Hoy podía haber empezado mejor el día, pero una cosa es el deseo y otra es la puta realidad: Empecé por un accidente de tráfico, mejor dicho con un atropello de dos niños de 5 y 7 años, los dos eran hermanos y bueno, uno, el niño no tenía casi nada y la niña pues un trauma facial medio severo, pero llegó en plenas condiciones. Bueno, pues pude comprobar que el curso que me acaban de dar, del como dar las malas noticias, no me sirvió de mucho y porque el padre de las criaturas estaba histérico, lógicamente y en de esas metió un chillido que te cagas y dijo a voz en grito: "qué pasa aquí, que no nos vamos nunca".
Y yo son respirar apenas y alzando la voz más que él, le dije: "usted tranquilícese, ¡coño! y siéntese y dejemos trabajar". Y cuando acabamos el servicio me entró la risa y es que en el curso me habían dicho que tenía que ser empático y por tanto, que tenía que explicarle tranquilamente al señor, qué somos profesionales sanitarios y que su hija estaba en buenas manos y que entendía su agresividad y bla, bla, blá.... Me salió la voz interna de la autoridad, me salió de dentro de mis entrañas.
Pero coño, una cosa es ser empático y otra cosa es ser gilipollas. Y porque el padre en ese momento no está para explicaciones y solo atiende a cosas sencillas, como es una orden de cállese y quítese del medio. Más tarde y debido al bufido que le había metido, el tío problema estaba como un corderito, obediente y casi levantando la mano antes de decir algo. Con lo cual al final, la cosa acabó bien y yo le informé como se debe y según los cánones establecidos, sobre la situación de sus hijos. Y así acabó y como si fuera el cuento de Caperucita y el Lobo feroz, la primera asistencia del día.
Y yo son respirar apenas y alzando la voz más que él, le dije: "usted tranquilícese, ¡coño! y siéntese y dejemos trabajar". Y cuando acabamos el servicio me entró la risa y es que en el curso me habían dicho que tenía que ser empático y por tanto, que tenía que explicarle tranquilamente al señor, qué somos profesionales sanitarios y que su hija estaba en buenas manos y que entendía su agresividad y bla, bla, blá.... Me salió la voz interna de la autoridad, me salió de dentro de mis entrañas.
Pero coño, una cosa es ser empático y otra cosa es ser gilipollas. Y porque el padre en ese momento no está para explicaciones y solo atiende a cosas sencillas, como es una orden de cállese y quítese del medio. Más tarde y debido al bufido que le había metido, el tío problema estaba como un corderito, obediente y casi levantando la mano antes de decir algo. Con lo cual al final, la cosa acabó bien y yo le informé como se debe y según los cánones establecidos, sobre la situación de sus hijos. Y así acabó y como si fuera el cuento de Caperucita y el Lobo feroz, la primera asistencia del día.