Por fin me he puesto cómodo, me quité las putas botas de currar y
parece que los pies empiezan a respirar. ¡Que alivio!. Hoy es lunes 25
de marzo y se ha notado por primera vez la primavera, su calorcillo más
potente y como el día poco a poco se alarga. Y cuando dentro de una
semana se cambie la hora, entonces si que se va a alucinar. La
primavera, que recurrente es la primavera y es curioso que a la
primavera se le ponga el apodo de estación de explosión, donde parecen
que los sentodos se ponene a tope y los sentimentos a flor de piel, pero
al mismo tiempo también explotan algunas patologías psiquiátricas y
destacan por encima de todos, los deprimidos. Está reconocido que ésta
estación agudiza la depresión, en el que ya están catalogados
previamente, como depresivos. Al resto de los humanos, la primavera
pueden ser estímulos positivos, aunque claro, con diferentes grados. Y
en esto es en lo que yo quiero entrar, en los grados en que nos altera
la primavera.
Los hay que se ponen eufóricos y por tanto
inaguantables, son los que se empeñan en que dada la explosión de la
naturaleza en la primavera, nosotros tenemos que explotar con ella. Son
seres empalagosos y plastas. En cada puesta de sol ven el rayo verde y
se enternecen como corderitos tiernos. Y bueno si les das un canuto,
pues simplemente la has cagado, pues buscan como locos apoyar su cabeza
en tú hombro o darte un beso cuando el sol se esconde o les entra una
risita histérica o se ponen a recitarte una poesía ecológica. Si el
canuto es potente, harán lo posible para que te quedes a ver junto a él o
a ella, la luna y las estrellas y para ello te pedirán que hagas otro
canuto y esta vez más cargado. Entonces, con la bomba canutera, te cae
una diatriba patatera y metafísica, en donde entra de todo: el mar, el
cielo, las estrellas, la luna y como nos influyen todos los astros en
nuestras almas y como nos marcan y nos determinan los caminos hacia el
amor y cuidado que aquí entra el amor universal y el amor entre los dos.
La cosa resulta tan tan tan dulce, que te deja saciado de azúcar para
un mes entero. Después de éstas reflexiones tan profundas, lo mejor que
puedes hacer es inventarte una urgencia: si había quedado a las diez y
si me apuro aún llego a tiempo o me tengo que ir a cagar, que no veas
como aprieta o si ya estás sobresaturado, directamente le mandas a la
mierda, pero directamente, no valen palabras a medias, no las va a
entender, con el encebolle que ya lleva.¡ Al carajo, tú te vas al
carajo! y punto. No te dejes engañar, por un instante puede pasar por tú
mente: si le aguanto el rollo a lo mejor mojo y no te lleves al engaño,
el rollo es insoportable y para sacar la misma conclusión más adelante:
ésta tía es insoportable. O sea que ahorra energía y mandala
directamente al carajo. El tiempo en ésta vida es demasiado importante.
Hay otros u otra, que les da por el romanticismo, pero sin tanto
hipismo o sea les molesta la naturaleza y sus condicionantes y al tiempo
se ponen tiernas, pero porque son tiernas de por sí. Eso sí la
naturaleza aparte, les molesta esa hierba, que dura es ésta piedra, que
frío hace y sí, el mar está precioso, pero mira que humedad hace y cada
frase acaba igual y si nos vamos a mi casa o a la tuya, o sea si nos
vamos a una cama, aunque en el fondo ella prefiere la suya. Y tú piensas
y si te echo un polvo aquí mismo o te tiro por el acantilado o te
callas un poco. Después a regañadientes le sigues hacia su linda casa,
pues a tí, te puede el pragmatismo, si no esa noche no mojas, concluyes.
Su casa es mona y lindísima, está todo bien puesto y en su sitio, todo
resulta muy práctico y moderno y ella encantada de mostrar su casa y de
donde sacó las ideas para su decoración y a que todo es muy original, a
que sí. La música que pone, es popera, dulzona y hortera y ahora vamos a
cenar algo y tomamos una copa de vino, de éste que es muy bueno y me
salió muy caro y el vino es una mierda de vino y tú sólo pensando en la
cama y dejarse de tanto preámbulo. Pero claro, una chica tan dulce y
práctica al mismo tiempo, necesita su tiempo, su precalentamiento y tú a
éstas alturas ya no puedes con tú dolor de huevos. Pero aguantas como
aguantas un jabato, el fin es lo que importa y por ese fin merece pasar
éste calvario. Ya cuando estás hasta los huevos de la tía y de sus
tonterías, yo creo que ella se da cuenta y entonces empieza a aflojar:
se desabrocha un botón de su camisa y se remanga las faldas y ya aquí te
enciagas y te pones las botas y a follar que el mundo es tuyo y claro,
de ella también. ¡Faltaría más!.
Después hay otras y otros, en
que la naturaleza, ni siquiera la primavera, les pone tiernos ni
sentimentalistas. Hay que decir que a éstas personas no les pone nada,
lo que se dice nada, en definitiva son unos tocapelotas. A donde vayan
van a dar el cante: si es un pub, pues que alta está la música y me
duele la cabeza y yo me quiero ir a mi casa. Y si estás viendo una
puesta de sol, va y te dice, que desde su casa se ve una puesta de sol
mejor o como pican estos mosquitos y no hay nada mejor que mi casa, pues
allí no hay mosquitos y a continuación despliegan un discurso sobre sus
virtudes: lo comprometida que es, lo consecuente y la dificultad de su
trabajo, su trabajo el más difícil del mundo y yo sin enterarme. Aqui lo
mejor es callar y coger el coche en puto silencio o sea en plan mudo y
no decir nada en todo el camino de vuelta y sin más parar el coche en su
portal y decirle simplemente, que ya está en su puñetera casa y que
ahueque el ala y si, por casualidad te propone subir a su apartamento,
no le hagas puto caso, pues no vas a mojar nada, ni siquiera mojarás la
puntita. Su casa es su casa y en ese momento sólo quiere su casa y su
casa y ella y ella y su casa. A éstas personas les da igual un uno que
un ocho, son inmunes a sentimientos y los sentidos los tiene metidos en
epicentro de su orondo culo.
Por último estamos los demás, los
que llevamos sangre caliente y en primavera la sangre se nos altera. Y
podíamos resumir nuestra situación, en que nos ponemos salidos como
burros y lo peor de todo, es que la acabaremos la primavera igual o
peor, aún más salidos. Y como somos humanos, a pesar de llevar el palo,
ya estaremos pensando en el próximo verano, y el final ya se sabe, es
como dice el refrán: además de burros, apaleados. ¡Así es la vida!.