La música puede con todo...
«(...) puesto que el universo, siendo como es, desde sus orígenes, un sistema falto de cualquier tipo de inteligencia organizativa, disputo en todo caso de tiempo más que suficiente para ir aprendiendo (...) cualquier pequeño atraso en el funcionamiento de sus engranajes no tiene la mínima importancia para lo esencial, tanto da que haya que esperar un minuto, como una hora, un año o un siglo».
Un día como el de hoy del año 1929 nacía el poeta de la generación del 50, Jaime Gil de Biedma.
¡Alto!
me digo a veces,
cuando voy de sobrado
o de cid campeador,
o cuando me da por pensar
que bueno soy en todo
y claro y de repente me acuerdo
de que soy animal perecedero
y un poco de modestia es un traje que sienta muy bien,
mucha modestia y más honestidad
debía ser uno de nuestros lemas,
modestia y buenos alimentos,
honestidad y no tener miedo a lo que diga el prójimo,
salir a la calle desnudo
y despertarte en medio de un bosque mágico,
andar para atrás como los cangrejos,
y de lado como hacen los que están atrapados,
y elevarte entre nubes negras
y haces de luces de color miel o crema.
Y de fondo no suena nada,
ella se llevó la música y la orquesta.
Ni siquiera con el recuerdo de su rostro
escucho canciones...
veo su rostro
y después aparece el sonido del silencio.
Y no llueve
y tampoco hace viento
como si estuviera metido dentro de una burbuja dorada
y camino y no siento mis pasos
y no sé si estoy dando vueltas sobre mi eje,
pierdo la orientación y la vergüenza
y al final de mi sueño,
siempre acabo desnudo y desorientado.
Caes y no te levantas
te arrodillas y te crujen los sentimientos,
los que antes tuviste
y los que están por venir
y los que ahora aún te duelen dentro de ti,
aunque tú digas que ya no,
que ya no sufres,
que la herida dejó de sangrar hace un tiempo,
que todo pasa
y que tarde o temprano
acabará pasando,
que es ley de vida no escrita...
Entonces más adelante,
te vuelves a caer,
y te levantas dignamente.
Se supone que algo has aprendido,
habrás aprendido a caerte y a levantarte de nuevo,
habrás aprendido a sufrir con dignidad
y que el tiempo de dolor y espera, ha pasado
y que ahora lo que toca
es cabalgar de nuevo y hacia ese punto de luz que te reclama.
Con el tiempo lo voy entendiendo,
tu huida estaba escrita en el viento,
tu pánico era de película de terror,
tus miedos fueron monstruos salidos del fuego,
tus gestos te delataron,
pavor en tus venas
y carne prieta y dura,
mirada sumisa al suelo,
temblor en los labios,
y siempre las mismas palabras
¡me tengo que ir!.
Y así fue
y hasta el día de hoy.
Ahora entiendo tu cara de pánico
y la descomposición de tus rasgos,
ahora te veo desde la distancia
y me digo:
menos mal que aquél día te fuiste.
No pretendo mostrar ningún camino,
los caminos están hechos antes de mi
y es de cada uno
saber interpretar el camino que más le conviene,
cada uno sabe los pasos que tiene que dar
y como darlos
y debe saber el riesgo al que se enfrenta,
hay molinos gigantes
que tienen aspas enormes
y a los que le encanta el vértigo,
como hay imitaciones falsas,
que parecen caminos
y están hechos sobre acantilados que caen al mar
y también hay monstruos que acechan en cada camino,
uno debe saber lo que se esconde detrás de los matorrales
y en las esquinas de esas ciudades enormes
en las que uno se puede perder para siempre.
Yo soy de ciudad,
pero de periferia,
nací cerca de un solar enorme,
jugué con la madre tierra y con el asfalto
y fui creciendo en un medio hostil de ciudad enorme
y por eso ahora,
me he convertido en hombre de pueblo o de aldea.
Te propongo
recomponerlo todo,
desarticularlo
y reconstruirlo,
volver atrás
y sobre tus y mis pasos
y empezar el día como aquél día,
sólo que yo pasando de largo.
Ni siquiera mirarte
y por el peligro que entraña,
ni siquiera quererte
y para no perder el tiempo,
ni siquiera fijarme en como ibas vestida,
y mirar al mar que estaba detrás de ti,
y saludar a las olas
que tu cuerpo no me dejaba ver
y escuchar el susurro de los pinos
y quedarme allí sentado
y sin esperar nada de nadie...
y así, hasta el día siguiente
y mes y año y décadas
y así hasta sentir el olor de la tierra húmeda encima de mí.
Guardo un trozo de tierra seca en el bolsillo,
lo llevo porque eso me une más a la madre tierra,
aunque también mis pies pisan arena, hierba y tierra
y arrastran polvo y barro,
y hay veces, se inundan de agua y lodo,
y hay otras, en que ascienden montañas gigantes...
Mis pies son dos hematomas enormes,
apoyo uno y sangro profusamente,
me enamoro y me desangro
y entonces, me hago liviano de volumen y peso,
como una paja en el ojo ajeno,
o como el viento golpeando una sábana,
me hago estrecho y fino,
anodino e insípido
sabedor de lo que me puede pasar
y aún así...¡pasar!.
En las profundas oscuridades de mis dudas
he decidido poner una vela encendida,
luz y honor de haberlas tenido,
amapolas en las paredes,
luciérnagas en el techo
y cuatro perros verdes sueltos
con ojos fluorescentes,
así será mi cueva
y yo era de los que pensaba
que en la duda estaba el problema...
Si todo transcurre así,
¿Quién es capaz de medir la honestidad de uno?.
Lo que yo considero honesto
a lo mejor no lo es tanto
o sí,
en principio sí
y después, ya no
porque una cosa es la primera intención de uno
y otra muy distinta,
es la evolución de tus actos y hechos.
Empecé siendo honesto
y acabé siendo deshonesto
y hasta hubo días en que me levantaba deshonesto
y me acostaba siendo honesto
y mientras desayunaba,
no fui honesto ni deshonesto,
quise ser neutro y liviano,
quise que me llevara una corriente de aire por la ventana
y aparecer donde honestamente me dejara,
así...al libre albedrío
y sólo con lo puesto.
Animales de carne y hueso, con un poco de luz irremediable en los ojos, a veces nos creíamos criaturas heroicas y corríamos a las plazas. Escuchábamos bellísimas palabras, las voces se otorgaban idéntico calor y sentíamos el placer de la acción. Pero luego, entre ruinas, comiendo el pan del sobreviviente, comprendíamos. Y al salir el sol, mientras los escarabajos emergían de las piedras, avivábamos el fuego para ahuyentar la peste y llorábamos por la siguiente generación. Horacio Castillo (Ensenada, Buenos Aires, Argentina). |
Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...