
Y yo soltando dardos envenenados son muy peligroso y porque de alguna forma pierdo el control, pero no del todo. Pierdo el control de mis palabras y todas las enfoco a hacer el máximo daño. Es como si tuviera dentro una energía desconocida y que sólo se activa en casos de emergencias. Saltan las alarmas y saltan sobre todo, cuando percibo un tono agresivo, pero ante ello no me arredo, al revés convulsionan mis pensamientos y las palabras salen como flechas. Supongo que es porque estoy acostumbrado a desenvolverme en terreno hostil y agresivo y desde niño es ese ambiente me muevo como pez en el agua.
Pero ese ambiente y mi reacción después pasan factura y me quedo con un montón de sensaciones que a mi no me gustan y que al final, se convierten en espesas comeduras de coco. Sí, has hecho daño, pero sólo querías hacer daño para defenderte y tú defensa se ha convertido en ataque y en ataque mortal. ¡Joder!, si te quedas corto, te agobias y porque no has sabido responder como toca y al revés pasa igual, si te pasas de largo, te agobias porque te has pasado. Por esa razón procuro tragar saliva, solo que a la segunda o tercera vez, ya no trago más, sino que me pasa al revés, que empiezo a escupir veneno.
Al equilibrio entre los dos formas de actuar, le llaman autocontrol. Pues sinceramente mi autocontrol lo tengo bajo mínimos ante las cosas que percibo como agresiones verbales. Tendré que hacerme un papahostias asertivo y cuando me den una bofetada tendré que poner la otra mejilla. o tengo que pensar que la otra persona tiene un motivo escondido y entonces pobrecita persona que me agrede y que me da patadas verbales y cuando suelte su veneno yo lo que tengo que hacer es darle un abrazo y decirle que le quiero. Aunque sinceramente yo prefiero un método más fino y más eficaz, que es cogerlo por los huevos y preguntarle si me quería decir algo. Y éste no es un método agresivo, simplemente es cogerlo por los huevos y demostrar que estás dispuesto a escucharle.