UN CANTO A LA VIDA (Pensamiento)

   Si yo supiera como se para ésta maquinaria del reloj que llevo dentro, la pararía de inmendiato. El tiempo pasa a la velocidad del vértigo y yo aún tengo muchas cosas que decir, que pensar, que contar, que oir, que escribir. No sé como decirlo, pero el tiempo me está agotando, estoy harto de ir detrás de él y cuando casi lo alcanzo, él dá un salto mortal y se aleja de nuevo. Las metas, qué metas ni que hostias benditas, aquí en la vida no hay metas intermedias, sólo hay la meta de salida y la de llegada. Aquí no se suman puntos por ascender más rápido, ni por bajar, ni por llanear, aquí el único premio al llegar a meta, es lo que has vivido y ese será tú único trofeo, lo que has vivido. Entonces cuando te vas aproximando a la meta, aunque sea por la sóla razón de que te vas haciendo viejo, es el momento adecuado de hacer balance, pararte y coger aire a fondo. Ver hacia atrás y sentir como has llegado hasta ahí, como te has caído mil veces, como te levantaste, como disfrutaste de las pequeñas y grandes cosas, como llevaste palos imprevistos y como a pesar de todo seguiste en pie y aún ahora sigues tú camino.

                         Yo personalmente, he llevado de todo, y bastante variado, por cierto y a pesar de algunos momentos en que llegué a pensar que ya estaba todo el pescado vendido, momentos siniestros, pues a pesar de ellos he seguido en la brecha. Y ahora aquí estoy, estoy cerca de mi cima y ahora queda menos, mucho menos, pero queda y lo que yo quiero es aprovechar cada segundo que me queda de vida, en el que cada instante es un mundo distinto y en el que cada momento me recarga las pilas. No hay que vivr por vivir, hay que vivir porque se siente el vivir dentro de tí. No es fácil, ya lo sé que no es fácil, pero si dejas pasar ésta última oportunidad, después más tarde, cuando tú último estertor resuene entre las paredes, es tarde para poder retificar y uno lo que tiene que pensar en su último aliento, es que por lo menos lo vivido ha merecido la pena. Éste va a ser nuestro único trofeo. Y por eso, con orgullo y agradecimiento en los ojos, yo quiero levantar  mi último trofeo. Será mi gran obra maestra, la vida tejida con mis propias manos.

CONTADOR DE HISTORIAS (Reflexión)

A mi me gusta contar cosas, es más me encanta y por esa razón tan simple disfruto escribiendo. De las razones en que puede apoyarme, no encuentro que ninguna se base en que estoy marcado desde mi tierna infancia, es decir a mí nadie me leía o me contaba cuentos de pequeñito, ni me narraba historias, ni mi madre, ni mi padre, ni el resto de la familia. Entonces deduzco que me gusta contar historias pues precisamente porque nadie me las ha contado. Es una carencia, parecida a la que dan los bancos, pero menos materialista. Y por eso al carecer de ello y quizá también debido a que yo no supe contarselas a mis hijos y por las razones que fueran, pues por eso ahora me estoy despachando y soy un contador de historias.

                         Como más disfruto es cuando atrapo una pequeña idea o palabra y a través de ella hago un desarrollo, entonces me quedo atrapado en mi propia telaraña y me dejo mecer placidamente en ella. Yo no puedo recurrir como otras personas hacen, a que el abuelo le leía o le contaba historias, más bien lo contrario, todo lo imaginativo, en mi casa estaba prohibido. Mi hermano en aquellos tiempos, era el más ensoñador de todos o por lo menos era el que podía expresarlo, digamos que era chichi de mis padres, y debido a sus juegos imaginativos, mis padres me decían, que era un buen chaval pero que vivía en las nubes. ¿Si ellos supieran que nube tenía yo!, que poblada estaba y que juego me daba. Pero yo ni me atrevía a mentar al demonio, ya recibía de sobra sin tener que mentarlo.

                         Envidio a las personas que declaran que les contaban cosas en su infancia, lo envidio, pues creo que en la infancia es el momento ideal para que te cuenten historias, eres como más libre y tú imaginación no está sometida a tantos tabúes que con los años nos van delimitando. Como veis yo me estoy resarciendo y abonando el terreno perdido, lo que demuestra que nunca es tarde si uno llega a saber sus carencias. Descubrirlas no es fácil, a mi me ha llevado muchos años, pero una vez que se descubren, aunque sea a los 56 años, no hay que perder más tiempo y toca arrimar el hombro. De verdad os digo, que todo parece mucho más sencillo cuando has descubierto tú propio vacío.

AUTOMATISMOS (Poema)

Me repongo y me compongo,
me lavo y me visto,
una mirada rápida en el espejo,
y listo para empezar el día.

Es el día a día,
lo cotidiano, las pequeñas manías,
lo estipulado, el automatismo robotizado,
el hago esto primero y después hago lo otro,
y en ese orden previamente determinado.

A veces me pregunto,
el porqué no me salto esa orden,
y me rebelo contra las costumbres,
 hago un par de amagos de revuelta,
y al final y sin darme cuenta,
agacho la cabeza y vuelvo al redil,
como una desobediente ovejita.

No sé muy bien el porqué,
porqué se necesita tener pautas,
y doblegarte ante la disciplina,
no lo sé, pero lo que yo sé,
es que si no sigo el carril marcado,
y perfectamente delimitado,
me pierdo entre el tráfico de cada día..

PESADILLA (Sensación)

    Ésta noche me desperté sudando en medio de una pesadilla maldita y ahora, como pasa muchas veces, ya no me acuerdo de ella, no sé desgranarla porque no puedo acordarme de nada. Es verdad que a veces uno encuentra un pequeño hilo deshilachado, que si tiras de él llegas a saber por lo menos de que iba la pesadilla. Pero en otras, como es el caso, ni hilo deshilachado ni hostias benditas, en blanco nuclear me he quedado. Al final, lo único que te queda es ese sabor de boca extraño, ese deje amargo que ha dejado la pesadilla. Y cada vez que te llega ese sabor, vuelves a intentar descifrar cual fué tú pesadilla. Sin darte cuenta, el día ya lo tienes marcado por esa pesadilla: el sabor amargo, las vueltas que le das para acordarte y lo incómodo que te hace sentir, pues lo cotidiano, sean quehaceres o tareas emprendidas, se ven interrumpidas por esos pensamientos raros.

                   Me he lavado la boca dos veces por lo menos y nada el sabor vuelve y regurgita, por lo que deduzco que es más profundo de lo que yo pienso. A lo mejor la pesadilla no ha quedado guardada en la memoria, y por eso no me acuerdo de ella, pero sí que ha quedado en alguna parte desconocida, pues la sensación es que la tengo dentro de mí y estar está, pues de vez en cuando me manda mensajes a través de ese sabor raro o a través de esos pensamienrtos espesos. A veces he intentado intentar comunicarme con ella y ya que conscientemente veo que no puedo, y así me sumerjo en su terreno, y me dejo llevar a un plano subconsciente o sea al terreno de los sueños. Cierro los ojos y hasta me acuesto completamente a oscuras, a ver si éstas condiciones favorecen la comunicación. Si alcanzo ese estado de semiinconsciencia el que hay entre el sueño y el estar despierto, pues debería funcionar el sistema comunicativo y nada de nada, no logro alcanzar a mi pesadilla, en tal caso me monto otros semisueños nuevos. Y si me quedo en estado letárgico o sea dormido, pues los sueños que voy teniendo no tienen nada que ver con mi auténtica pesadilla.


                  Entonces concluyo, mi pesadilla debe ser autista, pues no encuentro la forma de comunicarme con ella. Al final sigue ese sabor de boca metálico y esos destellos que emite la pesadilla y así va pasando el día, vamos como un día más, pero con el peso de haber tenido una maldita pesadilla.

ME ABURRO POR AQUÍ, ME ABURRO POR ALLÁ...

  Me aburro por aquí, me aburro por allá, haciendo esto o lo otro me aburro igualmente. O sea me aburro por los cuatro costados y me siento ...