Y hoy es día 9 de Julio y empiezo a desconfiar de que me hayan metido un pufo, mis pilas no son de Duracell de las que duran, duran y duran, mis pilas deben ser de los putos chinos, pues después de dos años se nota su desgaste. Estoy padeciendo los primeros síntomas de cansancio y agotamiento y como decía el otro, ¡a menos mal!, a menos mal que tengo por delante mis fabulosas vacaciones, me quedan dos noches de faena y a tomar por el culo la Tierra.
Supongo que ahora tendré que ir a la Organización de Consumo y para reclamar que me han estafado. Yo a ésta organización que dice su propaganda que protege a los consumidores, sólo acudí una vez en mi vida, pero con esa vez ya fue suficiente. Resulta que me mandaron el kit de teléfono y router y claro para ello seguí las sabios consejos de Telefónica. Pues nada que el tinglado no funcionó y porque la línea telefónica era una mierda de línea, era un adorno o un columpio donde se mecían las palomas. Bueno pues al cabo de un mes y después de reclamar como un poseso, me llega la factura conjunta, el teléfono y el router.
Y yo volví a preguntar porque tenía que pagar algo que no había podido usar y claro su contestación fue que fuera a juicio y punto, pues ellos habían llegado a su máximo. Yo llegué a pensar que éste tipo de organizaciones las montan las propias empresas y para en situaciones como ésta, pagues lo que no has usado o por lo menos, para que pagues parte. Lo pensé y lo sigo pensando y mientras ésta sociedad funcione así, la injusticia es la palabra clave. Y por cierto, ¡me cago en las organizaciones de los consumidores y en todos sus muertos!.

Factura inseparable, pues lógicamente reclamé que me separaran las factura, pues si el puto router no funcionaba, porqué tenía ¿qué pagarlo?. Pero nada ellos a sus trece y en medio de esa guerra y pasados tres meses decidí acudir a esa organización. Bueno me escucharon y me dijeron que lo gestionarían. Y así hicieron y tres meses después me llaman todos contentos, y todo porque habían repartido las facturas o sea tomaron una solución salomónica, la mitad telefónica y la otra mitad yo.
