Hay días como hoy, en que la Musa se presenta tarde, mal y arrastras, tal como si ayer se hubiera ido de marcha y se pasara toda la noche follando. Huele a priva, huele a sudor muerto y las ojeras le cuelgan hasta el suelo. Además se siente destrozada y se queja de todo y por todo. Ahí es cuando me doy cuenta que simplemente viene a dormir la mona, que pasa de mi y de mis escritos, que sólo quiere cama y algo de mimos. ¿Y qué hago?, ¿la despido?. No puedo, es la Musa que tengo, la única que tengo.

Por tanto en días así, perdonadme pero no me siento muy fino e inspirado. Sin mi Musa yo no soy nadie y por eso tengo que reconciliar y negociar el tema con ella. Yo siempre le digo que el día en que estoy de guardia 24 horas lo tiene libre para sus desvaríos, pero no me escucha, ella va más por libre y argumenta que ella se va de marcha cuando el cuerpo se lo pide y demanda. Nada que al final, me tendré que ir con ella de marcha y para controlarla.
En cambio otros días, viene en plan provocativo. Un buen escote relleno de tetas, un sujetador negro de encaje, unos ligueros de seda fina y de color lila, unas bragas o tangas que muestran sus encantos, una blusa transparente y cristalina, en fin, que al final decidimos dejar de escribir y nos vamos juntos a la cama y ahí si que mi Musa me inspira, me inspira, me da la vuelta, me pone del revés o a cuatro patas, de rodillas y por atrás que es como me gusta más, en la mesilla de noche, en el baño o en el invernadero y entre macetas de plantas rotas nos quedamos dormidos...