NO SOY NADA (Poema)

Es dolor urente
o es dolor ardiente,
no lo sé, lo que yo sé,
es que me duele,
y me quema
 y me hace daño,
y penetra por mis fibras sensibles,
y destruye mis terminaciones,
y entonces no sé si siento,
 o no siento nada,
y es que me vuelvo sensible,
o sensiblero y delicado,
y me duele hasta cuando hablo,
y cuando rezo o cuando lloro,
y más, cuando me río de mi mismo,
y todo es dolor ante mi espejo,
y ante el tuyo, es igual o parecido,
aunque en el tuyo,
yo no me veo,
 sólo me intuyo,
y eso que te creo y te deseo,
y busco y rebusco en los rincones de mi memoria,
o entre los balcones que dan al tuyo,
y en los portales de una noche de verano,
 a veces yo te encuentro,
y te encuentro sentada en las escaleras del cielo,
o era en las escaleras de incendios,
es igual, yo sé que te encuentro,
 y ardes de deseos y yo ardo contigo,
y soy yo el que prendo la mecha,
o eres tú, la que pierdes la paciencia,
y mientras me he perdido entre las llamas,
 yo me vuelvo y me revuelvo,
y me giro y me doy la vuelta,
 y siento el miedo de perderme,
y más siento, el de perderte,
y sólo busco la puerta de salida,
y un asomo o un deje de tu sombra,
y noto más el dolor en tu cama,
que en la mía de cada día,
y oigo el crujido de los muelles,
y muelles y  mares y olvidos,
o no te acuerdas, que te he olvidado,
o eso pienso yo,
que te he olvidado,
 y me olvido de haberte conocido,
y hasta tu nombre suena a vacío,
y el mío suena a hueco,
y oigo mis voces como un eco,
y el retumbar de las campanas,
y me enternezco cuando me acoges,
y me muero cuando dices que me dices,
 que me quieres,
y que sepas que yo sin ti,
 soy menos que nada.

MI SOMBRA (Poema)

Detrás de las sombras,
siempre pienso que estás tú,
y no estás,
sólo está tu sombra,
y yo me escondo bajo su cobijo,
y veo y observo,
y encuentro un hueco,
y es que las sombras,
son mi espina bífida,
son mi sustento y mi estimulo.

Las sombras viven dentro de mi,
y también viven a mi alrededor,
y vuelan y se deslizan,´
y forman mosaicos de colores,
y son luces y son sombras,
y son días y son noches,
son sucesiones de vértigos,
y de mareos aún inciertos.

Nací entre las sombras,
y anduve sobre el agua de sus mares,
y jugué bajo el amparo de su mano,
y huí, huí hasta perderme entre la niebla,
y no pude..., no pude liberarme de su yugo,
y tuve que llorar, suplicar,
e implorar, el perdón de mis pecados,
y esperé, esperé arrodillado,
y ahora sangro como si fuera un grifo,
y grito y chillo y me muero,
pues no es mi sombra,
es la tuya,
o son sombras de una higuera,
o yo me pierdo dentro de la mía,
y ahora soy sombra,
mi sombra propia,
y me cubro con un sombrero,
un sombrero de fieltro o de terciopelo,
y guardo mi sombra bajo el sombrero,
y ya por fin, me quedo tranquilo,
soy yo y mi sombra,
mi sombra y yo,
los dos, juntos los dos,
 los dos bajo la misma sombra que nos cobija.

HARTO (Poema)

No sé si devorarte de un mordisco,
o comerme sólo las vísceras,
y escupir tus huesos
como huesos de aceituna,
y después colgarte como un despojo,
pues yo, yo rezumo odio,
te desprecio y te doy de comer aparte,
te insulto y te repudio,
y te maltrato por tu desplante,
y desde la última vez en que te vi,
 solo pienso en tus ojos de hiena,
y en tus garras negras y afiladas,
y siento miedo,
miedo y pavor de volver a verte.

Yo te devoraría como una fiera en celo,
y  te arrancaría el corazón con mi mano,
y con tu ombligo haría un ovillo,
o un anillo para mi dedo meñique,
y de tu piel haría una alfombra roja,
y yo desfilaría por ella,
triunfal y a recoger mi premio,
y entre aplausos y gritos,
saltaría sobre tus fauces,
pues eres un tiburón de almas ajenas,
y una alimaña que bebe ácido úrico,
eres un buitre en su buitrera,
 o eres una rata bajo el agua,
quizá seas un tumor dentro de mi cerebro,
y entonces no eres tú,
soy yo, soy yo el que me odio,
y es que estoy harto,
 harto de conocerte y de padecerte,
harto de mi y harto de ti,
harto de los dos,
y harto de todo dios.

EL COLOR DE LA SANGRE

 

       


Hoy he ido a devolver unos muestrarios de pinturas, de pinturas de brocha gorda, pues últimamente es mi trabajo y es debido a que estoy pintando mi casa, la puñetera casa, que es más grande que el palacio de la Zarzuela. Consta de tres plantas y sótano y el sótano contiene un gran billar inglés, un snocker, que por cierto es jodido de jugar, ya que tiene unas bolas pequeñísimas y ya no hablamos de sus bocas, que parecen culos de pichón. A lo que iba, quería pintar una pared de la sala y viendo el muestrario me dí cuenta que no tengo ni puta idea, pues me salieron tres colores bastante distintos: el rojo, el azul y el verde. Con lo cual ya me queda un tiempo para comerme más el tarro. Me preguntó la vendedora, que cual de los tres colores como médico, que al parecer soy, me daba más paz y me salió instantáneo : por supuesto el rojo Sangreee... era el que me producía más paz. Si me lo hubiera preguntado como persona, no sé cual le diría, pero se arriesgó a pedírmelo como médico. 

                          Y es que a mí me va la sangre, me encanta la sangre, eso no significa que me encante ver a gente desangrándose, ni que esté espachurrada o reventada, eso si que no,  bueno para ser sincero, un poquito si que me gusta. Pero es verdad que después paso unos días en los que tengo pesadillas, además que por el día, me siento como muy raro, raro de raro, raro, raro y raro. No señor, no me gustan esas animaladas, pero es verdad que me gusta el color de la sangre y por mucho que digan los pintores, no hay en el mercado un color rojo parecido, bueno parecido sí, pero sólo parecido. Pues esos rojos que intentan imitar el rojo sanguíneo, les faltan los glóbulos rojos, esos pequeños glóbulos que rezuman vida y eso se nota, pues en la sangre sobre todo y por encima de todo, lo que hay es vida. 

                   Y el olor de la sangre, pues no sé si sabéis que la sangre huele y como huele y su olor es indefinido, es simplemente olor a sangre. Hay algo como amargo o agrio en el olor de sangre, pero tiene muchos más componentes olorificos que yo no sé definir con palabras. El olor a sangre sólo penetra tú pituitaria, cuando alguien sangra a borbotones y en grandes cantidades. Quizá lo que más se parezca a ese olor, es el sabor de la sangre, por lo menos a mi me lo recuerda, cuando sangro por las narices o cuando chupo una herida, ahí me viene un regustillo parecido al que me produce al oler la sangre.

                    Pero a lo que iba, a mi de la sangre lo que más me entusiasma es su color, su color alegre y titiritero y que rezuma vida y no me extraña que los vampiros al ver la sangre, les entre el siroco. Yo en cambio de chuparla, digo la sangre que no otra cosa, por mi juramento hipocrático me tengo que joder y es mi obligación tener que parar la hemorragia. !Maldito juramento!. Siempre pensé que cuando llegara a ser rico, cosa que ya veo difícil, en mi jardín yo quería tener una fuente, una fuente de la que manara sangre a borbotones. Un color digamos que para mí el más parecido al rojo sanguíneo, es el color rojo del vino. Del vino fresco, del vino antes de ser fermentado, pues aparte de su color rojo parecido, el vino antes de fermentar tiene altas dosis de energía, que no es vida pero como si lo fuera y eso de que no es vida habría que demostrarlo. Ese rojo del vino tinto, es rojo pasión, es sangre de la uva y también emite un olor muy característico, un olor de nuevo indefinido, que sólo huele a eso, a rojo del vino.

                          La sangre, ¡que gran vínculo!, el vínculo de la sangre. La sangre nos une y nos desune, por ella se pierden vidas y por ella también te condenan, te maltratan o asesinan. Lazos de sangre, hermanos de sangre, cuantas referencias a la sangre y como ellas determinan el ser de una misma familia. Hay infinitas referencias a la sangre y como determinan los lazos familiares. Pero no sólo eso, hay algunos colgados que determinaron que por un factor hereditario que hay en la sangre humana se podía saber a que raza pertenecías. Lo intentó demostrar Hitler y otros patrioteros de poca monta, que aún hoy en día hay repartidos, por desgracia, por el mundo. Son los peligrosos populistas que incluyen en sus discursos, la superioridad de su raza. Claro que si se sintieran inferiores, no lo reivindicarían.

                         A tanto llega la sangre, que a veces llega hasta al río, y algunos la usan para definir su alto abolengo, como la nobleza o realeza. Recurren a la sangre para diferenciarse y entonces, hablan de que ellos tienen sangre azul. Que color más feo para la sangre, que color tan poco apasionado para tanta vida que lleva en sus venas. El azul es ideal para el cielo, para el mar y para unas cuantas cosas más, pero no para darle el color a la sangre, eso sí que no. Aunque quién sabe, pues de tanta consanguinidad, al final el rojo se hace azul. 

      Y como se definen las pequeñas y grandes escaramuzas, ya sea por una guerra, o por un conflicto cualquiera, entonces se habla de si corrió o no corrió la sangre. Si corrió la sangre, !que poesia maquiavélica!, pues corrió y que bonito era, como diría el otro. Y la otra expresión de "corrieron ríos de sangre", ésta aún es más bella poéticamente hablando. Las rosas rojas, por lo menos algunas, presentan un color rojo similar al de la sangre y digo similar, que no igual. Esa textura de una rosa roja y aderezada con unas gotas de rocío, a veces recuerda al rojo sangre, pero lo malo es que sólo le dura un día, pues al día siguiente ya esa rosa ha perdido vida, y por tanto, ya no es un rojo tan pasional y vital.

MI ALMA y YO (Poema)

Supuro por mis poros,
y hablo con mi lengua de trapo,
me deslizo por calles empinadas,
y ardo, al sentirme deseado,
y soy una especie en extinción,
un caimán de los pantanos,
un tigre de bengala,
o soy lo contrario,
una simple caries de un león,
o un roto en mi pantalón.

Soy la hostia,
o soy la hostia de imbécil,
soy alguien, si alguien es algo,
o soy un poco de alguien,
¿quien sabe?,
a lo mejor soy eso,
la cucaracha del suelo,
o el arco iris del cielo,
y puede y sólo puede,
que sea, la esencia de mi alma,
y mi cuerpo el esqueleto que la mantiene,
y hablo, porque mi alma quiere,
y siento el
como me quema,
 la sangre de sus venas,
y oigo y veo y huelo por ella,
y yo soy su parásito,
su molde y su pantalla,
y entonces no entiendo nada,
soy yo o soy ella,
o soy lo que ella quiere que sea,
y entonces soy,
 soy el payaso que se ríe de mis penas.

PODÍA DECIR (Poema)

Podía decir..., que te quiero,
pero mi boca no dice nada,
ni se mueve la lengua,
ni se mueven los labios,
quizá, si miras dentro de mis ojos,
y entras en el fondo de mi retina,
podrás entender,
que deseo lo que veo,
pero no quiero lo que poseo.

Podía ser así,
o puede que no,
y no te quiero porque tengo miedo,
y mi pálpito se confunde con el tuyo,
y somos dos relojes de arena,
y eso es lo que nos queda,
el tiempo de vaciarnos enteros.

Podía ser así,
o podía ser de otra manera,
puede que no te quiera,
porque no sé querer,
o porque nadie me dijo como era,
pero puede que aún así, te quiera,
no lo sé,... no lo sé,
no se si querer es esto,
o esto, al fin y al cabo,
no es...., nada.

MÁS CLARO (Poema)


Podía decirlo más claro,
pero no quiero o no puedo,
 pues lo claro a veces hace daño,
 sino lo hace siempre.
Sé puede ser más claro,
 y serlo más,
que una luz intensa,
o más,
 que un claro del bosque,
 y si, si se puede ser más claro,
 y serlo tanto o más,
que la luna llena,
o más,
que cuando resplandece la nieve.

Podía ser más claro,
y pensarlo y decirlo claramente,
y poner los puntos sobre las ies,
y con las palabras adecuadas y justas,
y si, si se puede ser más claro,
más claro que tús ojos claros,
más claro, que la transparencia de lo que piensas,
y también es puede ser más lúcido,
más nítido y hasta más punzante,
y de ser tan claro,
yo temo hacerte daño.

Yo puedo ser más claro,
pues mis ideas son claras de huevo,
y en cambio me contengo,
y será por miedo o por respeto,
pero prefiero,
 que la claridad me quede dentro,
y son opciones o son posturas tácticas,
y desde luego,
lo que no son,
lo tengo más que claro,
tan claro,
 como luz de una bombilla,
o mismo,
como la luz de una cerilla.

SANTIAGO - Parte X y última

               En este mismo piso había otro inquilino bastante peculiar. Había estado dos o tres años embarcado en barcos de pesca, de los que iban a ese gran caladero del "Gran Sol", allá al norte de Irlanda. Nunca supe que gran sol había al norte de Irlanda, pues con la que cae por esos lares, lo de sol, como que no. Después decidió estudiar Magisterio. Este chaval, traía costumbres de convivencia en barcos pequeños. De dormir por turnos y mojados hasta la médula y con sueño partido en trozos pequeños y en literas minúsculas y claustrofóbicas. De ahí, venía al agobio que tenía por los espacios cerrados y sin ventilar y cogió la costumbre de dormir con las ventanas abiertas. El siempre dormía con sus ventanas abiertas y daba igual la estación que fuera. Se zambullía en la cama y debajo de un montón de mantas, y sólo dejaba al aire su prominente nariz.

                                      Un día fui yo a su habitación a hablar de algo que ahora no me acuerdo. Y vi que desde su cama salía un cordel y que éste a su vez, salía por la ventana y que descendía por el patio interior de la casa. Le pregunté,  ¿para que quería aquel cordel?. Y él sin abrir la boca, empezó a tirar del cordel. Al final de él había un rollo echo con los calcetines y el calzoncillo. Decía que como era muy limpio y ya le había dado dos vueltas a los calcetines y a los calzoncillos que no le quedaba otra que tirarlos a ventilar por el patio interior. Algo es algo, decía. Con el sólo hecho de subirlos y enseñármelos el olor a pescado podrido se quedaba corto y me dijo, con esa flema tan británica que le caracterizaba, que ahora aún olían, pues sólo llevaban al aire una hora, que por la mañana era distinto.

                                  En otro piso y por tanto con distintos actores, pero como siempre, estando yo presente, hubo otro protagonista que dio pie a ésta historia. Este elemento procedía de un pueblo muy mono y también muy marinero. A él, le gustaba presumir de ello. Claro que a él, no le gustaba contar su procedencia familiar, el ocultaba que era hijo de uno de los más ricos del pueblo, no sé, era como una especie de complejo, complejo  de ser de familia rica. El tío era bajito, con pelo rizado y corto, de rasgos más bien comunes y con gafas finas. Y en su día a día, no se caracterizaba por hablar mucho, más bien poquito y como muy abreviado (o sea como un poco cortito). Siempre estaba metido en sus cosas, ensimismado y con la mirada perdida. Y sólo cuando te hacía una pregunta, entonces sí te clavaba la mirada. Esta mirada, tan de él, denotaba por un lado inseguridad y por otro lado daba todos los síntomas de estar zumbado.

                                             Se pasaba todo el día encerrado en su habitación. No salía para nada, sólo para mear y de paso, se acercaba a la sala de estar y nos espetaba una pregunta sobre su miserable existencia. En una de sus tantas visitas cortas a la sala. Nos dice, que él con sus 23 años aún no había chingado nunca (tema recurrente éste), y que él se mataba a pajas, a una media de tres por día y que tenía miedo a que si se le presenta una ocasión, si sería capaz de chingar. Vamos traduciendo, si después de pajearse como un mono, aún le quedarían fuerzas para que se le empinara. Creo que fui yo, que soy muy cabrón, el que le contesté y le dije, que no se preocupara pues todo tenía una solución. La cual era, que no se pajeara durante un mes. Así tendría más ganas, si es que se podían tener y que se concentrara con sus tres sentidos en intentar ligar. Que se fijara esa meta y que luchara por ella. Me miró a la cara, muy serio y con mucha solemnidad aceptó el reto. Le quedaba por delante un mes de prueba y después nos reuniríamos para sacar conclusiones.

                                                 !!Menudo mes!!. El ya no se quedaba en su habitación. Era una fiera enjaulada, iba de habitación en habitación y de ahí y de continuo a la sala de estar. Su mirada aún estaba más perdida, pero él seguía firme en su decisión y ahora ya no había quien le hiciera cambiar de idea. Llegada la noche, acostumbrábamos a ir al pub de abajo. Pronto las chavalas que conocíamos, se empezaron a quejar de aquel tío. El de la mirada de loco, el que se les pegaba a su espalda como una lapa, el que babeaba mientras les miraba a las tetas, el que las desnudaba con la mirada, el que estaba más salido que un mono y que además no emitía ni siquiera un sonido y menos una palabra. Así que el asunto tomó otros derroteros.

                                                 Había que cambiar de estrategia, aquello estaba a punto de petar. Decidí entonces, hablar en serio con él y le planteé que debía parar y cambiar de método, pues su táctica no surtía efecto. Le convencí, que el método idóneo para ligar era hablando, conversando y relajándose y por supuesto, sin gestos obscenos y sin demostrar su salidismo.  Peligraba su vida y que desde luego así, no se iba a jalar ni una rosca. Esta conversación tuvo su efecto, pero por desgracia sólo le duró dos días. Al cabo de ellos, ya estaba de nuevo en la espalda de una chavala y con sus ojos encendidos clavados en unas tetas. Las tías, ya no podían más y pronto empezaron a despreciarlo, lógicamente, con sus palabras y gestos. Con éstos tropezones, pasó el mes completo y aquella situación ya no se podía aguantar más, por nosotros, (el resto de moradores del piso), pues aquella bestia furibunda, no paraba de andar todo el día de un lado a otro, como un gorila enjaulado y hablando sólo. También por las chavalas, pues ya alguna le había partido la cara y por él mismo y sobre todo, pues a éste paso le iban a explotar los huevos y la cabeza le iba a hacer !crack!.

                                   


Lo único que se pudo hacer fue hablar de nuevo con él y plantearle las cosas a la cara, y formularle una nueva estrategia. Y así se hizo, se le dijo que volviera a masturbarse, que se hiciera las pajas que quisiera, pero que por favor, por lo que más quisiera, que se encerrara de nuevo en su cochiquera y que como hacía antes, no saliera de ella. Que por ahora eso llegaba y que más adelante, seguro que la suerte cambiaba. Quizá algún día...la suerte le cambiara .De momento la terapia había fallado.

LEJOS O CERCA (Poema)

Lejos o cerca,
cerca o lejos,
yo a veces, te siento cerca,
y otras, te siento muy lejos,
y en todas cuando despierto,
no encuentro tu cuerpo.
Cerca estuve de tenerte,
y cerca estuve de perderte,
lejos quedan tus palabras,
y el calor de tu mirada,
y es que te tuve,
te tuve entre mis brazos,
y comí y viví de tu aliento,
y bebí del agua de tu fuente,
y esculpí tu cuerpo con mis manos,
y tu me colmaste de besos,
y si yo siento eso,
entonces ¿porqué te siento tan lejos?.
Cerca estoy de volverte a ver,
lo sé, por el grito de mi cuerpo,
y por el temblor de mi impaciencia,
lo sé, porque ya te siento,
y porque huelo el perfume de tu vientre.
Ahora, ya te espero,
sé que entrarás por esa puerta,
sé que no llamarás ni dirás nada,
sé que me darás un beso,
y en silencio...,en silencio...
haremos el amor,
hasta que tú
te vayas.


LAS MIRADAS

               A veces veo personas que andan mirando al suelo y entonces me acuerdo cuando de chaval buscaba por el suelo y a ver si encontraba un duro o  mejor 25 pesetas de aquellas. Hay otras personas que siempre te ven por encima del hombro, como si llevaras algo en él, un animal exótico o una mierda de gaviota y tu les buscas la mirada y nada, se la vuelves a buscar y menos, entonces concluyes que se merecen que les mandes a tomar por culo. También los hay que en principio te miran a los ojos, pero en cuanto tu les miras y le mantienes un rato tu mirada, ellos dócilmente la bajan hacia el suelo. Después lo intentan de nuevo y pasa igual. Estas personas intentan ser seguras y luchan por ello, porque son tenaces en su insistencia, pero en el fondo les puede su inseguridad latente.

                                     Hay otros que mantiene su mirada fijamente y no bajan la guardia y están retándote todo el rato. Son personas que van o son seguras y por tanto te echan un pulso visual, a ver quién domina con la mirada. Muchas veces no se conceden ni un pestañeo, es tanto lo que echan en el envite, que no se permiten ni un sólo descuido o relajo. Después hay los que hacen lo que le da la real gana, o sea por momentos mantienen su mirada fija y al cabo de un rato van y miran para el suelo y no siguen un orden concreto.

                                    Y por último los hay los que ni miran ni abajo, ni arriba, ni al medio, por el simple hecho de que están ciegos y esa mirada muerta no hay quién la aguante. Un reto a unos ojos vivos aún tiene su aquél, pero un reto a unos ojos muertos, te deja helado, aparte que no hay mirada más fija, que la mirada de un ciego. Te penetra como un puñal por tu pupila y daña tu nervio óptico y a tu cerebro llega un escalofrío y que supones que será el mismo, que tendrás cuando te mueres.

                                   ¿Exagerado?, pues probar a mantenerle el pulso visual a un ciego y ya veréis como se os quitan las ganas de repetirlo. Yo en eso del mirar, soy anárquico y miro a los ojos cuando me sale de dentro y dejo de mirar cuando me vuelve a salir de más adentro. Yo de pulsos sólo sé, de los se echan sobre una mesa y con los brazos apoyados y como soy zurdo, casi siempre gano. ¡Hombre!, lo peor de todo es echarle un pulso visual a un ojo de cristal, entonces es el no va más del escalofrío, aparte de que estás todo el tiempo acojonado de que vaya el tío y se le de por quitarse el ojo de cristal delante de ti, entonces la grima ya no te produce un escalofrío, te produce un agujero en el cerebro.

Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...