Y si desde aquí, desde yo me encuentro, podría felicitaros y felicitaros por la Navidad y también por tener la paciencia de leerme, que eso si que tiene mérito. Aunque supongo que ninguno lo hará por hacerme un favor, ni creo que sea porque os doy pena y espero que no sea por esto último, dar pena sería lo último que yo quisiera dar. Dar pena, dar pena es lo más miserable que uno puede dar. Dar pena o dar lástima o lo que es lo mismo necesitar la compasión de los demás.
Pero que sería de la vida sin tener contradicciones, dudas y miedos, que sería de nosotros si ante cualquier problema echáramos manos de dios, pues nada, no seríamos nada, seríamos ovejas del rebaño de dios, ovejas inseguras y dubitativas que ante el temor se arrodillan ante su dios. Una de las cosas de las que me encuentro más orgulloso en mi azorosa vida, es que no tuve que arrodillarme ante nada ni ante nadie y no mostrarme débil ante un ser que se dice superior. Superior, ¿a quién?, superior al que se considera débil y necesitado de caridad divina.
Las penas las mínimas, lástimas ninguna y la compasión se la dejamos a los católicos y cristianos, que ellos si que tienen mucho que penar. Nosotros los ateos no necesitamos de un dios ni de un ser supremo que nos diga y nos imponga lo que tenemos que hacer. Como decían los celtas, nuestro dios es la naturaleza y todas sus fuerzas, que ya son bastantes y de por sí alucinantes y no necesitamos alucinar más. Claro que el miedo nos lo comemos nosotros solitos y no podemos acudir a dios, pero eso es lo que tiene ser autosuficiente, que a veces eres tu propio dios y en otras te gustaría creer en dios.
Pero que sería de la vida sin tener contradicciones, dudas y miedos, que sería de nosotros si ante cualquier problema echáramos manos de dios, pues nada, no seríamos nada, seríamos ovejas del rebaño de dios, ovejas inseguras y dubitativas que ante el temor se arrodillan ante su dios. Una de las cosas de las que me encuentro más orgulloso en mi azorosa vida, es que no tuve que arrodillarme ante nada ni ante nadie y no mostrarme débil ante un ser que se dice superior. Superior, ¿a quién?, superior al que se considera débil y necesitado de caridad divina.
Pero bueno cada uno es libre de montárselo como le da la gana, pero eso sí, que los que crean en dios, que nos dejen vivir en paz a los demás. Pero eso es como pedir peras al olmo, pues en su ideario está escrito, que tienen que intentar comerle el coco a quien no tiene fe o mejor dicho su fe, pues yo tengo fe en muchas cosas, tengo fe en la humanidad, tengo fe en los sentimientos, tengo fe en las buenas personas, pero esa fe no me sirve para tener fe en dios. Aparte que tener fe no es tener que adorar a nadie, tener fe es creer y confiar en algo y no darle el poder absoluto a nadie, si ese poder no me lo doy ni a mismo, como se lo voy a dar a alguien que no conozco y aunque ese alguien sea el mismo dios.









