
Es como cuando mis padres y mi hermana y cuando yo era un chaval muy mono, pero eso sí gran sorbedor de mocos, pues resulta que se trajeron un buen montón de Tunos a cantar y a emborracharse en mi casa y eran de la Tuna de Santiago de Compostela y yo estaba tan ilusionado como los demás de mi familia.
Era todo un acontecimiento social que tocaran los Tunos en la casa de uno, de hecho yo creo que sólo se permitía hacerlo a ellos, pues Franco aún estaba vivito y coleando y más recochineo tenia la cosa, si esa casa estaba en medio de un barrio obrero y porque en teoría debía dar más envidia al vecindario de la que ya tenían, pues era la casa más pudiente de la zona. Y éste tema de fomentar la envidia ajena, mi madre era una verdadera especialista, tenía un master de como dar envidia ajena.

Porque posteriormente se hicieron mis enemigos y todo porque me saturaron con la estupidez de sus canciones y además de que sus miembros estaban dotados de una profunda filosofía: beber y chistes fáciles y beber más y las tías les caían como moscas, pero no es envidia lo que sentía, pues la tías les iban como anillo al dedo, igual de estúpidas y de borrachas y yo ante eso no podía tener envidia. Envidia debían tener ellos, pues yo no fui tuno y en cambio follé más que todos ellos juntos. Mientras ellos le daban a la bandurria y a la pandereta yo me dedicaba a follar como un loco.