ME DIERON...



Me dieron dientes para comer.

Me dieron aire para respirar.

Me dieron dedos para tocar y alucinar.

Me dieron tesón y por tanto insistir en lo de siempre.

Me dieron miedo por mi existencia.

Y me dieron ganas de pedir perdón

por escribir y hasta por respirar.


Pero uno existe

porque le crecen las uñas y el pelo

y la garganta se le hace más amplia

y la voz se le hace más grave

y menos cuidadosa.


Mientras los sentimientos

se devoran las entrañas

y los recuerdos de nuestros encuentros

se hacen parásitos intestinales.



Al final queda poco

queda una fisura resquebrajada

y una buena úlcera en la boca del estómago

y un alma herida que se recupera in situ

y porque no le queda otro remedio.


Al final somos producto de nuestra resistencia,

luchamos y no nos doblegamos

y seguimos el reguero de nuestra propia historia

y hay hilos que nos unen a otras personas

y hay cuentos que parecen otras historias.


Que en general

no nos merecemos...


JACUB ROZALSKY

 



"La humanidad siempre ha tenido miedo de las mujeres que vuelan. Ya sea por brujas o por libres".

Jacub Rozalsky.

DAVID HUME


 

"La belleza de las cosas existe en el espíritu de quien las contempla".

David Hume

DANTE ALIGHIERI




"Tres cosas nos quedaron del paraíso: las estrellas, las flores y los niños."

- Dante Alighieri.


HERMANN HESSE


 

“Ni siquiera ha crecido la hierba. No se puede ser vagabundo y artista y al mismo tiempo un burgués sano y cuerdo. Si quieres embriaguez, ¡Acepta también la resaca! Si quieres sol y bellas fantasías, ¡Acepta también la suciedad y el hastío! Todo está dentro de ti, el oro y el barro, el deleite y la pena, la risa infantil y la angustia mortal. ¡Acéptalo todo, no te aflijas por nada, no intentes rehuir nada! No eres un burgués, tampoco eres un griego, no eres armónico y dueño de ti mismo, eres un pájaro en plena tormenta. ¡Déjala rugir! ¡Déjate llevar! ¡Cuánto has mentido! ¡Cuántos miles de veces, incluso en tus libros y poesías, has fingido ser el armonioso y sabio, el feliz, el iluminado! ¡Lo mismo han fingido ser los héroes al atacar en la guerra, mientras las entrañas temblaban! ¡Dios mío, qué siniestro y fanfarrón es el hombre, sobre todo el artista, sobre todo el poeta, sobre todo yo!”.

"El caminante", Hermann Hesse.

MI ALMA

 


Mi alma

es un barco a la deriva.


Hay días que se escora hacia un lado

y entonces, ahí se queda.


Hay otros en que se hunde sin remisión

y la única alternativa

es esperar que la marea baje.


Menos mal que hay algunos días

en que mi alma se levanta lozana y madrugadora,

llena de hermosas historias,

contándome bellos cuentos

y regalándome palabras y versos.


En estos contados días 

mi deber

es escribir poemas

y hablar de mis sentimientos.

NOSTALGIA


El hecho de ser habitados por la nostalgia

demuestra

que el poso que dejan los sentimientos 

son nuestra principal fuerza motriz.


Casi siempre volvemos al sitio donde nacimos.

Allí, volvemos a jugar al escondite

y recuperamos el sabor que nos dejó

nuestro primer beso.


Después y poco a poco

nos vamos diluyendo hasta el día de hoy.

Y entonces nos daremos cuenta

que nos hicimos viejos.

MANUEL MACHADO

 


ALBERT CAMUS


 

ME ACUERDO DE TU MIRAR



 Siento la mirada de unos ojos

que con el paso del tiempo

se han muerto y no han revivido.


Me acuerdo de tu mirar

de su alegría y suavidad,

de esa entrañable forma de mirar,

de tu ligero parpadeo a la luz solar,

del guiño de tu ojo al reírte de todo,

de ese iris color melaza,

y de esa chispa que relucía como un diamante en bruto.


Dicen que la memoria con el tiempo,

se va haciendo más selectiva.

Por tanto, 

va borrando datos y historias

y rasgos y gestos y palabras

y hace un resumen muy escueto de aquella historia.


Y el mío (mi resumen) 

es el recuerdo de tu mirar.

LA BELLEZA DEL MARIDO (Anne Carson). Blog "Glup 2.0"

 

La belleza del marido

 


Pero una dedicatoria es apropiada sólo cuando se hace ante testigos: es una rendición hecha necesariamente en público, como la entrega de estandartes en las batallas.

Sabes que hace años estuve casada y cuando mi marido se fue se llevó mis cuadernos.

Cuadernos con espiral de alambre.

Conoces ese verbo frío furtivo: escribir. Le gustaba escribir, le disgustaba tener que empezar solo con una idea. Usaba mis comienzos con propósitos diversos.

Por ejemplo, en un bolsillo encontré una carta (para su amante de entonces) empezada con una frase que yo había copiado de Homero: [εντροπαλιζομένη, como dice Homero que se alejó Andrómaca cuando se separó de Héctor: «volviéndose a cada paso» bajó de la torre de Troya y se fue por calles de piedra hasta la casa de su leal esposo y allí con las mujeres entonó un lamento por el hombre vivo en su [mansión.

Leal a nada mi marido. Entonces, ¿por qué lo amé desde mi juventud hasta [la madurez y la sentencia de divorcio llegó por correo?

La belleza. No es ningún secreto. No me avergüenza decir que lo amé por su belleza.

Como volvería a amarlo si lo tuviera cerca. La belleza convence. Sabes que la belleza hace posible el sexo.

La belleza hace el sexo sexo.

Tú mejor que nadie entiendes esto… calla, pasemos al orden natural.

Otras especies, que no son venenosas, suelen tener coloraciones y dibujos similares a los de las especies venenosas.

La imitación que una especie venenosa hace de otra no venenosa se llama mimetismo.

Mi marido no era mimético.

Mencionarás, claro, los juegos de guerra.

Te lo conté muchas veces protestando porque se quedaban aquí toda la noche con los tableros abiertos y alfombras y lamparitas y cigarrillos como la carpa de Napoleón, supongo, ¿quién podía dormir?

Mirándolo bien mi marido era un hombre que sabía más de la batalla de Borodino que del cuerpo de su mujer, ¡mucho más! Las tensiones trepaban por las paredes y se vertían en el cielorraso, a veces jugaban del viernes por la noche sin parar hasta el lunes por la mañana. él Y sus pálidos amigos iracundos Sudaban muchísimo. Comían carne de los países del juego.

Los celos fueron una parte nada desdeñable de mi relación con la batalla de Borodino.

Lo detesto.

¿De veras?

Por qué pasar la noche jugando.

El tiempo es real.

Es un juego.

Es un juego real.

¿Es una cita?

Ven aquí.

No.

Necesito tocarte.

No.

Sí.

Aquella noche hicimos el amor «de verdad», algo que aún no habíamos hecho pese a que llevábamos seis meses casados.

Gran misterio. Ninguno sabía dónde colocar su pierna y todavía hoy no estoy segura de que lo hiciéramos bien.

Parecía contento. Eres como Venecia, me dijo sublime.

Temprano al día siguiente redacté una conferencia («Sobre la defloración») que luego me robó y publicó en una revistita bimestral.

Esto era, por encima de todo, una interacción típica entre [nosotros.

O debería decir ideal.

Ninguno de los dos había visto nunca Venecia.

Anne Carson

BATANIA


Para tragedia la que sufrieron los árboles durante la borrasca Filomena. Recuerdo que había hecho una pintada y un muñeco de nieve con la frase “Siempre que nieva tengo cinco años”, el primer día de nevada, que fue muy suave, pero durante la madrugada del segundo día cayó la tormenta de nieve de verdad, tan grande que yo, que estaba en el garaje donde trabajo, me preocupé muy en serio y hasta barajé la posibilidad de borrar la pintada cuando llegara a casa, pues pensé: “Se va a despertar Madrid con noticias de “300 madrileños muertos por la tormenta de nieve” y mi pintada no va a hacer ni puta gracia, tampoco a mí”. Pero la tormenta de nieve languideció un poco sobre las cuatro de la madrugada y no hubo que lamentar por fortuna una tragedia humana. La tragedia verdadera la sufrieron los árboles, en los que nunca pensé para nada: solo días después me di cuenta de que casi todos los árboles de la calle Camino Viejo de Leganés estaban partidos. Dos semanas más tarde, cuando fui por primera vez al parque Emperatriz María de Austria, comprobé la magnitud de lo que había pasado: casi todos los árboles estaban heridos, algunos desmochados, y la situación de algunas especies como los pinos era dantesca, con todos sus ejemplares afectados. Aún hoy, a punto de entrar en abril, no se han podido retirar todos los daños que han sufrido los árboles y los empleados del ayuntamiento siguen trabajando a contrarreloj. No sé dónde leí que, de los 1.700.000 árboles que tiene Madrid, el 60% estaban afectados y más de 100.000 no se iban a recuperar. Y lo curioso es que la sociedad no ha vivido esto como un drama, ningún diario ha sacado un titular a cinco columnas con esto, no se piden comparecencias de los gobiernos, no se hace ningún monumento conmemorativo, nadie piensa en qué se podría hacer para evitar una tragedia así en la próxima nevada…


—O sea, Batania, que tú quieres banderas a media asta y tres días de luto oficial por los putos árboles, no me tomes el pelo.
—Calla, gilipollas.

ERNESTO SABATO


 

"Es curioso, pero vivir consiste en construir futuros recuerdos; ahora mismo, aquí frente al mar, sé que estoy preparando recuerdos minuciosos, que alguna vez me traerán la melancolía y la desesperanza".

Ernesto Sabato - El Túnel

IRENE VALLEJO

 Irene Vallejo

El cuerpo es un símil de la realidad donde habita. Cuando a lo largo y ancho del mundo el confinamiento cerró las calles, empezamos a sufrir contracturas físicas y mentales. Somatizamos los duelos como dolores, y la ansiedad es una secuela cada vez más palpable de este paréntesis angosto e interminable. El miedo, las tensiones, el peso del trabajo y el poso de las soledades se traducen a un lenguaje de carne en nuestras piernas, estómagos, corazones y cabezas. Este malestar encajonado tiene raíces antiguas; “angustia” significaba en latín “desfiladero, lugar estrecho, abismo”. Lo mismo ocurre con la tensión que nos oprime: “estrés” procede de strictus, en el sentido de “estricto, apretado, estreñido”. La tristeza estrangula el aire, enmudece la voz. Hasta que, de pronto, como en un hechizo, ciertas palabras nos permiten abandonar el pasadizo helado y encontrar alivio.



Cuántas veces, tratando de levantar nuestro ánimo, hablamos con nosotros mismos para conjurar el miedo, igual que susurramos al niño temeroso de la oscuridad. Nos decimos que es preciso confiar, ser fuertes, no desistir. Esta capacidad para desdoblarnos en un yo sereno que trata de apaciguar al otro yo es una proeza sorprendente y antigua. Ya Homero contaba en la Odisea que, a veces, el llanto sacudía a Ulises, y entonces escondía la cara tras el manto, humedeciendo la tela en silencio. Al regresar a Ítaca, el navegante encontró su palacio ocupado por extraños y tuvo que mendigar en su propia ciudad. Derrotado, se dijo: “Corazón, sé paciente, en otras ocasiones sufriste reveses más duros, pero aguantaste”. Por primera vez en nuestra cultura, un humano habla no con sus semejantes o con los dioses, sino consigo mismo. El diálogo íntimo nació así, con una llamada a la calma y al sosiego.

Durante estos tiempos tormentosos, los duelos amputados han agudizado nuestro malestar. C. S. Lewis intuyó que el dolor por la muerte de un ser querido se expresa a menudo en el idioma de la angustia. Con más de 50 años, el devoto profesor de Oxford aceptó casarse con la poeta norteamericana Helen Joy Davidman —católica, divorciada y comunista—, que le pidió ayuda para evitar la expulsión del país cuando le denegaron el permiso de residencia. Por sorpresa, ese matrimonio de conveniencia en la madurez desembocó en un inesperado y hondo enamoramiento, que poco después truncaría el cáncer. Cuando ella murió, Lewis escribió en Una pena en observación: “Nadie me había dicho que la pena se viviese como miedo. La misma agitación en el estómago, la misma inquietud. No estoy asustado, pero la sensación es idéntica. Aguanto y trago saliva. Antes tantos caminos y ahora tantos callejones sin salida”. Lo conmovedor es que esas reflexiones anotadas en cuadernos, sus apuntes sobre la tristeza, se convirtieron en un libro que le ayudaría —como a tantas personas, todavía hoy— a escapar de la calle angosta, de la trinchera circular.

La ansiedad es una habitación estrecha. Luis Buñuel lo explicó en su película El ángel exterminador, donde unos amigos se reúnen a cenar en un lujoso salón y después, por una razón inexplicable, no consiguen atravesar el umbral para salir. Según el cineasta, habrían sido atacados por una plaga misteriosa e innombrable. Entre esas cuatro paredes se suceden la desesperación y el humor surrealista: una comedia trágica sobre la asfixia y el desasosiego. Cuando el túnel nos aprisiona, la risa ensancha los pulmones con aire fresco. Conversando con exiliados españoles en México, el director señaló la clave: “Los hombres cada vez se ponen menos de acuerdo y por eso se combaten entre ellos. Pero ¿por qué no se entienden? En la película es lo mismo, ¿por qué no llegan juntos a una solución?”. Según Buñuel, debería asombrarnos no que los personajes sean incapaces de salir, sino que no intenten colaborar. Hoy, más que nunca, hay que observar las penas, hablar con el corazón, reír en el desfiladero y atreverse a buscar ayuda. Hace falta coraje para dar rienda suelta a las palabras enjauladas. No siempre comprendemos cuánta fortaleza se necesita para vivir en la fragilidad.

ME ABURRO POR AQUÍ, ME ABURRO POR ALLÁ...

  Me aburro por aquí, me aburro por allá, haciendo esto o lo otro me aburro igualmente. O sea me aburro por los cuatro costados y me siento ...