Me ninguneaste,
pensaste...¡pobre tío!
parece que quiere pero no puede
y es que en realidad llegaste a pensar
¡no sé entera de nada!.
Al verme de lejos
te confundiste de tío
y de cerca pensaste
¡menudo pringado!.
Bueno,
pues aquí estamos
Yo a éste lado de la valla
y tú buscando margaritas en la otra orilla
y diciendo
¡soy feliz!
y porque soy tan libre como la brisa marina.
Lo que tú no sabes
es que de vez en cuando la brisa se convierte en viento
y éste en huracán descontrolado
y ahí es donde te quiero encontrar
en medio del caos y de la catástrofe
con ríos crecidos y desbordados
con mares confusos y cabreados
y con mierda hasta la boca
Y ahí quiero oírte decir:
¡menudo pringado!.