NECESITO TIEMPO


 Necesito tiempo,
necesito tiempo para que las ideas tomen cuerpo,
necesito tiempo, poso y poder tomar asiento.
Necesito tiempo 
y lo necesito para que la noria se pare,
para que las luces de mi cabeza se apaguen,
y para que el hombre del tiempo...
de una vez, nos hable del tiempo.
Necesito tiempo,
para  descansar de tanto tormento.
Necesito tiempo, 
para sentir el temblor del miedo,
para escupir al cielo,
y para conducir ebrio en un cadillac negro.
Necesito tiempo,
necesito tiempo...
pues el diablo me está llamando
y me tienta y me incita con palabras bonitas,
y me advierte... que mi tiempo se está acabando,
que me quedan horas, días
o quizás años
pero mi tiempo de descuento
está tocando el cero.


 



ELLA Y ÉL

 

Ella, con ojos de perdida,
Él, mirándola fijamente,
los dos, en el silencio más absoluto,
y sobre la mesa, un cenicero y dos tazas de café,
él fumando un cigarrillo compulsivamente,
ella loca por fumar un paquete entero,
la mano de él se había apartado de la de ella,
y ahora tocaba el tambor con los dedos,
y al ritmo que marcaba la tensión de sus nervios,
mientras tanto ella, se alisaba el cabello,
y un silencio, un tenso y largo silencio
se interpuso entre ellos.
Y de fondo gritos de niños y de padres riéndose, 
de la plaza venían pasos sin rostro,
y voces y susurros  entremezclados bajo la lluvia
y entre ellos, el silencio seguía persistiendo,
los dos cruzaron la mirada,
y ni un esbozo de sonrisa,
ni nada que indicara, una tregua,
ella, carraspeaba de forma tensa,
él, se revolvía incómodo en la silla,
Por fin...
los dos se encontraron,
mantuvieron la mirada del uno en el otro
se notó un desafío, 
un reto de altos vuelos,
ninguno de los dos pestañeaba,
y buscaban un punto débil en el fuerte del enemigo,
o algo que indicara una duda.
Así pasaron los minutos,
o quizá habían pasado, horas,
pues el tiempo ahí es imposible de ser medido
y  los dos fueron acercando sus manos,
y poco a poco se tocaron los dedos,
y cuando el silencio fue roto al paso de un coche,
él puso su mano sobre la de ella,
y por fin,
se percibió un atisbo de cariño,
una pequeña luz que estaba creciendo,
y que les inundaba sus pupilas,
y sus ojos se fueron tiñendo de lágrimas,
y con un beso tierno y sincero,
sellaron la paz y en el más absoluto silencio.

 



LA DESESCALADA AVANZA (Tiempos de pandemia)


La desescalada avanza
y yo avanzo con ella,
quiero avanzar con ella
(es mi deseo más deseado)
aunque por lo que veo a mí alrededor,
el camino no va a ser tan sencillo,
hay demasiado payaso suelto
hay más descerebrados de lo que pensamos,
hay mucha mala hierba que crece a su libre albedrío,
y que al final, nos acabará jodiendo a todos,
después llamarán a la UME para que nos fumigue
desde el rabo a la cabeza
y a la Ayuso para que nos explique lo del Covid 19
que a mi no me ha quedado muy claro,
ella sabe y yo no lo sé (pobre ignorante que soy)
que el significado del Covid 19 es....
tachan, tachan, tachán...
es Covi sin D
porque la D pertenece a D de Diciembre,
porque en China se presentó en Diciembre
y de ahí viene la D
o sea le llama "Covi" como si llamas al perro
le lanzas un hueso
y el virus Covi te lo trae en la boca...
tanta sabiduría me hunde y hasta el fondo del pozo,
soy un puto ignorante
debería ser lanzado a las fieras del circo,
claro que sería para ponerse a pensar
como alguien con ese cerebro de mosquito
puede estar al frente de la comunidad de Madrid,
ni el Torra de Cataluña le llega a la suela del zapato
y eso que éste también tiene un paseo con bozal
porque también muerde y ladra...
pero nunca tanto como su compañera de lucha
Clara Ponsatí
cuando decía aquella famosa e inhumana frase
"de Madrid al cielo"
y cuando en Madrid caían madrileños como moscas
al parecer las muertes ajenas
le hacen gracia a éste pedazo de engendro
y más cuando es en casa del "enemigo"
(Madrid de las Españas coloniales),
Pues así vamos
y todo esto nos demuestra
que los mosquitos tienen un cerebro más grande
pero mucho más grande que éste tipo de personas...
pero vayamos a lo nuestro
la desescalada seguirá su curso
y yo espero llegar a su meta...
y espero que vosotros, también.
(La esperanza es lo último que se pierde)
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MI FAMILIA


Mi familia
no era precisamente budista,
pero tampoco era católica hasta su último suspiro.
En declaración de intenciones...
era católica
y en la práctica
de católica solo tenía
que iba los domingos a misa
y poco más.
Se vestía de domingo,
llegaba con la misa empezada,
se sentaba, se arrodillaba
y se ponía de pie,
siguiendo a pies juntillas el protocolo.
Al salir eran casi los primeros,
después se saludaban haciendo pequeños corros
y entre besos y abrazos,
se despedían
hasta el próximo domingo.
Mi familia era de tomar el aperitivo,
un vino blanco o tinto o varios o muchos,
un vermut rojo con una aceituna
una o varias ricas tapas de marisco
y venga otra ronda de vino.
Después, ya medio colocados
enfilábamos camino a casa,
siempre entre risas tontas
y raros juegos de palabras.
Mi familia no era de misa
pero si era de domingos de mañana.
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ANTES Y AHORA

 


Lo que ahora me cae y sale por mis fisuras,
antes no me caía igual.
Antes retenía cosas por miedo
y al final,
todo era almacenado
en el fondo más oscuro de mi pobre memoria.
Antes
era ocupador de espacio.
Ahora en cambio
me como el tiempo
y escupo ánimos.
Ahora soy más liviano que antes,
no llevo tanto peso de penas y malos presagios,
ahora escupo al viento
y al mismo tiempo,
me ducho por dentro.
Ahora
no espero grandes cosas
espero más bien...
pequeñas cosas sin importancia
delicadas y entrañables
y nada de grandes amores ideales,
me llega con soñar con los amores imposibles
con el olor de una flor,
con la minúscula memoria de un ser
que hizo del olvido su razón de ser.
Ahora
solo quiero olvidar
y estremecerme con el roce de otra piel.































Jean Cocteau


 "Sentir antes de comprender".


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ME QUEJO

No me quejo de la belleza de mis atardeceres,
ni de las sombras que en su momento me dieron cobijo
ni siquiera me quejo
del llanto, que a veces,
me inundó por dentro...
Me quejo:
de la falta de ganas del existir
del tedio asesino de cada día
de las horas muertas y anodinas
del bocadillo de pan y aire,
del tiempo perdido sin saber porqué,
de los días faltos de magia,
de los recuerdos nublados de una resaca,
del tren que nunca pasa,
de las tardes aciagas y ácidas,
de las palabras vacías y muertas,
de los deseos maltratados por su incumplimiento,
del verbo incontinente y grandilocuente,
del ególatra y hasta me quejo del idiota.
En fin, me quejo:
de no encuentrar la palabra adecuada
y el verbo perfecto.

























Luz roja (Pedro M. Martínez)

(Comience a hablar cuando se encienda la luz roja)
Conocí a Luz gracias al Che Guevara.
En el pueblo no nos mezclábamos los del puerto y los de arriba.
Arriba vivían los altivos capitanes de la marina mercante y sus familias, abajo vivíamos los orgullosos pescadores con las nuestras.
También estaban los veraneantes.
Eran otros tiempos.
En las fiestas de San Pedro todos nos vestíamos de azul oscuro, bebíamos y parecíamos iguales.
No lo éramos.
(¿Qué dice? No habla del atentado)
Luz vino invitada por una amiga, no la había visto nunca en el pueblo, me fascino, destacaba. Cierto que el vino me ayudo para hablar con ella. Me atreví. Sonrío. La invite a pasear por la Alameda. Acepto. Le regalé cincuenta de las estrellas que se veían sobre el mar. Le hable de Neruda. Le hable de las flores blancas que crecen en la arena de la playa. Ella me confundió con un poeta estudiante de astronomía. Le guste.
Volvimos al pueblo, nunca había hablado así con una chica. Me gusto.
Eh, se ha apagado la luz roja.
(Si, un momento, siga por favor, uno, dos, tres, ahora)
En el bar sonaba la música y John llevaba una camiseta amarilla con un Che Guevara grabado en el centro.
Ya digo que eran otros tiempos, llego la guardia civil y detuvo a John. Todos los de abajo y algún despistado de arriba se concentraron frente al cuartel. Hubo tiros al aire, golpearon a varios de mis amigos. Ceso la música y la fiesta. Luz estaba asustada. Nos refugiamos en un portal. Ella temblaba, yo también, nos besamos. Luego la acompañe a la casa donde se alojaba, nos volvimos a besar.
Ese fue la noche de un jueves, el viernes Luz ya sabía que yo era txo de un pesquero.
Ese mismo viernes salimos a la costera del bonito, Luz no estaba en el puerto.
Pasó el verano, se fueron los veraneantes, pasaron otros veranos, cerraron el cuartel, los altivos capitanes se hicieron viejos, alguno de los orgullosos pescadores se hicieron ricos, yo herede el barco de mi padre. Siempre recordé a Luz. No la volví a ver hasta lo del atentado...
(Eso, sí, hable del atentado)
Fin, se acabó. No quiero hablar más, deje de grabar. Me voy.
























Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...