Yo soy un apátrida
APÁTRIDA
Yo soy un apátrida
carezco de estandartes y banderas.
Mi patria es el universo,
mis luces
son las de millones de estrellas fugaces.
Mis deseos
son deseos de otro cielo.
Mi vana esperanza
es que desaparezcan las fronteras de la tierra.
Mis preocupaciones
no entran en éste folio en blanco.
Mi ejército
son mis dos cansadas piernas.
Mi alma
es el alma de un ángel negro.
Mi dios,
es el dios de uno y de cada uno.
Yo soy un apátrida
y no tengo estandartes ni banderas.
Mi vista
es mi vista panorámica.
Mi escudo
es un escudo antimisiles.
Mis penas
son ver un jardín sin flores.
Mis sueños
son sueños muy personales.
Yo soy un apátrida
y no tengo estandartes ni banderas.
Mi patria es el Universo.
Mi estandarte son mis calzoncillos,
Y mi bandera solo lleva y tal como dice la canción:
dos huesos largos y una calavera.
CUANDO TODO ESTO SE ACABE
Cuando todo esto se acabe,
cuando el reloj marque el último suspiro del último día
cuando se apaguen y a la vez todas las luces del cielo,
cuando las tinieblas nos acechen con sus manos negras,
ese día... ese mismo día,
será el momento en que todo, por fin, se acabe.
No habrá profecías apocalípticas,
ni avisos preliminares,
ni malos augurios,
no habrá aves que emitan graznidos desesperados,
no habrá montañas que salten por los aires,
y por que no habrá nada y nada de nada.
Sólo habrá un estruendo inmenso bajo la tierra,
sólo habrá el sonido de inmensas trompetas,
sólo habrá caballos con carros de fuego,
sólo habrá carroña e inmundicia por las calles.
COMO CADA UNO SOMOS
Lo que a mí me interesa de lo que me rodea,
no es la envoltura de las personas,
ni el nombre que tienen,
ni como visten,
ni como comen.
Lo que a mi me interesa de verdad,
es poder observarlas desde dentro de sus entrañas.
A mí no me interesan las palabras vaciadas,
ni el darle vuelta a las cosas por el hecho de darlas
a mi lo que me interesa es ir al grano
y tirar al centro de la diana.
Lo que realmente me interesa,
no está en los compendios de la psicología,
y tampoco lo encuentro en las terapias de grupo,
quizá lo que yo busco,
sea algo más cercano,
algo como más familiar,
algo de cada día,
algo que sea más de andar por casa,
es ese algo que me está diciendo algo
pero que no sé como expresarlo,
es ese algo que nos identifica como personas,
y no es el dni, ni las huellas dactilares,
tampoco es el carnet de conducir,
ni los lunares que tenemos en la espalda,
no señor, no es eso,
es ese algo que nos hace ser como somos,
algo que nos hace sonreír
mientras los demás están llorando,
y ese algo, es el que nos hace ser
como cada uno somos.
EL SUICIDIO DE LAS LETRAS
Si de nuevo tengo que decir algo,
si de nuevo me tocara decir algo,
no sé si todo lo que tengo pendiente
entraría en ésta hoja en blanco.
si de nuevo me tocara decir algo,
no sé si todo lo que tengo pendiente
entraría en ésta hoja en blanco.
Serán alucinaciones o serán burbujas de aire,
porque lo que yo siento
es un bombardeo dentro de mi cerebro,
pueden ser desvarios o efectos mariposa,
puede o puede que no,
o puede que sean fenómenos paranormales,
o son las secuelas de una bomba de neuronas.
pueden ser desvarios o efectos mariposa,
puede o puede que no,
o puede que sean fenómenos paranormales,
o son las secuelas de una bomba de neuronas.
Pero lo que yo sé,
y lo sé y por eso lo digo,
es que tengo paranoias y delirios de grandeza,
a veces,
es que tengo paranoias y delirios de grandeza,
a veces,
me siento un superman que vuela con su traje de héroe,
y en otras,
y en otras,
creo ser una hormiga en busca de su hormiguero.
Si tuviera que decir todo lo que pienso,
no habría puntos y menos puntos y comas,
tampoco habría un orden aritmético,
ni habría frases ni parafrases,
sólo habría caos
en un desorden absoluto,
y sería el final del abecedario,
el apocalisis de la escritura
y sería el final del abecedario,
el apocalisis de la escritura
y el suicidio de las letras.
SÓLO
En el fondo yo sé porque estoy sólo,
lo sé y voy a decirlo de una forma muy simple
porque quiero,
no hay que darle más vueltas,
ni plantearse grandes preguntas aristotélicas,
yo estoy sólo...
porque yo quiero estar sólo.
Eso no quita que a veces,
esa soledad se revuelva y me acabe doliendo,
pero insisto,
yo estoy sólo,
y sólo conmigo y conmigo sólo.
ASUNTOS PENDIENTES
Todo lo que ocurre a mi alrededor,
no es producto de la casualidad,
ni siquiera es de la buena suerte.
Todo lo que ocurre a mi alrededor,
me lo he ganado a pulso
y con el sudor de mi frente.
Arduos esfuerzos me ha costado,
papeleras llenas de folios,
miles de bolígrafos sin tinta,
calambres en los dedos y dolor en los pulpejos.
No me escondí de nada,
no huí con la cabeza gacha,
en todo momento di la cara,
y si hubo que enfrentarse con viejos dragones,
allí estaba yo con mi espada.
Yo abrí heridas mal cicatrizadas,
metí el dedo en llagas,
urgué en cerebros ajenos,
escarbé en mi propia historia,
y despaché asuntos pendientes,
todo eso hice yo,
y si no hice más,
es porque todo requiere su tiempo.
TOMARME UN RESPIRO
Hoy al andar por calles perdidas,
y por aceras siniestras,
y al notar el frío atravesando mi piel,
he decidido...
tomarme un respiro.
He pensado en porqué se mueve el universo,
y en que se diferencia una araña de un pez espada,
y por muchas vueltas que le dado,
no me ha quedado nada claro.
Pero a su vez, tambien pensé,
en que se parece un ser humano a un ciempiés,
y la verdad es que no lo sé,
¿quizá en el número de pies?.
Y por fin, me hice una última pregunta
si yo entro en un agujero negro que salida tendré,
si atravieso el espacio-tiempo a través de su boca negra,
¿en que planeta caeré?.
Buena pregunta me acabo de hacer.
Pero a éstas alturas me siento embarullado y confundido,
y ya no sé, si hablo del ciempiés o del agujero negro,
o que tiene que ver la araña, el ser humano y el pez.
Y ante semejante nudo en el cerebro,
he decidido de nuevo,
volverme a tomar otro respiro,
y para ver si me aclaro y de una vez.
Oración en el Mediterráneo (Ana Luísa Amaral)
Ha muerto Ana Luísa Amaral, gran poeta portuguesa. Que la tierra le sea leve.
Oración en el Mediterráneo
En vez de peces, Señor,
un mar que sea de olas inocentes,
y una vez en la arena
gente que mire con el corazón abierto,
voces que nos acepten
El viaje es tan difícil
que hasta la espuma hiere y hierve,
y es tan alta que ciega
durante la entera travesía
Haz, Señor, que no haya
muertos esta vez,
deja las rocas lejos,
que el viento amaine
y que tu paz por fin
se multiplique
Que después de la balsa
la guerra, la fatiga,
tras los brazos abiertos y sonoros,
haya, Señor,
un poco de pan tierno
y un pescado, tal vez,
del mar
que es también nuestro
SOY EXTRAÑO
Soy sincero si digo...
que me encuentro a gusto,
a gusto conmigo y con lo que me rodea,
disfruto del instante y del momento,
si me veo en el espejo me veo contento,
si voy por la calle piso los charcos,
si es invierno me muero de frío,
además,
me encanta la lluvia y la bruma de la mañana.
Y si es otoño, aún me importa menos,
para mí sus colores otoñales,
son poemas de la madre naturaleza.
Si alguien me dice algo,
yo escucho, hablo y me río,
aunque a veces también lloro y sufro,
pero esto es más hondo e íntimo,
por eso cuando yo sufro y lloro...
lo hago sólo.
No huyo de casi nada,
ni escapo del todo de todo,
soy una esponja de ideas delirantes,
soy la sombra más negra de las noches sin luna.
Me gusta la intimidad de un sofá,
y acurrucarme a la luz de una vela,
a veces me sorprendo hablándome sólo,
y lo hago en voz alta
y para que los demás, me escuchen.
Pero tambien es cierto,
que me gusta tocar, hablar y esparcir sentimientos,
me encanta el roce de tu mano,
y adoro tus curvas peligrosas,
soy un ser que se emociona con una ola,
pero hay veces que me altero porque yo solo me cabreo.
Soy raro, soy extraño,
soy poquita cosa,
pero para mí..
soy más que suficiente con lo que tengo.
AGOSTO DEL 2.019
Aquí estamos nuevo. Sé que sigo vivo porque estoy escribiendo, a no ser que se pueda escribir desde el otro lado de la película y como un puto zombi todo podrido. Pero bueno, acabo de llegar a mi santa casa (por supuesto, recién salido de guardia... hoy no iba a ser menos), he cagado muy plácidamente, me he dado una ducha de las buenas y nada más salir de la ducha, me he puesto a sudar como un verdadero cerdo y desde esas, no he parado de sudar ni un segundo. Estoy como para ir dando abrazos asquerosos y pegajosos, los cuales tengo exclusivamente reservados y con todo mi cariño de hiena, a mis peores enemigos. A mis amigos no les doy abrazos de oso en tiempos veraniegos, se los reservo para cuando llegue el otoño o el crudo y duro invierno. Mirar, voy a decir una máxima y porque con perdón, porque me sale de los cojones: en verano no hay cariño ni amor posible...Puede haber amor en la distancia, besos que se dan al aire y que a continuación, se soplan, caricias que se sueñan pero que nunca tocan y como mucho, se puede hablar de amor y con el ventilador a tope. Además en verano, no se está para realizar congresos de pareja y tú ¿porqué hiciste esto y no lo otro?...y yo diría... yo hago esto, porque en verano sudo como un cerdo y porque no soporto el intercambio de fluidos y sudores ardientes. Otros no soportan otras cosas y nadie les dice nada.
Pues hoy es Martes y día 6 de Agosto y ya he pasado mi ecuador de guardias. Por tanto hagamos algo por ser positivista y en cambio de ver la botella medio vacía, tendré que verla media llena y en consecuencia, sólo me queda media botella por llenar. Ya conocéis y sino lo conocéis... yo os lo cuento con sumo gusto y mucho cariño, el ejemplo del ahogado que se ha bebido medio mar (y que por eso está muerto y tieso), pues el positivismo nos dice...que a ese fulano le quedó medio mar por beber y a lo mejor el siguiente ahogado se bebe más de medio mar (y eso es muy positivo para los positivistas de mierda). Mi objetivo es acabar el Martes de la semana que viene ad integrum y sobre todo, estando en mis condiciones humanas (neurológicas, psíquicas y físicas) lo más intactas posibles. O sea, que por lo menos me queda algo entero y vivo dentro de mi, una raíz, un capullo (esto es más probable), un brote verde, una flor minusválida, una planta carnívora, un árbol enano, un poco o un mucho de ternura y ya está. Tampoco hay que ponerse demasiado tonto y meloso con esto, un poema vale, dos poemas también, pero toda tu vida haciendo poemas, va resultar como demasiado empalagoso y blandito. Mi tema es otro, mi tema es un poema y a continuación, una hostia dialéctica y de esa guisa, es como yo funciono.
¿Y que si así me va bien? y yo que sé...Yo sólo sé que me va y que más bien me va tirando a mal, pero a éstas alturas de mi vida no pretendo cambiar y hacerme un Bruno nuevo. El chasis ya lo tengo hecho y reforzado y es a partir de él, como yo me construyo y deconstruyo, pero el chasis está hecho y acabado y lo único que puedo corregir son los flecos y partes sobrantes y añadir los trozos que me faltan. Y mi esencia es mi chasis y esa casi no ha cambiado a lo largo de mi puta vida. Soy el mismo Bruno con 14 años que el Bruno de ahora, el que ha cumplido 63 primaveras y que precisamente no fueron celebradas en el corte inglés y fueron celebradas cuando llegué a tiempo de acordarme de que era la fecha de mi cumpleaños. Casi siempre me paso de fecha y me acuerdo días o meses después. Total que más da celebrar tu puto cumpleaños un 5 de Febrero que un 28 de Abril...y ¿da igual o no da igual?.
¡De buena me he salvado!.
A mis verdaderos amigos, que no son muchos, les tengo que decir: qué ha merecido la pena éste viaje y que por mí, lo repitiría una y mil veces. Pero nos obligan a escoger y si quieres más vida tienes que aceptar la muerte con uñas y dientes y si quieres más besos, pues tendrás que buscar una tía o un tío, depende y depende de que pie cojees o si eres cojo de los dos pies (que también puede ser). Pero a lo que iba, éste viaje ha sido mejor que una semana gratuita en Disneylandia, que más o menos es lo que ha durado, una puta semana de mi vida y menos mal, que tuve la suerte de no conocer la puta tortura de Disneylandia. ¡De buena me he salvado!.
PEQUEÑAS PATRIAS
Me pregunto si los que viven toda su puta vida en el mismo sitio, no se aburrirán de ver siempre lo mismo y el mismo paisaje y las mismas caras y los mismos anhelos, además casi todo el mundo estará diciendo los mismos adjetivos grandilocuentes: ¡oh qué grande es todo!, ¡Oh qué maravilla!, ¡mejor que esto no hay nada en el mundo!, ¡esto es el paraíso!...¡No hace falta ir al Caribe para ver semejante belleza!. Y digo todo esto, porque mira que por el mundo no hay sitios y sitios, pero claro, nunca serán tan maravillosos como lo es tu ombligo y porque no los pueden ver todos los días del año y además, está el concepto Patria, pues como mi Patria no hay ninguna. Y si ellos se quedan contentos, yo también me quedo (pero menos, mucho menos. Es más llego a cabrearme con esa falta de miras).
BALANZA
¿Que, que, qué?, ¿qué estoy pensando?. Pues en tí... NO y creo que en tí... TAMPOCO. Yo pienso en abstracto y de una idea, surgen frases y sentimientos, pero todos están carentes de algo en concreto. Yo quiero y eso es puro sentimiento. Yo amo y ese es otro. Yo odio y porque sin odio no me siento persona al completo. Es que el final es ese: yo odio y amo y dependiendo del día, así se inclinará la balanza y hacia un lado o hacia el otro..
EL SILENCIO DEL ESPACIO SIDERAL
Tú hablas y siempre quieres hablar
y como si hablar fuera un sedante natural
que a veces lo es,
pero sólo a veces,
porque mira,
a mi seda más el silencio,
el silencio me adormece
y hasta a veces, me hace levitar
y asciende mi cuerpo
y como si hablar fuera un sedante natural
que a veces lo es,
pero sólo a veces,
porque mira,
a mi seda más el silencio,
el silencio me adormece
y hasta a veces, me hace levitar
y asciende mi cuerpo
pero mi alma asciende mucho más,
además, están mis fantasmas...
además, están mis fantasmas...
ellos flotan mejor que nadie
y les encanta jugar con mi personalidad.
Y perdona que te diga otra cosa,
yo tengo mis mundos paralelos,
tengo mis propios satélites y planetas,
tengo un millón de estrellas brillantes yn fugaces,
además, tengo dentro de mí
y les encanta jugar con mi personalidad.
Y perdona que te diga otra cosa,
yo tengo mis mundos paralelos,
tengo mis propios satélites y planetas,
tengo un millón de estrellas brillantes yn fugaces,
además, tengo dentro de mí
el silencio del espacio sideral
y cuando estoy en él,
no necesito hablar
y cuando estoy en él,
no necesito hablar
ni siquiera respirar.
VIAJE
"Cuando yo era un chaval,
era un saco de orgullo
cuando fuí estudiante,
era todo entusiasmo,
cuando me inaguré en plan adulto,
empecé a tener mis dudas
y ahora, que voy para viejo,
soy la suma de todo lo anterior,
soy orgullo, soy entusiasmo y soy duda,
pero de lo que estoy seguro y por encima de todo,
es que éste viaje ha merecido la pena".
José Hierro
"Inútilmente interrogas.
Tus ojos miran al cielo.
Buscas detrás de las nubes,
huellas que se llevó el viento".
El tercero de la foto. Por Juan Forn
Todos conocemos la imagen: se ha vuelto ícono e incluso estatua, sólo que en la estatua se eliminó a uno de sus tres protagonistas. No es una crítica ni una denuncia: también nosotros eliminamos mentalmente de la foto a aquel flaquito pelirrojo que parecía estar de prestado en la escena. El año era 1968: la masacre de MyLai en Vietnam, el Mayo francés, los asesinatos de Martin Luther King y Bobby Kennedy en Estados Unidos, los tanques rusos acabando con la Primavera de Praga, la matanza de Tlatelolco y, apenas unos días después, empiezan las Olimpíadas, precisamente en México, con la sangre de los estudiantes muertos todavía fresca. En la final de los 200 metros llanos, el podio es ocupado por dos atletas negros norteamericanos y un australiano, bastante más bajito y esmirriado que ellos. Los dos negros suben a recibir sus medallas descalzos y con un guante negro cada uno, y cuando suena el himno americano bajan sus cabezas y alzan el puño enguantado, haciendo el saludo de los Panteras Negras (iban también descalzos, en alusión a sus hermanos de raza de los algodonales de Luisiana, que no tenían derecho a usar calzado). La foto dio la vuelta al mundo: en el reino de la confraternidad ecuménica a través del deporte, hacía su fulminante ingreso la protesta política. Casi medio siglo después me escribe un lector, uno de esos lectores exigentes que es una bendición tener, y me pide que cuente la historia de la foto y del blanquito que aparece en ella de prestado: el australiano Peter Norman. Yo tenía ocho años en 1968, y había sido educado en los valores del Barón de Coubertin: me acuerdo todavía de la consternación que despertó aquel episodio pero, como el resto del mundo, lo ignoraba todo sobre Peter Norman.
Los velocistas negros Tommie “Jet” Smith y John Carlos sabían, desde principios de 1968, que tenían chances seguras de ganar medalla: sus tiempos eran cada vez más mejores, no tenían rivales a la vista, el oro estaba entre los dos. También eran miembros de un grupo de atletas que habían creado el OPCR (Programa Olímpico por los Derechos Civiles) que apoyaba la lucha contra la segregación racial. Ante el desdén del Comité Olímpico por sus pedidos decidieron que, al subir al podio, portarían un distintivo de la organización como protesta. Smith había nacido en Texas, el séptimo de once hermanos, era hijo de un peón de los algodonales. Carlos era de Harlem, hijo de un zapatero remendón. Ambos tenían en claro por quién corrían. En las rondas preliminares arrasaron con sus rivales y en la final también picaron ambos en punta, Carlos a la cabeza y Smith mordiéndole los talones hasta que en el sprint de los últimos cincuenta metros superó a su colega y ya estaba alzando los brazos cuando vio por el rabillo del ojo al australianito Norman, que había hecho toda la carrera en sexto lugar, achicando a trancazos la distancia hasta instalarse como una cuña entre ambos.
Para entender cabalmente la escena hay que decir que Norman medía casi veinte centímetros menos que los dos afroamericanos: cada tranco de ellos era tranco y medio para él. Sin embargo algo le había pasado desde su llegada a México: no paraba de mejorar sus tiempos. Hasta entonces no alcanzaban a hacer sombra a los de Smith y Carlos, pero ahora estaba ocurriendo lo imposible. Norman hizo los 200 metros en 20.07, una marca que nadie había logrado hasta entonces. Obligó a “Jet” Smith a dejar la vida en esos últimos metros y convertirse así en el primer atleta en el mundo en bajar la barrera de los veinte segundos (clavó la aguja en 19.86). Carlos quedó en tercer lugar, con sus 20.10.
En el vestuario antes de subir al podio, Smith y Carlos encararon a Norman y le avisaron lo que iban a hacer. El australiano venía de una familia de “salvos” (así llamaban en su país a los voluntarios del Ejército de Salvación). Cuando Smith y Carlos le preguntaron si creía en los derechos civiles y en la igualdad ante Dios, contestó:
“Creo que todo hombre tiene derecho a beber la misma agua. Creo en lo que creen ustedes”. Y a continuación señaló el distintivo del OPCR y preguntó si tenían uno para él. Otro atleta norteamericano le dio el suyo. Smith y Carlos se preguntaban de dónde había salido ese blanquito que pensaba más en lo que estaban por hacer que en su medalla de plata. En el revuelo descubrieron que se les había perdido un par de guantes. “Que cada uno use uno”, sugirió con practicidad Norman. Desde el podio no pudieron apreciar del todo lo que pasaba en las tribunas: el estadio entero en silencio cuando, con los primeros compases del himno, Smith y Carlos alzaron su puño enguantado.
Ambos fueron desafectados y expulsados de la Villa Olímpica en cuanto bajaron del podio (al atleta que le dio el distintivo a Norman también lo suspendieron). Apenas volvieron a casa empezaron los problemas. Uno de ellos terminó lavando autos en Texas, el otro cargando bolsas en el puerto de Nueva York. Les escribían insultos en la puerta de sus casas, cada noche sonaba el teléfono con amenazas anónimas. Debieron pasar más de diez años hasta que pudieron volver al mundo del atletismo, ya como entrenadores, y después como portavoces de la igualdad en el deporte.
Para Norman fue peor. En Australia, las minorías raciales sufrían una forma más silenciosa pero igual de cruel de discriminación (en el censo nacional de 1968 se contaron las ovejas pero no los aborígenes). Expresar apoyo a la equidad racial fue condenarse al ostracismo. No sólo se le hizo difícil seguir corriendo; tampoco conseguía quién le diera trabajo. Repetidas veces lo invitaron a pedir perdón por el episodio de México, pero él se negó, y siguió entrenando por las suyas y logrando tiempos superiores a sus rivales. En los cuatro años siguientes batió trece veces la marca de calificación en los 200 metros para ir a las Olimpíadas de Munich en 1972, pero no lo convocaron al equipo nacional y, por primera vez en la historia de los Juegos, Australia no tuvo sprinter en las finales de 100 y 200 metros. Norman intentó dedicarse al fútbol australiano profesional pero una lesión en el tendón de Aquiles lo puso al borde de perder la pierna por gangrena. Se hizo adicto a los calmantes que le recetaban, luego alcohólico, luego se recuperó y empezó a militar en el sindicalismo y trabajar en una carnicería.
Usaba su medalla olímpica para trabar la puerta de su departamento.
Cuando se anunció que Australia organizaría los Juegos en el 2000, se ilusionó con que lo incluyeran en los festejos. Los organizadores de Sydney invitaron a todos los medallistas olímpicos australianos a desfilar el día de la inauguración, pero a Norman no sólo lo excluyeron del desfile: ni siquiera le mandaron entradas para ir al estadio. Era el mejor velocista de la historia australiana pero no existía. Incluso en la estatua que se había erigido en el campus de San José, California, conmemorando aquel podio de México 68, el segundo lugar estaba vacío.
Murió sin que nadie le pidiera perdón, el 9 de octubre de 2006. Los ya sexagenarios Smith y Carlos viajaron hasta Melbourne y llevaron el féretro en el funeral. La banda que acompañaba el cortejo tocaba “Carrozas de fuego”. El sobrino de Norman, Matt, había hecho un documental sobre su tío: no consiguió financiación en su país, pero logró terminarla igual. Después de colarla en el circuito de festivales y cosechar media docena de premios, el Comité Olímpico declaró el 9 de octubre Día Mundial del Atletismo. La marca de 20.07 sigue sin ser superada en Australia hasta el día de hoy. Ningún otro record en el atletismo mundial ha durado tanto.
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