porque es mi propio proceso.
Mi proceso ha necesitado dias y horas,
a lo largo de meses estirados,
fueron horas de ideas convulsas,
minutos de retroceso hacia otros tiempos,
inmersiones en los mares de las dudas,
abluciones con agua de manantiales,
y alucinaciones de fuertes colores vivos.
Mi proceso es el que llevo dentro,
lo tengo escondido debajo de mi almohada,
a veces lo enseño y presumo de ello,
en otras lo observo y lo retengo entre mis dedos.
Mi proceso es demasiado complejo,
para explicarlo con sólo tres palabras,
o sintetizarlo con un sólo pensamiento.
Mi proceso es raro y único,
es sincero pero doloroso,
es un viaje astral por las antípodas del miedo,
es un viaje lleno de sensaciones plenas,
es bestial y es alucinógeno,
y es un viaje hacia el centro de la tierra.
Mi proceso fué voraz y asesino,
y para seguir adelante,
tuve que destrozar mis entrañas,
subirme a las montañas más altas,
rezar a orillas del Ganges,
tragarme el mar entero,
y rescatarme a mi mismo, de túneles sin salida.
Mi proceso nunca se acaba,
sigue y sigue y se convierte en otra idea,
es un proceso contínuo y no tiene paradas,
es envolvente y obsesivo,
es pertinaz y a veces delirante,
es un sueño y no una pesadilla,
es mi proceso y no quiero que me abandone,
por eso ruego e imploro, que nunca, que nunca, me deje sólo.