Es difícil escribir pendiente de algo y más si es de algo que no reconoces, de una sensación, de un desasosiego, de algo volátil y etéreo, de algo que indica que viene del karma. O sea y traducido al cristiano, de algo que te montas tú mismo y que no sabes como y porqué te lo montaste. Y como todo, puede ser gratuito y porque un dedo divino señaló ese momento y por gajes de la suerte y de ese índice o puede ser de algo impuesto y porque le salió de los cojones a algún divino de la muerte.
Y voy yo y le llamo a escribir a el poner veinte palabras seguidas y todas en la misma línea y en el mismo horizonte. Y un párrofo y una quedada, y una tontería y otra quedada. De eso va la vida, de quedadas. Haces algo importante y te dicen que es una tontería supina, haces una tontería y te dicen que es una maravilla y hasta te dicen que has sido nominado para el premio Nobel. Me reafirmo en que la vida va de quedadas y según el momento y según el día, la quedada es de un signo o es del otro.

Yo me quedo con la vida, con mi vida y puede que ser que con la de mi vecina o vecino, aunque lo dudo, con mi vecina o vecino no tengo nada que ver y además me importan una puta mierda y con mi vida tengo un problema, me quiero y me adoro y me compro un loro..., pero no sé que hacer con ella, si dársela como limosna a alguien que tenga carencia de ella o darle gusto al cuerpo y dedicarme al puto dispendio de la carne. Mejor que la carne me la mastique entre los dientes a que me la den en papilla deshecha y a cucharaditas. La vida hay que comérsela y después hacer una receta de como se cocina. ¡Coño! a ver si alguien espabila y aprende algo.