DE ARENA SOY


De arena soy,
de arena pegada a músculo, hueso y tegumentos
y unida a un esqueleto que me mantiene erecto,
y además, subo y bajo,
y me remonto y me precipito yo solo
pero siempre y siempre...
¡vuelvo a la vida!,
claro que cuando llegue la muerte con su guadaña
me cortará de raíz 
y tendré el tiempo justo para poder decir: 
y ¿cómo pude llegar hasta aquí?

Y MAÑANA...¡YA VEREMOS!


De mis dedos brotan yemas,
de mis huesos salen flores,
de mis llantos hago ríos, lagos y mares
y de mis penas...no encuentro consuelo
y puede...y sólo puede...
que algún día cambie mi suerte,
de momento voy tirando 
con la vana esperanza que nos concede la vida
y mañana... ¡ya veremos!

EXPLICARTE A TI, HIJO MÍO


Explicarte a ti, hijo mío,
explicarte el funcionamiento de la vida
sería como contarte una historia interminable,
además, desconozco sus mecanismos más íntimos,
y que es lo que nos impulsa a seguir viviendo,
si será el día a día
si será el sol de cada mañana
o si será la luz de la luna
pero hay algo en nosotros que desconocemos,
que nos aferra a la madre tierra,
hay una especie de simbiosis catártica
entre el hombre y la tierra,
que nos hace ser únicos e impredecibles,
dicen que los rasgos de cada uno están impresos en el ADN
y deben estar grabados a cincel y a martillo,
porque cuando uno se pierde,
siempre aparece el instinto
que te hace subir peldaño a peldaño,
que te levanta cuando estás más acabado,
que te saca a flote como un submarino hundido,
en fin hijo mío,
somos gigantes con pies de barro,
somos seres delicadamente delicados,
sensibles y sensibleros,
nos va la lágrima fácil
y creo a muchos de nosotros
 les gustan las fotonovelas.

Yo, hijo mío
no te pido que me comprendas,
es más...no puedo,
porque si me he pasado la vida 
intentando descifrar mi funcionamiento vital,
y no lo he conseguido ni remotamente
como te voy a pedir a ti, hijo mío
que me comprendas,
lo que nos diferencia es la experiencia,
y todos esos largos años de vivencias
me dan poso y me sedimentan,
pero no me da la clave de mi existencia.

LA PANDEMIA EN MI PEQUEÑO PUEBLO (2.020)


Es de observar el vacío general de todo lo que me rodea,

el aire frío de abril...es más frío sin nadie,


el tibio y tímido sol de ésta tarde,

es más tímido que nunca,

las nubes grises campan a sus anchas,

un perro camina pensativo

quizás esté pensando...

¿qué le pasa a los humanos?,

¿porqué están encerrados en su casa a cal y canto?,

al mismo tiempo un hombre cambia de acera,

quizá busque un sitio figurado que permanezca abierto en su

 cerebro,

un coche pasa despacio,

mucho ruido y pocas nueces (pienso yo), 

es ruido de motor diésel

(ronco, grave, pausado y grotesco)

y pasa con toda la pomposidad posible,

como si el conductor fuera degustando el paisaje desértico,

pero señor...

¡váyase para casa!

y deje de expandir al dichoso virus asesino,

claro que a 50 metros de donde estoy

(aclaro, que estoy en mi casa),

hay cola para el super

y hay cola para la farmacia

y allí se presentan todos los adictos del pueblo,

en fila india y a menos de dos metros de distancia,

pero el problema que hay

es que casi siempre son los mismos

y uno compra una zanahoria

y para hacerse la sopa del día

y el otro, medio kilo de fruta

y así al día siguiente tienen asegurado tener que volver

y a por otra zanahoria

y a por otro medio kilo de fruta


y así todos los días

y ya que estamos

vamos a la farmacia

y así pido algo para el dolor de cabeza

y una crema para las cejas

y de paso... me peso

y yo añadiría

y así me peso los huevos o los ovarios,

pues hay que tenerlos grandes e inmensos

y después quieren que yo me crea lo de la cuarentena,

cuando lo que había que hacer es...

usted no tiene justificación para estar en la calle,

pues a chirona y con cadenas desde los pies a la cabeza

y sino caben en chirona por overbooking

 pues ¡a galeras a remar!.

Y SIEMPRE CUIDARNOS



Cuidarse, cuidarme, cuidarte,

con mimo, con ganas, con celo,

con esmero y con delicado cuidado,

como una flor entre mis dedos,

como la lluvia suave y fina,

como tus ojos, como los míos,

como tu blusa, como el botón de tu camisa,

como el hueco de tu espalda,

como la vida, como la misma vida,

como el primer día, como el primer beso,

como mis sueños, como los tuyos,

como esa nube en la que a veces flotamos,

y cuidarse y cuidarme y cuidarte

y siempre y siempre ¡¡¡cuidarnos!!!.

LA CAÍDA de Batania

Fue mi historia con ella como tirarse del décimo y encontrarse en el aire con una mujer que se había lanzado del noveno: pensé que nos unía ...