Ya estamos cerca del final del día. Hoy el día se perfila tirando a corto, hoy las horas se me pasaron volando y no pensando. Como además me tengo prohibido darle al coco o usar mi imaginación mientras estoy currando, pues la producción es tirando a escasa. Porque dada mi experiencia, después lo pagan los pacientes o lo pago yo, que tengo que hacer un esfuerzo ímprobo e inhumano cuando se complican las cosas y tengo que pasar de un estado de media alucinación a los estertores de la muerte del paciente y eso es como dar un salto mortal, pero dos veces o por lo menos lo es para mi coco maltrecho.

Yo no puedo pasar de estar todo contento con los habitantes de las nubes, con que de repente la tía va a parir una criatura humana y yo seguir soñando con los habitantes de las nubes. Hay que tener un punto de realidad, hay que saber por donde sale el sol y por donde se va a poner, hay que saber aterrizar y sobre todo prevenir, que todo se puede complicar. Yo no soy Dios, ni lo pretendo y por eso me aplico mis bozales y mis propias ataduras y para no dejarme llevar por las ensoñaciones de mi mente perversa.
Porque si fuera por mi y por mi mente estaría en otro Planeta o en otra Galaxia, estaría en el más allá del más allá. Pero quietos y paraos, que viene la caballería y ella me dice que tengo que poner los pies en el suelo y porque tengo y tengo a otro ser humano delante de mí y que además necesita de mí y de mis habilidades. Por tanto que puede haber más agradecido en ésta vida, que dar vida a lo que casi yace muerto o que va camino de ir. Nada recompensa ese poder, no eres dios pero casi, no eres dios, ¿pero coño donde está dios en esos momentos?, conmigo desde luego que no. Estoy yo y los otros compañeros. Y ya que me he elevado tanto, pues que ¡viva la revolución!. Y se acabó.

Yo no puedo pasar de estar todo contento con los habitantes de las nubes, con que de repente la tía va a parir una criatura humana y yo seguir soñando con los habitantes de las nubes. Hay que tener un punto de realidad, hay que saber por donde sale el sol y por donde se va a poner, hay que saber aterrizar y sobre todo prevenir, que todo se puede complicar. Yo no soy Dios, ni lo pretendo y por eso me aplico mis bozales y mis propias ataduras y para no dejarme llevar por las ensoñaciones de mi mente perversa.
Porque si fuera por mi y por mi mente estaría en otro Planeta o en otra Galaxia, estaría en el más allá del más allá. Pero quietos y paraos, que viene la caballería y ella me dice que tengo que poner los pies en el suelo y porque tengo y tengo a otro ser humano delante de mí y que además necesita de mí y de mis habilidades. Por tanto que puede haber más agradecido en ésta vida, que dar vida a lo que casi yace muerto o que va camino de ir. Nada recompensa ese poder, no eres dios pero casi, no eres dios, ¿pero coño donde está dios en esos momentos?, conmigo desde luego que no. Estoy yo y los otros compañeros. Y ya que me he elevado tanto, pues que ¡viva la revolución!. Y se acabó.


