Tan cerca estuve de tocar el cielo,
que creo que por instante lo toqué,
salté y salté y salté tanto...
que lo pellizqué,
y a ese trocito de su ser lo deposité en mi bolsillo.
Ahora guardo esa bolita como de algodón
dentro de mis sueños,
en la sección de mis sueños más placenteros
y en el apartado de mis sueños más divinos.
De vez en cuando saco ese trocito de ser,
lo admiro y lo toco
y pasan las horas y los días y lo sigo tocando,
pues su tacto es de terciopelo mágico,
es especial, es sensual y es extraordinariamente suave.
Del suelo vengo y hacia el cielo voy,
y no admito estaciones intermedias,
no creo en purgatorios ni en limbos,
creo en Cúmulos, Nimbos y oscuras nubes que anuncian tormenta,
creo en lo que veo, toco, oigo y siento,
y siento que acabaré hiendo al cielo
me sentaré a la vera de Dios y cerca de santo Job,
tengo ese puesto ganado
es más...ya estoy en ello
y por eso ahora, estoy subiendo las escaleras al cielo.