
que pena de noches,
que pena de aquellos días
y ¡que pena de aquellas noches!.
Hoy no añoro,
sólo me doy un baño en aguas tranquilas,
sólo pienso en el calor de tus brazos,
y en el sudor de tus mejillas,
noches inciertas a la luz de la luna,
noches de pecado y de miedos con temblores,
noches de lujuria lasciva,
y de emociones recién descubiertas,
noches de lloros de sirena,
de sabores dulces y a veces ácidos,
gemidos, susurros,
y lindas canciones en tus ojos,
y mientras en los míos,
sonaban las delicias en forma de grito.