VICTOR HUGO

Se siente una tristeza inmensa el ver como la naturaleza habla y el género humano no escucha.

AMALIA BAUTISTA (Blog "azuldemar")


Al cabo, son muy pocas las palabras

que de verdad nos duelen, y muy pocas

las que consiguen alegrar el alma.

Y son también muy pocas las personas

que mueven nuestro corazón, y menos

aún las que lo mueven mucho tiempo.

Al cabo, son poquísimas las cosas

que de verdad importan en la vida:

poder querer a alguien, que nos quieran

y no morir después que nuestros hijos.

LA VIDA...

 


 La vida es un absurdo disparate

que a veces parece brillante

y que en otras, se languidece 

y hasta resulta ser deprimente,

pero dicen, que hay que vivir

porque el fin de la muerte justifica todo lo vivido,

aunque una vez muertos

se nos apaga el cerebro

y se nos enciende el silencio.

Una vez muertos

 la memoria desaparece por un agujero negro,

mientras nuestro cuerpo y cerebro se convierten

en alimento para gusanos hambrientos...

Somos carne con alma

y la carne se descompone

pero el alma crece en cinco dimensiones,

morimos y lo que atrás hemos dejado,

 es lo que nos ha identificado.
.


TRAFICANTES DE TIEMPO (Irene Vallejo)


«Igual que tú, el niño siente la impaciencia del deseo —lo quiero ya—, pero no puede comprender la razón de la prisa. Para qué sirve la rapidez, cuando el placer consiste en entretenerse, remolonear y ser lentos. Qué inexplicables le parecen vuestras bruscas urgencias, los espabila, los venga vamos, los así no llegaremos nunca. Experto en demoras, se recrea en cada juego, en el peldaño de cada escalera, en cada excursión, como una historia interminable. Tu hijo intuye que el amor exige prodigalidad temporal. Si quieres a alguien, le das tu sosiego, tu desaceleración, tu olvido de los relojes.
Sin embargo, tu pequeño sibarita tiene serios competidores: cada instante, los dispositivos digitales y sus voraces pantallas batallan por secuestrar nuestras horas. Los gigantes tecnológicos codician miradas absortas para subastarlas en un frenético mercado de la atención. Las aplicaciones y las redes sociales son gratuitas solo en apariencia. No pagamos por ellas porque el producto es en realidad otro: nuestro tiempo. Hechizados por imágenes palpitantes y estímulos adictivos, regalamos información sobre nuestros gustos, movimientos, opiniones, miserias y sueños. Cuanto más, mejor: alimentamos bancos de minutos y bases de datos que las empresas venderán al mejor postor y que retornarán en forma de publicidad y propaganda personalizadas. Somos nosotros quienes estamos en venta.
En los años setenta, antes de la expansión de Internet y los primeros móviles, un autor de literatura infantil, Michael Ende, escribió una fábula visionaria sobre el saqueo de nuestro tesoro temporal. Los habitantes de una gran ciudad empiezan a recibir la visita de unos misteriosos hombres vestidos de gris, agentes de la Caja de Ahorros del Tiempo. Estos persuasivos recién llegados prometen suculentos intereses a la gente que deposite en su banco las horas ahorradas cada día: en lugar de media hora, dedique un cuarto de hora a cada cliente; reduzca el contacto cotidiano con su anciana madre a unas breves palabras; mejor aún, alójela en un buen asilo, pero barato, donde cuidarán de ella; no pierda ni una fracción de sus preciosos días en cantar, leer o en compañía de sus amigos. Los traficantes de tiempo van conquistando calladamente la sociedad, sin ninguna resistencia. La ansiedad, la urgencia y una prisa obsesiva se apoderan de la gente, que sigue ciegamente los consejos de los trajeados hombres grises tomándolos por decisiones propias. “Un negocio difícil, sangrarles el tiempo a los hombres, segundo a segundo. Nosotros nos lo quedamos, lo necesitamos, lo ansiamos. No sabéis lo que significa vuestro tiempo. Pero nosotros lo sabemos y os lo chupamos hasta la piel. Y necesitamos más, cada vez más”. Solo Momo, una niña huérfana que vive entre las ruinas de un anfiteatro romano, y la mágica tortuga Casiopea consiguen desenmascarar y derrotar a los grises banqueros que aspiran el humo de instantes usurpados.
Frente a nuestro empeño en digitalizar la educación, los gurús informáticos de Silicon Valley están criando a sus hijos sin pantallas. En los carísimos colegios privados de la meca tecnológica, los niños hacen sus cuentas con lápiz, cuartillas y arcaicas pizarras provistas de tizas de colores. Algo huele a podrido en California, cuando los propios cocineros prohíben a su familia saborear el mismo plato que nos ofrecen.
En la mitología clásica existió una divinidad llamada Momo, como la niña de Ende. La legendaria Momo encarnaba la burla irreverente hacia todos, incluso contra los habitantes del Olimpo: opinaba con ironía que la creación de los seres humanos estaba sobrevalorada. A su juicio, los dioses deberían haber previsto una pequeña puerta en el pecho que permitiera vigilar nuestras verdaderas ideas y sentimientos sinceros. No imaginaba que, algunos milenios más tarde, regalaríamos con ligereza datos vitales sobre nuestra salud, nuestras ideas políticas y nuestros secretos, auténticas semillas de control. Hoy, esa portezuela que soñó Momo existe, y ciertas empresas la abren para hurtarnos el tiempo y la intimidad con la ganzúa de nuestras horas cautivas».

"ESTAMOS DISTRAÍDOS" (Roberto Fontanarrosa)


Mi amiga Colette solía decir, y hace ya mucho tiempo, 'Estamos entrando en la edad del nunca me había pasado'...
Y es así.
Decimos: 'Es curioso. Nunca me había pasado, me agaché a recoger un tenedor y se me trabaron cuatro vértebras de la columna.
Escuchamos: 'Es notable. Nunca me había pasado. Mordí un caramelo de limón y un premolar se me partió en ocho pedazos.
Es que, así como se habla de un Primer Mundo y de un Tercero sin que nadie conozca a ciencia cierta cual es el Segundo, nosotros hemos pasado de la Primera Edad a la Tercera sin recalar por la Segunda y el cuerpo acusa recibo de tal apresuramiento.
El tiempo mismo, incluso, ha tomado una consistencia gelatinosa, plástica, mutante.
Calculamos: - 'Cuánto hace que se mudó Ricardo a su nueva casa?'.
Y arriesgamos: - 'Tres, cuatro años'. Hasta que alguien, conocedor,
nos saca de la duda: 'Catorce'.
Suponemos ante el amigo encontrado ocasionalmente en la calle: -'Tu pibe debe andar por los seis, siete años'.
- 'Tiene diecinueve - nos contesta el amigo
- Vení Tacho!'. Y nos presenta a una bestia de un metro ochenta, pelo verde, un clavo miguelito clavado en la ceja y un cardumen de granos sulfurosos en la mejilla.
Se corrobora entonces aquello que, dicen, decía John Lennon: 'El tiempo es algo que pasa mientras nosotros estamos distraídos haciendo otra cosa'. Y suerte que estamos distraídos haciendo otra cosa. Mucho peor es aburrirse.
Es dulce rememorar ciertos momentos, pero más me entusiasma pensar en las cosas que tengo para hacer. Es que muchos de esos ciertos momentos son muy viejos.
Y por lo tanto vale recordar el consejo dado por Javier Villafañe cuando alguien le preguntó cómo hacía para conservarse tan joven pasados los ochenta años. - 'No me junto con viejos', respondió el maestro.
Yo quiero agregar lo que un día dijo Jean Louis Barrault, famoso mimo francés: 'La edad madura es aquella en la que todavía se es joven, pero con mucho más esfuerzo'.

LA CARENCIA (Alejandra Pizarnik)

Yo no sé de pájaros,
no conozco la historia del fuego.
Pero creo que mi soledad debería tener alas.

LA SOLEDAD (Séneca)

"La soledad no es estar solo, es estar vacío".


ALFRED RETHHEL

"La muerte tocando el violín durante la epidemia de cólera en Paris 1831".

🖤

MIGUEL DE UNAMUNO

"Agranda la puerta, padre,
porque no puedo pasar;
la hiciste para los niños,
yo he crecido a mi pesar.
Si no me agrandas la puerta,
achícame, por piedad;
vuélveme a la edad bendita
en que vivir es soñar".

LOS UNOS Y LOS OTROS

 

Los unos, suenan a hueco

los otros, saben a hueso

y mientras estemos todos juntos

estaremos a salvo.

Los unos se salvarán porque se lo merecen

Los otros lo harán por ir detrás de los unos

y los nuestros porque son de uña, carne y hueso.

PARTE DEL VIENTO

 


Yo no puedo ser piedra
y hacerme el ausente,
yo quiero ser parte del viento,
a veces procuro mirarme con el mar en calma,
otras veces deseo agitar los cuatro mares
y naufragar entre olas gigantes...
y cuando nadie me ve
y cuando nadie me ve...
descubro que no me entiendo,
me miro en el espejo de mi alma
y me veo hueco y me siento vacío
y por fin entiendo,
que yo no soy piedra,
pero que me falta mucho para ser parte del viento...

NO VOLVERÉ A SER JOVEN (Jaime Gil de Biedma)

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
--como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme toda la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
--envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.

¿PARA QUE VINE A ÉSTE MUNDO?


 Si me preguntas

¿para que vine a éste mundo?

Yo te diría:

que para hacer lo que hice,

todo a lo grande,

sin temor al fracaso,

y sin miedo a la oscura boca de un agujero negro.

IMPERFECCIONES


 Miro al futuro

y además, sé cual debe ser mi futuro,

pero en cada esquina me espera la vida

y me dice al oído

¿hacia donde vas?

mira hacia atrás

y verás que tu mundo ha sido imperfecto.


Y ahí es donde entro yo de lleno,

entro en el terreno de mis imperfecciones,

floto en mis mares de dudas,

alucino con mis tormentos demenciales

y con mis patéticas quimeras,

y entro hasta el fondo

y me pierdo en mi propio desastre

y entonces deduzco

que yo amo las imperfecciones

y que detesto la perfección de las líneas rectas.

MIGUEL HERNÁNDEZ


 

NIÑA DE ALMA GRANDE

 

La niña Ruby Bridges, con sólo 6 años, es escoltada por delegados federales en Louisiana, 14 de noviembre de 1960. Bridges fue la primer estudiante negra estudiando en una escuela para blancos, ella participó en un proyecto federal que pretendía acabar con la segregación racial en las escuelas del estado de Louisiana.
El 14 de noviembre de 1960, Ruby bridges se dirigió a la escuela William Franz en Nueva Orleans. Tomó coraje, entró a las dependencias del colegio y se encontró con la institución vacía.
El cuerpo docente se había negado a enseñar a la niña negra y los padres del resto de las/los estudiantes no los llevaron más a esa clase.
Sólo una maestra se ofreció a enseñarle y lo hizo todo ese año, como si tuviera la presencia de más estudiantes en la sala.
Al final del primer día de clase, tres alguaciles federales, armados, esperaban a la gran Ruby para escoltarla a casa, frente a una multitud de casi 1000 personas que la agredían verbalmente, la escupían y la amenazaban de muerte. El Delegado federal Charles Burks, recordó más tarde: "ella mostró mucha valentía, nunca lloró. Ella no lloró. Sólo marchaba como un pequeño soldado, y todos estamos muy orgullosos de ella... ".

DE ENTRADA...


De entrada...yo soy amable.
De salida...puedo parecer imbécil,
pero arrepiéntete pecador,
¡no lo soy!
y aunque me he pasado media vida,
queriendo poseer ese título,
al final resulta que soy un ser humano
sin cuernos, ni rabo,
que como con los dedos
que beso con los labios en carne viva,
que quiero con el ansia del hambriento
y para el final,
caerme rendido a los pies de la diosa impotencia,
y es que no soy tan humano
cuando puedo volar en picado
y cuando puedo sentir el como me duele la vida,
y tal y como ahora mismo,
me está doliendo...

CUANDO...


 Cuando me saturo, actuo...

MINIMALISTA


Decir en 3 o 4 palabras
lo que se podría decir en 16,
esa es mi meta,
una de mis metas,
...escribir poco
y decir mucho...
pero es de suponer
que sin excepción,
queremos decirlo todo en 3 o 4 palabras.

ÉRAMOS


No cabíamos todos en aquél estrecho tugurio.
Éramos pocos pero parecíamos muchos.
Íbamos sobrados,
invencibles, intocables,
sobrepasados, ingobernables,
éramos pocos pero hablábamos mucho
y ladrábamos más...
y ahora, el paso del tiempo
nos ha enterrado
y sólo quedan los viejos ecos
de aquél ruído...

Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...