os dejaré escrito un deseo,
desearé suerte a los que quedan,
y lo mejor para mis hijos,
me despediré con una última mirada,
y en silencio absoluto,
y sólo roto por mi respiración agónica,
y os entregaré en mano, mi último deseo.
Cuando yo me vaya,
Cuando yo me vaya,
no me temblará el pulso,
en tal caso derramaré unas lágrimas,
y os contaré al oído mi último secreto:
la vida me ha dado mucho
y yo le he correspondido,
pero en la vida siempre se llega tarde,
y ese es su verdadero problema,
el tren pasa cuando menos te lo esperas,
y pasa a la velocidad del vértigo,
y si no lo coges a tiempo,
el siguiente pasará,
pero pasará aún más rápido,
y ésta vez si que es tú elección definitiva,
o coges la cara o la cruz de la vida.
Pasaron tantos trenes delante de mis ojos,
tantos vagones repletos de sentimientos,
tanta ternura derramada por las vías,
que hoy no doy crédito a lo que veo,
pues estoy convencido,
que me he dedicado a desperdiciarlo.
Pero que sería de mí,
Pero que sería de mí,
de mi sin haber metido la pata,
de mí sin nadar entre las dudas,
si yo soy lo que soy,
y lo soy gracias a ellas,
pero por si sirve de algo,
y tengo necesidad de decirlo,
súbete al primer tren que pase por tú vida,
después siempre habrá tiempo de bajarte,
y de bajarte en el próximo apeadero.