CALEDONIA (del blog de Pedro M. Martínez)
CREDO (Diana Rodrigo Ruiz)
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GATA Y HURAÑA EN LA MAÑANA
Gata y huraña en la mañana.
Sedienta de sangre caliente al llegar la tarde.
Entusiasta del fuego cuando el frío asoma.
Dueña del averno cuando se acuesta de noche.
Dormida y amanecida.
Vividora al viento de poniente.
Escarnecida por la sal de la tierra.
Entusiasta de los atardeceres sin fotos.
Desnuda a media mañana
y cuando se lo pide la luna.
AMBIGÜEDAD DE LA CATÁSTROFE (Ángel González)
Lo había perdido todo:
amor, familia, bienes, esperanzas.
Y se decía casi sin tristeza:
¿no es hermoso, por fin, vivir sin miedo?
Ángel González
LA ARAÑA
No es que haya desaparecido,
más bien me han dado por desaparecido,
las leyes, las normas, los establecimientos,
los dictados, las memorias oficiales,
los prólogos, los epílogos,
los diccionarios
y todos se han puesto más o menos de acuerdo,
en condenarme al ostracismo.
A veces se ponen de acuerdo
hasta los de perfiles más contrarios y contradictorios,
dicen, que si el fin merece la pena
ellos se juntarán y pondrán los medios más adecuados.
(el fin justifica los medios).
Lo que ellos no saben,
es que los medios acaban deformando al fin en si mismo.
Si tú usas la violencia
y para conseguir un fin pacífico,
al final acabas convirtiendo la paz final
en otro conflicto bélico y violento.
Y de toda esa telaraña solo se libra la araña,
que es la que nos ordena
defender la patria o lo que le convenga en cada momento.
DURALEX (Juan J. Millás)
Recuerdo muy bien la entrada del Duralex en nuestras existencias por lo extraordinario que suponía disponer de un vidrio irrompible. Todavía no conocíamos el oxímoron, esa figura retórica que consiste en juntar dos conceptos incompatibles, como cuando decimos “apresúrate despacio”, “muero porque no muero”, “silencio atronador” o “crecimiento negativo”. Ignorábamos, pues, cómo nombrar la cualidad contradictoria de aquellos vasos y platos que rebotaban en el suelo. Por alguna razón en la que ahora no caigo, el Duralex entró en mi casa antes que en las de mis compañeros de colegio, de modo que disfrutaba mucho haciéndoles demostraciones de aquella maravilla hasta que un día un vaso estalló con un ruido sordo en mil pedazos. Recuerdo que mi madre entró en la cocina con expresión de espanto, pero dispuesta a defender la dureza de su cristalería.
Mx (Pedro M. Martínez)
Mx
Nos detuvimos en un pueblo. Pasó un entierro. El segundo ataúd estaba cubierto por un echarpe blanco. La comitiva estaba precedida por una banda de música. Al autobús subió un policía que recorrió el pasillo y en su mirada había un reto que se posaba como un pájaro negro en los párpados de cada pasajero. Desde fuera nos miraban caras oscuras, serias, también niños y mujeres que ofrecían comida, agua de colores, fruta, botellas de mezcal, alebrijes. Dentro, el aire estaba lleno de relámpagos, como si el aliento de un buey de temor inundase cada rincón. Seguimos.
ESTAMOS TAN EMBUTIDOS...
Estamos tan embutidos en nuestros disfraces
que al final,
creemos que nos transformamos en algo distinto,
pensamos que no somos los mismos de antes,
que gracias a nuestra puta paciencia de mierda
y a nuestro conocimiento patético
pensamos que nos adaptamos a lo nuevo
y que sacamos todo el provecho de lo viejo.
Yo soy el mismo que hace 64 años nació con mi cuerpo,
pero ahora soy más viejo o más añoso,
pero el alma
o la dichosa alma que nos sustenta,
es tan igual como dos gotas de agua,
solo que una gota es más reciente que la otra.
Con un cuerpo más oxidado
y los tornillos más sueltos por holgados,
y más cicatrices en mi mapamundi vital,
y millones de historias más
pero también,
mucho más cuentos por el medio
y al final si sumamos o restamos
o multiplicamos y dividimos
el resultado final
es el mismo cuerpo mucho más desgastado
y un alma, que en mi caso...
no me cabe dentro.
(Pero eso me pasaba igual cuando era niño).
COMO SI FUERA...
Como si fuera por un cuento mal contado
o por una pesadilla mal digerida,
a veces me despierto en la noche
y con el estómago en el cielo de mi boca
y todo me arde por mis oquedades y mucosas,
todo me hiere,
todo me sangra,
todo es ácido que corroe los sentidos
y aquellas antiguas ganas de quererte.
APARTAMENTO (Xavier Echarri)
ME ABURRO POR AQUÍ, ME ABURRO POR ALLÁ...
Me aburro por aquí, me aburro por allá, haciendo esto o lo otro me aburro igualmente. O sea me aburro por los cuatro costados y me siento ...

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Yo tenía cinco años. La maestra escribió en la pizarra: "Todos los hombres son mortales". Sentí un enorme alivio, un gran regocijo...